Uno de los desafíos de las cooperativas es llegar a los productores más jóvenes para que puedan recibir todos los beneficios que tiene pertenecer, en el caso de Calmer se ofrecen todos los servicios para quien disponga de tierras y ganas de trabajar.
El 15 de agosto de 1960 nació la Cooperativa Agropecuaria Limitada Mercedes (Calmer). Desde entonces ha venido sumando experiencia y ganando reconocimiento siendo hoy la cooperativa que logra los mejores promedios productivos a nivel nacional. Emplea directamente a 50 personas y posee 189 socios de los que 134 son personas físicas y 55 personas jurídicas.
El vicepresidente de Calmer, Ing. Agr. Jorge Andrés Rodríguez, conocido a nivel nacional por su gestión al frente de la Asociación Rural de Soriano y como pieza clave en la organización de la ExpoActiva, dijo a La Mañana que la base de la fundación de Calmer fue “integrar el negocio agrícola” y que “el productor tuviera una defensa en el mercado”, pero además “compartir con los socios los beneficios, y mitigar los perjuicios cuando los hay”. Esa parece ser la mejor definición de lo que una cooperativa debe ser.
En sus inicios Calmer “comenzó con insumos, después rápidamente se pasó a lo agrícola” ofreciendo “un lugar donde se podía acopiar y vender el grano el resto del año. El grano se producía casi todo para consumo nacional y la cooperativa estaba focalizada a almacenar y distribuir las ventas en el año y de esa manera defender al productor”.
Con los años la agricultura tuvo su “auge, se genera más mercado de exportación y la cooperativa fue tomando más cuerpo como lugar de almacenaje y ahí es donde competitivamente surgen los desafíos más grandes. Cuando hablamos del costo país sabemos que cuanto más directo vaya el grano al consumidor en el exterior, es más viable como negocio, y eso hace que una cooperativa como la nuestra se haya tenido que innovar y lograr agilidad parta competir con otras empresas”, expresó.
Una institución con 60 años necesariamente debió haber navegado en aguas tranquilas como turbulentas. Una de las experiencias más difíciles se generó hace unos años cuando cerró una empresa de Brasil para la cual Calmer vendía cebada. “La empresa brasileña quebró y nos quedamos con una planta moderna, con dos plataformas de descarga, toda interconectada, cuyo mantenimiento ha implicado un esfuerzo muy grande para la cooperativa”, dijo el Ing. Rodríguez.
“Cuando empresas multinacionales, con otra espalda financiera bajan a la cancha del productor primario, obviamente que se complica para las empresas medianas”
Esa situación “nos dejó dificultades porque quedamos con una generación importante de semillas para ese negocio” que ya no estaba, sin embargo “la cooperativa pudo cumplir con los socios pero las dificultades se hicieron financieramente”, comentó, y agregó que “el último evento que generó algún ruido negativo fue la seca del invierno del 2018 y la seca del 2018/2019 en los cultivos de verano que afectó mucho a todo el sector agrícola”.
Superadas ambas instancias la cooperativa esta “funcionando, este año hicimos como 600 toneladas de raigrás”, sin embargo el lado doloroso fue que “después de la cebada y la seca tuvimos que hacer una reducción importante de personal que nos costó mucho porque hay mucha fidelidad con los empleados y sentimos que entre todos formamos la familia Calmer”.
De todas maneras “estamos trabajando” y con el apoyo de Incubacoop se “desarrolló una nueva unidad de negocios, Calmer Food. Había inquietud en algunos socios de la cooperativa porque en la zona se estaba volviendo a la ganadería” y se podrían aprovechar las instalaciones que se poseen para prestar un servicio” y así “aprovechar los granos disponibles”. Esa iniciativa “no ha funcionado todo lo que hemos querido pero con conocimiento de los productores la cooperativa tiene la capacidad de procesar cualquier grano y hacer cualquier ración y eso en la zona está cobrando importancia”, comentó.
