Hasta ahora los europeos se despreocupaban de la producción agropecuaria y dependían del trabajo de los inmigrantes para las tareas de ese rubro, pero eso ha comenzado a cambiar según una encuesta realizada en España.
La pandemia desnudó la falta de trabajadores rurales en Europa lo que generó múltiples amenazas no solo para la agropecuaria, la industria y el comercio que se mueve por la producción, sino para los europeos en general.
En los últimos meses hubo pérdidas económicas en el sector debido a cosechas no realizadas o hechas con retraso que afectó la calidad de los productos; esto a su vez empujo los precios al alza ya que la falta de esos productos no cosechados implicó escasez de los mismos o la necesidad de importarlos a un precio mayor. Todo redundó en una mayor inseguridad alimentaria, un extremo que ningún gobierno puede permitirse bajo ninguna circunstancia.
Desde hace muchos años, Europa suple la falta de mano de obra rural local con la contratación de extranjeros porque los ciudadanos naturales no quieren hacer ese tipo de trabajos. Pero la pandemia cerró fronteras y limitó al mínimo la llegada de extranjeros desde y a todos los países del mundo, por lo que el personal zafral no pudo ingresar y cumplir las tareas que el agro necesitaba. El mundo se paró pero la naturaleza siguió su ciclo y no esperó.
La primera reacción de las oficinas de trabajo y las empresas agropecuarias fue la más lógica, dar trabajo a sus compatriotas que lo habían perdido y con mano de obra local cumplir con los requerimientos según el área productiva de cada emprendimiento. Pero se encontraron que a pesar del desempleo los europeos seguían sin querer trabajar en el medio rural. Prefirieron aferrarse al seguro de paro, a los trabajos de medio tiempo e incluso informales; hasta optaron por la desocupación. Y aquellos pocos que por necesidad estaban dispuestos a realizar tareas rurales no tenían la preparación ni el conocimiento mínimo para asumirlas, o simplemente no resistían el esfuerzo físico de algo que parece tan simple como cosechar frutas u hortalizas.
Otro de los sectores afectados fue la ganadería. En Uruguay conocemos la historia de los esquiladores que viajaron a España para esquilar miles de ovejas porque en aquel país no hay quien haga ese trabajo a pesar de que se paga muy bien.
La industria cárnica también mostró su dependencia de los extranjeros, uno de los casos más notorios ha sido Alemania donde los frigoríficos se convirtieron en lugar de riesgo y la propia canciller Ángela Merkel advirtió sobre eso.
Abrumadora mayoría cree que son importantes las políticas de protección productivas
Pero quizá la pandemia ha servido para que los europeos comiencen a tomar conciencia sobre la importancia de fortalecer sus sistemas productivos. En España, una encuesta de Sigma Dos, una empresa especializada en estudiar mercados, efectuó una encuesta para el diario madrileño El Mundo en el que destaca que un alto porcentaje (94 %) de encuestados entiende que el país debe tomar medidas para que la producción agropecuaria española no dependa de otros países.
Una de las preguntas de Sigma Dos busca responder cuánta importancia da la población a las políticas de protección de la producción agropecuaria española para no depender de otros países. A la vista de los antecedentes, la respuesta es sorprendente: el 94 % de los encuestados considera valiosas ese tipo de medias contra apenas el 3,1 % que las considera sin importancia.
El consumo de productos locales
Otro de los asuntos valorados por los españoles y que surgen en la misma encuesta es el etiquetado de procedencia, prefiriéndose el consumo de productos locales.
La encuesta establece que el 74,9 % de los españoles van a fijarse en el etiquetado de los productos de vacuno que vaya a consumir para elegir los de origen local, contra el 18,6 % que no se fijará en ello.
La encuesta abarcó a 1.200 personas mayores de 18 años de todo el territorio español.