La histórica construcción, que ocupa una manzana entera, se encuentra en estado calamitoso, según pudo constatar La Mañana. Actualmente le pertenece al Ministerio de Vivienda (Mvotma), que busca la manera de generarle utilidad.
Delimitada por las calles Sarandí, Juan Lindolfo Cuestas, Buenos Aires y Guaraní, la edificación está en total situación de abandono. La fachada, situada en la emblemática peatonal Sarandí, conserva su estética, a diferencia de su interior, notoriamente destruido.
Al dar los primeros pasos hacia adentro del predio se puede advertir la existencia de vidrios rotos, escombros de paredes que se caen a pedazos y grandes cantidades de basura de todo tipo y color.
Los salones de lo que era la Escuela de Enfermería mantienen al día de hoy los mismos bancos que utilizaban los estudiantes, pizarrones que no llegaron a ser borrados, muebles muy estropeados e incluso cientos de libros académicos tirados en el piso junto a cuadernos de docentes y alumnos. Todo intacto y cubierto por varias capas de polvo que denotan el paso del tiempo.
Esa institución funcionó en el edificio hasta principios de 2013, cuando fue completamente clausurado por considerarse “inhabitable”. Antes se habían cerrado de manera progresiva varios sectores que estaban muy deteriorados y representaban un peligro para funcionarios y estudiantes.
Pero la historia de esta manzana comenzó mucho tiempo atrás. Según informaron a La Mañana desde la Comisión Especial Permanente de Ciudad Vieja de la Intendencia de Montevideo (IM), la edificación fue construida en el año 1890.
Anteriormente, en el predio, propiedad en ese entonces del Ejército Nacional, había funcionado el Cuartel del Sexto Batallón de Cazadores, a partir de 1856. Años después, el expresidente (en su período constitucional) Lorenzo Latorre lo disolvió, pasando a quedar bajo poder del Primer Batallón de Cazadores, de acuerdo con el capitán de Navío (R), docente e investigador naval, Francisco Valiñas, consultado por La Mañana.
Tiempo atrás, en el lugar se ubicaba el Cuartel de Dragones de la época hispana que, entre mayo de 1831 y octubre de 1833, fue sede del Batallón de Infantería de Línea.
En 1907 fue fundada la Escuela Naval, cuya sede pasaría a ser el edificio Scosería, pero durante nueve años los cursos se siguieron dictando en la Escuela Militar. Previamente, la formación académica naval se impartía como parte de la carrera militar, es decir, se podía optar por ingresar a la sección naval en el tercer año. Fue en 1916 cuando se definió alojar a la institución en el inmueble de la calle Sarandí, para formar oficiales de la Marina Militar y la Marina Mercante, tal como afirmó a La Mañana el capitán de Navío y jefe de Relaciones Públicas de la Armada Nacional, Pablo González.
En la puerta de entrada, en el arco de medio punto revestido en granito, todavía se pueden percibir las letras –que fueron quitadas- que conformaban la denominación “Escuela Naval”. El gran portón de hierro resguardado por el arco conserva el símbolo de dicho instituto.
En 1968 se firmó un convenio entre el Ministerio de Defensa (MDN) y el Ministerio de Salud Pública (MSP), para intercambiar este edificio con el de la Escuela de Nurses Dr. Carlos Nery, ubicado en la calle Miramar, en Carrasco, donde hoy sigue funcionando la Escuela Naval.
Según se desprende de la página web del proyecto colectivo Sitios de Memoria, “desde 1968, en aplicación de las medidas prontas de seguridad, hasta 1977, cuando las detenidas fueron trasladadas al EMR 2 (penal de Punta de Rieles), este establecimiento fue utilizado como cárcel de presas políticas y lugar de retención de liberadas. En 1972 se erigió un muro que separaba la escuela de la cárcel y se militarizó la guardia”.
Sin embargo, Valiñas aseguró que, si bien pudo haber alguna detenida en cuestiones circunstanciales, en ningún momento fue formalmente una cárcel de mujeres. Agregó que ese sitio web fue escrito con mucha parcialidad y que la información allí expuesta “no es objetiva”.
En 2003, la formación pública de enfermeros dejó de depender del MSP y comenzó a regirse bajo la órbita universitaria. En 2004, el predio de Sarandí 122 pasó a ser la sede de la Escuela de Sanidad Dr. José Scosería, según los datos que posee la IM. Allí se impartían cursos de auxiliar de enfermería, auxiliares de block quirúrgico, vacunaciones y cuidados intensivos.
