Entre las ventajas que José Pedro Varela le encontraba a la educación, estaba la de poder andar de noche por el campo sin miedo a las luces malas. Creía, además, que las pasiones de los hombres educados «son siempre mejor dirigidas que las del ignorante». Y después de copiar unas cifras europeas, concluye en que la criminalidad no desciende en base al número de iglesias sino de escuelas. Lo que lo lleva a que «la instrucción se generaliza proporcionalmente a la disminución del clero». Aunque por «clero» se refería al clero católico. El capítulo XII «Moral y buenas maneras» del texto extractado: La Educación del Pueblo (1874), es significativo. Esa sección contiene tres relatos ejemplares. El primero tiene como protagonista a un clérigo cristiano que es casualmente el padre del maestro que imparte la lección. El segundo, tomado del Christian Register: un niño al que una circunstancia hace feliz porque su madre podrá comprar la Biblia para que él «la lea todas las noches y las mañanas como hace el maestro».
Cien años después, el entonces Arzobispo de Cracovia denuncia el «método de descristianización mediante la construcción de nuevos barrios sin iglesias». Así, se avanza hacia ese mundo «feliz» de que nos habla Huxley en 1932, donde la humana sed de trascendencia se trata con soma y la vejez no existe. Por esta vía: «El hombre con su verdad interior queda fuera del progreso de la civilización y de la construcción de la sociedad moderna», dice san Juan Pablo II. Un nuevo mundo pensado como «mundo sin Dios» sería el fruto de este proceso. ¿Esto quería Varela? Seguramente no. Pero las consecuencias de los actos humanos muchas veces exceden la intención de sus promotores.
¡Seréis como dioses!
¿Las pasiones del educado son mejor dirigidas? Afirma Varela con cierta ingenuidad que ninguno «de los torpes placeres de los ignorantes, pueden compararse a las puras e intensas alegrías de los hombres cultos e ilustrados». Basta echar una mirada a la prensa y leer el listado de la llamada «Operación Océano» para, por lo menos, poner la afirmación a beneficio de inventario. Naturalmente no estamos defendiendo la ignorancia, pero no siempre la cultura aporta mayor estatura ética. Por otro lado, hay personas de escasa instrucción y de enorme calidad moral.
¿Es posible aplicar las ideas de Varela sobre la enseñanza de la moralidad? En el mundo del relativismo parece difícil. Alvaro Fernández Texeira Nunes (La Mañana 30/01/20), se pregunta si «¿es cierto que todo es relativo?». La pregunta es retórica, claro. Como bien señala ese autor, decir «que todo es relativo, es una afirmación absoluta». Una contradictio in terminis. Y agrega: «hay cosas que siempre están bien, y cosas que siempre están mal. Por ejemplo, matar a un inocente, siempre está mal. Mientras tanto, proteger a un bebé indefenso, siempre está bien». Esta clara referencia al aborto que sin duda compartiría José Pedro Varela, sin embargo, resultaría rechazable para muchos. Basta imaginar lo que supondría incluir una afirmación como esa en los textos de enseñanza. Las reacciones de determinados colectivos, las acusaciones de fascismo, de violación de la laicidad, manifestaciones de puño cerrado, denuncias ante organismos internacionales, bombas de pintura contra las paredes de algunas instituciones, paralización de actividades, interminables artículos de periodistas afines…
Bultos que se menean
En 2016 me encontraba en A Coruña y al salir del hotel topé con el aviso de la compañía de telefonía celular Mobil R que ilustra la foto. El texto es significativo: «¿Miedo a la Santa Compaña? Hoy lo que da miedo de verdad es quedar sin datos». Si uno piensa que por 10 euros se soluciona el miedo, sin duda, es una oferta ventajosa. Esos señores del aviso, ¿habrán andando de noche por una trocha gallega sin llevar una rama de olivo o estando lejos de un cruceiro? La Santa Compaña es la versión gallega de una procesión de ánimas encabezada por una persona viva portadora de una vela encendida. Si algún desgraciado se topa con ella y el cabeza de fila le pasa la vela… Hay soluciones. El círculo con la rama de olivo y meterse adentro. Llegar hasta un cruceiro –cosa que en Galicia no es tan difícil-, o poner pies en polvorosa. Es evidente que en ese contexto, el celular es de poca utilidad. Aquí tendríamos que volver a Varela y sus recomendaciones sobre la inclusión de la educación física en los programas de estudios. Un buen entrenamiento ambientaría una fuga exitosa.
Por estos lares no suele pasar la Santa Compaña. Pero salir a monte con un paisaje como el que describe Enrique Cadícamo, canta Gardel y que es difícil ya escuchar sin un ligero estremecimiento…
«Juntito al arroyo, besao por los sauces/y poblao de flores, de esmalte y de luz,/sin letras, crespones ni nombres tallados/se alzan junto a un sauce dos palos en cruz./Una sepultura que “entuavía” el cardo/no pudo cercarla, y en donde el “chus-chus”/de alguna lechuza se escucha, agorera,/sobre la cimera de esa vieja cruz.
El sauce le llora un Ave María;/el boyero, en cada chiflido que da,/acaso le quiere rezar un bendito/ junto con las quejas que entona el sabiá…/Dicen los más viejos, haciéndose cruces,/que al pasar de noche por ese lugar/oyen que se quejan los ñacurutuces/de un modo tan fiero que hasta hace temblar…
Y en las noches malas, cuando enrieda el viento/su vago lamento en el saucedal,/por la cruz de palo una luz camina,/que corre y que vuela por el pastizal».
Es que cada pueblo expresa sus miedos y los refleja en el arte… o en la legislación.
En los pagos de Sarmiento
En la Argentina de 1973 el Decreto No.848, con la firma del general Perón instituye el padrinazgo presidencial «al séptimo hijo varón y/o a la séptima hija mujer, por orden cronológico de nacimiento».
A la muerte del general le sucedió su viuda Isabel Martínez que agregó a la normativa el «madrinazgo presidencial».
La presidenta Cristina Fernández adecuó la norma a los tiempos. Hasta esa fecha se exigía «matrimonio legítimo». Desde 2009 la disposición incluyó «Los cónyuges, los convivientes de hecho, madre o padre de estado civil soltero». En junio de 2019 el presidente Macri apadrinó a un séptimo varón en Jujuy.
Quien desee más datos sobre el tema del séptimo hijo/a encontrará provechosa información en la película de Leonardo Favio Nazareno Cruz y el lobo (1975). Para el caso en cuestión, aunque el nombre del protagonista fue buscado por sus padres para neutralizar su condición licantrópica, parece no haber dado resultado. Esperemos que el «padri/madrinazgo» presidencial sea más efectivo. Varela murió en 1879, quién sabe qué opinaría ahora
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