En la noche del martes 4 de agosto falleció Alberto Zumarán, abogado y político de amplia trayectoria en el Partido Nacional.
Proveniente del cerno de la juventud herrerista – fue uno de los fundadores del Movimiento 8 de abril en evocación a la fecha que murió Luis Alberto de Herrera- avistó en Wilson Ferreira Aldunate al conductor con el ademán adecuado, para llenar el vacío que dejaba el viejo caudillo, en aquellos turbulentos momentos que se cernían sobre el país, en la década de los 60.
Ocupó las primeras posiciones en el Movimiento Por la Patria desde su inicio en 1970.
Y desde ese entonces desarrolló una destacada militancia política donde puso en evidencia sus aristas más sobresalientes: lealtad a la Causa y a la gente, una conducta austera y honrada que unida a la profundidad de un intelecto carente de flato académico, configuraban las aristas de una personalidad relevante, que él trató siempre de ocultar con su clásica sonrisa bonachona. La obligada opción por el bajo perfil, es adorno obligado en los que verdaderamente son grandes.
Fue el propio Wilson proscripto quien lo eligió para ser el candidato con el recordado slogan “Una mano no basta dame, las dos: los uruguayos sumarán. Zumarán, con el Partido Nacional”- en los comicios del 84.
Fallecido el nuevo caudillo blanco, volvió a ser candidato en las elecciones del 89 por la voluntad de la militancia.
Como abogado y brazo derecho de Wilson Ferreira, cumplió un papel protagónico durante el ajetreado proceso de apertura democrática.
Evocamos sus valientes palabras pronunciadas en un programa periodístico en marzo de 1999 a los 10 años del primer plebiscito donde el soberano consolidó la Ley llamada de Caducidad.
Allí el Senador Zumarán afirmaba, aludiendo al primer plebiscito -sin imaginar que el soberano se iba expedir una segunda vez con el mismo sentido- lo que “la solución uruguaya tuvo de peculiar y distinto a la chilena, a la argentina y también a la brasileña. Entre otras cosas nuestro Estado tiene ese instituto que nuestra Constitución consagra, el referéndum, donde la democracia se ejerce en forma directa. Digo esto porque muchas veces se pone en tela de juicio la vigencia de estos institutos de democracia directa, y yo creo que justamente aquí en Uruguay han servido para solucionar temas que de otro modo podrían haber seguido pendientes” …y “nadie puede discutir una ley que fue convalidada popularmente…”
Con Alberto Zumarán, los pilares de la patria vieja, que siempre sostuvieron el principio irrenunciable de la soberanía popular de cuño artiguista, se mantuvieron enhiestos y rejuvenecidos.
¡Quiera Dios que esta semilla no muera asfixiada en este páramo de valores que le toca a la generación que hoy lo sucede!