Es quizás el texto que más veces ha sido reeditado en nuestro país. Pero más significativo es el hecho que esté vivo en la memoria oral de cualquier fogón del rincón más alejado de la patria.
Serafín J. García nació en Treinta y Tres de origen humilde accediendo tan sólo a completar el nivel escolar. Huérfano a temprana edad tuvo que trabajar en los más diversos oficios. Pero sus esfuerzos descollantes lograron convertirlo en el gran creador de la literatura gauchesca por lo cual logró el Premio Nacional de Literatura ingresando asimismo a la Academia Nacional de Letras.
Su excepcional sensibilidad lo llevó a retratar al gaucho real, al paisano de carne y hueso. En su prolífica obra encontramos todos los ribetes de la vida rural, desde la sátira casi surrealista de Los Partes de Don Menchaca, el humor y la ternura en Las Aventuras de Juan el Zorro hasta el dolor en Carne Viva y el alma torturada pero rebelde en Tacuruses.
El título lo dan los hormigueros cónicos que frecuentemente se encuentran en los bañados, los cuales le dan una peculiar característica al paisaje rural:
“Sobre´l lomo potro de mi campo crudo
-que nunca ha sentido de un arao la marca-
prontos pa meyarles el filo a las rejas
estos altaneros tacuruses se alsan”
La dignidad de “Hombrada”, la rabia en “Oración”, el himno a la rebeldía chúcara de “Orejano” construyen un canto profundamente uruguayo de libertad, que al glosar tan acertadamente al pago sufriente logra pintar el mundo. He ahí la magia imperecedera de esta obra maestra.