Los últimos días han sido reveladores tanto de la magnitud del impacto del COVID-19 en las principales regiones económicas del mundo así como de los esfuerzos sin precedentes que éstas han implementado para evitar caídas aún mayores en el nivel de actividad y de los ingresos de la población.
Pasaremos revista por las principales novedades incluyendo las estadísticas del PBI para el segundo trimestre, las expectativas disímiles para los EE.UU. y Europa frente a la segunda ola de contagios, las nuevas medidas de apoyo con especial énfasis en la mutualización de deuda en la eurozona y, por último, un vistazo a las perspectivas locales en función de lo que está sucediendo en el mundo.
Las cifras del norte
Evidentemente nada vende periódicos como una buena mala noticia (valga la contradicción). Si bien las cifras de la caída del nivel de actividad en el hemisferio norte durante el segundo trimestre (T2) fueron de por sí impactantes, su anuncio mediático en términos anualizados fue poco menos que catastrófico. En vez de describir lo que pasó en un trimestre (el segundo del año), las cifras enfatizan lo que podría pasar si el PBI continuara contrayéndose al mismo ritmo durante los tres trimestres siguientes. Cabe señalar que el origen de esta práctica radica en las agencias estadísticas (no en la prensa).
En el cuadro adjunto, la tercera columna presenta la tasa de caída porcentual en el nivel de actividad económica del segundo trimestre del año con relación al primero. Muestra el cambio real de dicho trimestre con el inmediato anterior. La cuarta columna, en cambio, simplemente anualiza dicha tasa. Tomando como ejemplo los EE.UU., si la contracción de 9,5% se mantuviese por tres trimestres más, entonces al cabo de 12 meses el PBI habrá caído en 32,9%. Pero nadie cree que eso vaya a suceder. La expectativa, quizás optimista, es que en EE.UU. haya recuperación a partir del tercer trimestre (12%) y que en total el 2020 caiga un 8%.
La recuperación Nike
A nadie escapa la estrecha relación inversa entre cuarentena y nivel de actividad. La mayoría de los países que priorizaron la economía con confinamientos tardíos, “light” o de corta duración hoy están atravesando segundas olas con niveles altos de contagio a medida que la gente se reintegra a su actividad normal. Los EE.UU. son un claro ejemplo, donde algunos estados que evitaron los rigores de la primera ola hoy enfrentan una situación de mayor gravedad. Japón presenta una faceta similar.
En Europa la urgencia en abrir los países a las concurrencias del turismo estival ha exigido un alto costo en nuevos contagios, contribuyendo a la severidad de la segunda ola. Si bien la experiencia adquirida durante la primera fase permite mejor detección y rastreo de los focos, los rebrotes en varias localidades (Cataluña, por ejemplo) han terminado por ahuyentar a los extranjeros. Solo las economías emergentes de Asia – liderados por China, Malasia y Vietnam – están mostrando dinamismo en el segundo trimestre.
Todo lleva a pensar que la recuperación económica del tercer trimestre pueda ser menos enérgica de lo esperado originalmente, con el rebote en V gradualmente alongándose en su fase expansiva hasta adoptar la forma del logo de una popular marca deportiva. El COVID-19 y las economías seguirán jugando a las escondidas hasta que aparezca una vacuna o que la sociedad haya logrado desarrollar los anticuerpos por la vía tradicional.
Las medidas de apoyo
En la medida de sus posibilidades todos los países han adoptado programas de apoyo fiscal y financiero ante la persistencia de la pandemia y su impacto sobre los niveles de empleo e ingresos. La creación de dinero y la emisión de deuda han alcanzado niveles insospechados en los países avanzados, que son los únicos que pueden recurrir a estos extremos. En los demás, la creación de dinero tendría un impacto desestabilizante inmediato, mientras que los mercados financieros prontamente cerrarían el acceso a países emergentes cuyo cociente deuda/PBI rebasare niveles prudentes.
El privilegio de emitir la moneda de reserva internacional no ha pasado desapercibido en los EE.UU. En los 5 meses desde fines de febrero – cuando oficialmente se reconoció la pandemia – la cantidad de dinero medida por M1 aumentó 35% (104% anualizado). Sin embargo la inflación anualizada permanece por debajo del 2%. ¿Cómo puede ser? Mientras haya demanda por dólares en el resto del mundo, el impacto de la creación monetaria sobre los precios internos será mínimo. Y si el resto del mundo decide ahorrar en bonos emitidos por el Tesoro de los EE.UU., la demanda por estos títulos será inagotable.
Mutualización de deuda en la Unión Europea
La conducta del Banco Central Europeo no ha sido muy distinta, pero en Europa la gran novedad es de índole fiscal: luego de largas deliberaciones la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE) anunció que se endeudaría en €750 billones (USD 885 billones) para financiar un fuerte aumento de 68% en su presupuesto para 2021-27 que ahora llegará a €1.850 billones para apoyar la recuperación económica.
Pero la novedad no es solo el tamaño del presupuesto sino el hecho que – al endeudarse la misma Comisión – se convierten en deudores solidarios todos los países miembros de la Unión. Este ha sido un acuerdo resistido por algunos miembros nórdicos, que lo consideran como un primer paso hacia la unificación fiscal, y que no dispone de apoyo mayoritario dentro de sus electorados.
El dólar en retroceso
Sin embargo la desmedida expansión monetaria de la FED – junto a la errática conducción del gobierno en especial ante la crisis pandémica – ha comenzado a minar la confianza en la moneda estadounidense. Hace tiempo ya que algunos de los bancos centrales más importantes del mundo vienen diversificando sus reservas a expensas de bonos estadounidenses. Luego de mantener una paridad estable en el correr del año, en el mes de julio la cotización del dólar en euros bruscamente cayó más de 5%.
El mercado cambiario en Uruguay ha seguido la misma tónica. El efecto puede llegar a ser favorable si se refleja en un aumento en el precio de los commodities que nuestro país exporta, ya que estos se cotizan en dólares. Pero hasta que ello ocurra, el impacto inmediato es negativo. De todas formas, en la relación de competitividad y rentabilidad de la producción nacional es mucho más importante el conjunto de sobreprecios internos que dominan su costo que los vaivenes del dólar en los mercados financieros mundiales.
Es prematuro aun saber cual será el impacto de la pandemia en Uruguay. En materia sanitaria quizás haga falta que nos llamemos nuevamente a responsabilidad individual en caso de que la apertura demuestre ser – como en otros países – aun prematura. En materia económica, recién con los datos del segundo semestre tendremos una idea cabal de la demanda interna y nuestra capacidad de atenderla.
Pero serán – como siempre – las condiciones externas y nuestra oportunidad de aprovecharlas lo que determina en última instancia la marcha de la economía. Por el momento, Asia parece ser el mercado más prometedor en términos de demanda.
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