“Los jóvenes productores que vieron el auge de la soja y que tienen otra forma de ver las cosas, la cooperativa no les llega”
Tenemos el desafío de la viabilidad prestando otro tipo de servicios
La cooperativa no está exenta de “complicaciones financieras”, comentó el vicepresidente. “Estamos tratando de llegar a un acuerdo con el BROU y poder funcionar más cómodamente, tenemos un negocio que da margen porque tenemos una planta actualizada y un equipo de trabajo muy comprometido en un sector y muy competitivo, y es bueno que haya testigos en el sector productivo con la ventaja del sector cooperativo”.
“Obviamente que tenemos que estar permanentemente innovando en un negocio que tiene mucha tradición y que es muy sencillo, pero cuando empresas multinacionales, con otra espalda financiera bajan a la cancha del productor primario, obviamente que se complica para las empresas medianas”. Eso ha sucedido “en estos años y muy agresivamente”, apuntó.
También “ahí está el desafío de la viabilidad de la cooperativa, en prestar otro tipo de servicio que consiste en que el productor pueda tener su grano en la planta, que el almacenaje sea razonable, que pueda destinar una parte para ración, contar con la semilla en una planta de confianza y con la última tecnología”.
Son todas cosas que “cuestan dinero y dificulta los números de la cooperativa, pero en esta zafra hemos dado cumplimiento pagando a los 10 o 15 días de vendido el grano, como lo hacen las demás empresas, y como debe ser. Sin embargo tenemos que tener con el banco una atención de un plan de pago que se corresponda con la actividad de la cooperativa”, dijo, y añadió que tiene optimismo en las respuestas que puede dar el nuevo Directorio del BROU, a diferencia del anterior con el cual “veníamos trabajando con muchísima dificultad” porque “no entendían el negocio que nosotros hacíamos. Pensamos que se abre una nueva etapa en la que quizá esa cooperativa testigo sea valorada por el trabajo de todos los años y seamos correspondidos por parte del banco”.
El cooperativista no es un cliente, sino que es parte de la cooperativa
El vicepresidente de Calmer, Ing. Agr. Jorge Rodríguez dijo que no tiene duda de la importancia del cooperativismo, el problema está en las generaciones más jóvenes de productores a los que es más difícil llegar. “Los que estamos en el cooperativismo estamos convencidos de sus bondades” respecto “al apoyo que recibe el productor. Pero a veces la gente va por el marketing y busca otras cosas, se aleja de la cooperativa y pierde esas ventajas que uno las palpa directamente”.
“El productor que es cooperativista no es un cliente, sino que es parte y yo como productor me siento defendido por la cooperativa”, pero ese es un sentimiento que “los más jóvenes no lo sienten así”, lamentó.
Dijo que ese es un fenómeno “generacional” porque son “los jóvenes productores de 8 o 10 años que vieron el auge de la soja y que tienen otra forma de ver las cosas y la cooperativa no les llega”.
El dirigente invitó a que los productores “se acerquen y vean cómo se defiende al productor en la cooperativa. Tratamos de transferir los menores costos posibles y que el negocio sea transparente. Es algo que quienes tenemos tradición de familia cooperativista lo vemos como natural, los nuevos no”.
“La cooperativa ofrece todos los servicios: financiación del cultivo, el asesoramiento técnico, el almacenaje, la posibilidad de vender, de tener semillas propias, recibir servicios de acondicionamiento de esa semilla, de cuidados con todas las normativas. La cooperativa es capaz de viabilizar cualquier negocio agrícola con cualquier productor que disponga de la tierra y las ganas de trabajar”.
Agregó la cooperativa tiene “un equipo armado que entiende el negocio del productor”, pero “en un ambiente muy competitivo es difícil acercar más gente, pero es el desafío que tenemos, que la gente pueda ver la cooperativa que con 60 años está renovada y capacitada para salir adelante” con el fundamento de que “cuando hay un beneficio se derrame a los socios, y cuando hay un perjuicio mitigarlo entre todos”.
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