Clausura y ocupación
Por el riesgo de derrumbe del centro de estudios, el Ministerio de Trabajo (MTSS) lo clausuró en octubre de 2012, lo que derivó en la ocupación por parte de un grupo de estudiantes de Enfermería del local de la Unión, por entender que eso ponía en peligro el normal dictado de las asignaturas.
En ese momento se definió el traslado de todas sus actividades académicas y administrativas a otros establecimientos vinculados a la Universidad de la República (UdelaR) y en 2013 se cerró totalmente el edificio. En 2018 se inauguró una nueva edificación de la Facultad de Enfermería en Parque Batlle, donde confluyeron esos cursos que estaban dispersos.
Pero ¿cómo fue posible que se llegara a un estado edilicio tan deplorable? Para Valiñas, “quienes debían ser las señoras y dueñas de la profilaxis y la higiene, dejaron mucho que desear”. El especialista era recluta en la Escuela Naval cuando intercambiaron los inmuebles, y recuerda que demoraron dos meses en sacar toda la basura apilada que había dejado la Escuela de Nurses en Carrasco. En el patio inferior había unos 70 centímetros de altura de desechos, entre los cuales encontraron hasta restos del cadáver de un caballo.
Además de ese antecedente, el historiador entiende que a los enfermeros les quedó muy grande el edificio de la peatonal y que lo cuidaron muy poco. De hecho, participó en unas jornadas deportivas utilizando el gimnasio del lugar en el año 84, y ahí ya se podía notar que la falta de higiene era total.
Una selva, calabozos y antigüedades
Las condiciones edilicias actuales son realmente desastrosas, sumadas a los deteriorados y añejos insumos que eran propiedad de la Escuela de Enfermería y permanecen todavía en las instalaciones.
La Mañana recorrió el lugar junto al director de Logística e Infraestructura del Mvotma, Fernando Rodríguez, y al equipo encargado de la seguridad de la finca.
El inmueble, con un subsuelo y dos niveles, rodea un gran patio interno descubierto, que hasta hace un mes, por las crecidas vegetaciones de años –que recientemente fueron podadas-, simulaba ser una selva, según las palabras de los propios funcionarios.
El personal de seguridad está presente las 24 horas para controlar que ningún intruso ocupe el sitio. Hace unos años, en un sector de la edificación que en el pasado fue utilizado por Aluba (Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia), llegaron a residir en forma ilegal varias familias de indigentes con acceso a baños, cocina, algunos cuartos con camas y hasta un living con sillones, ventiladores y televisores. Su desalojo tardó varios meses.
Al día de hoy quedan muchas muestras de la presencia de los ocupantes: se pueden ver los ambientes repletos de basura, juguetes de niños, sillas, partes de electrodomésticos, entre otras cosas.
Los pasillos subterráneos, donde están los calabozos de la vieja Escuela Naval, son del edificio original. Hasta ahí no llega la instalación eléctrica, pero por un tema de seguridad, el equipo de mantenimiento debió colocar luminarias.
A lo largo del recorrido se pueden encontrar antiguos elementos como decenas de máquinas de escribir, un mimeógrafo y un proyector de diapositivas. También se hallan en el lugar desde numerosas computadoras e impresoras, hasta productos químicos, pasando por una colección de huesos.
En un pequeño sector con ingreso en la calle Guaraní funciona el Programa Calle del INAU.
En 2017 MVOTMA compró por USD 2 millones, pagando el doble de oferta de inversor privado
El plan del Mvotma es limpiar y ordenar el sitio para recibir en las próximas semanas a inversores interesados en él. Las opciones que maneja la cartera son hacer una coparticipación con el promotor, vender el predio o cambiarlo por metros cuadrados de viviendas para tener a su disposición en otros lugares, según explicó a La Mañana el director general del ministerio, Gabriel Albornoz.
El jerarca sostuvo que lo único que dejó la administración anterior en la cartera de tierras fue este edificio y dos padrones en Punta de Rieles. En el período pasado esta manzana todavía pertenecía a la UdelaR. En un principio la institución realizó un llamado a interesados y se presentó una sola empresa, que ofertó 900.000 dólares. Se le pidió mejorar el monto y lo elevó a 1.100.000 dólares, pero no lo vendió. Lo terminó comprando el Mvotma en junio de 2017 por 2.000.000 de dólares, aunque “no vale ni cerca de eso; fue una donación de plata a la UdelaR y se clavaron con ese predio”, opinó Albornoz.