El nuevo canciller, Francisco Bustillo, designó los embajadores en España y el Vaticano. Desde sus primeros gestos marcó una forma de proceder distinta a la de su antecesor. El nombramiento de Carriquiry en el Vaticano implica la elección de una figura de larga trayectoria en la Santa Sede y muy cercano al Papa Francisco.
Tras cumplir una semana de cuarentena precautoria desde su llegada de España, donde dicho sea de paso la situación sanitaria evoluciona favorablemente, el nuevo canciller Francisco Bustillo se reunió con el presidente Luis Lacalle Pou para dialogar sobre algunos ejes de la política exterior de los próximos años. En el aeropuerto había sido recibido por el ex presidente Luis Alberto Lacalle y en estos días concretó encuentros también con los ex mandatarios Julio María Sanguinetti y José Mujica.
Por otra parte, según informó Búsqueda, Bustillo resolvió postergar hasta diciembre el cambio de embajador en Bruselas para que coincida con el final de la presidencia pro témpore de Uruguay en el Mercosur. De acuerdo a fuentes consultadas por ese medio el cambio de embajador hubiera sumado ruido al proceso que apunta al cierre del acuerdo de libre comercio entre el bloque y la Unión Europea. Además, descartó aplicar el programa “Diplomacia Económica y Comercial 5.0” que había presentado el ex ministro Ernesto Talvi apenas antes de abandonar el cargo.
Las primeras señales del canciller Bustillo parecen mostrar una doble diferencia con su antecesor durante la breve gestión que encabezó: el compromiso de seguir los lineamientos del presidente y la disposición de implementar una política de estado en materia de política exterior, a diferencia del estilo más personalista que caracterizó a Talvi.
En conferencia de prensa el nuevo ministro de Exteriores anunció la decisión de designar dos nuevos embajadores en el exterior. Se trata de Ana Teresa Ayala que será destinada a Madrid y de Guzmán Carriquiry que representará a Uruguay ante el Vaticano. Habiendo sido embajador en España desde 2012 hasta 2020, Bustillo toma parte entonces de la elección de su propio sucesor, “una conocedora del medio español” en palabras del propio canciller, en referencia a la diplomática con más de tres décadas de trayectoria.
Especialmente significativa es la designación del abogado Guzmán Carriquiry como embajador en el Vaticano. Radicado en Roma desde hace casi medio siglo, Carriquiry fue asesor de los últimos cinco papas y es sin dudas uno de los laicos más prominentes de la Iglesia Católica y tiene una larga amistad con el cardenal Bergoglio, actual papa Francisco.
De hecho, Francisco prologó uno de los últimos libros de Carriquiry del año 2017 titulado “Memoria, coraje y esperanza. A la luz del Bicentenario de la Independencia de América Latina”. En esa introducción, el sumo pontífice llama a dirigirse “hacia horizontes más amplios”, se pregunta “en qué quedó el apelativo de continente de la esperanza” y si acaso podemos “resignarnos a un pragmatismo de muy corto aliento en medio de la confusión”.
El 15 de enero de 2018, Bustillo fue uno de los presentadores del libro de Carriquiry en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid. En aquella oportunidad, el embajador destacó que “desde el comienzo del siglo XX, la reflexión continental encontró espacios importantes en autores, que como es el caso de José Enrique Rodó, tempranamente en 1900 con su ensayo Ariel, permitieron un rico diálogo interno en América que se iría acrecentando rápidamente con el devenir temporal”. “Nombres como los de José Vasconcelos, Francisco García Calderón o Manuel Ugarte se van integrando de manera asociada a la reflexión rodoniana en una línea de pensamiento propio que invertebra la lógica decimonónica de civilización y barbarie, así como los fáciles encandilamientos que entonces produjeron la tecnología industrial inglesa y el humanismo literario francés en el cuerpo intelectual y político americano”, agregó.
“Esa nueva historia nos ayudará, posiblemente y tal como lo planteó el doctor Carriquiry a proyectar un futuro de unidad, a hacer real la idea de una América Latina unida en base a una historia de unión, una historia de comunidad marcada por lo que resulta propio en la patria chica, pero también, y por sobre todo, lo que nos resulta común y nuestro de la Patria Grande americana”, destacó Bustillo en aquella oportunidad.
Francisco, desde que fue electo papa en 2013, todavía no ha realizado una visita pastoral ni a Uruguay ni a Argentina. El primer pontífice rioplatense y latinoamericano, sin embargo, ha recorrido largamente las Américas, desde Estados Unidos, Cuba y México, hasta Chile, Brasil y Paraguay, pasando por Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y Panamá.
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