En los últimos años el acoso -en todas sus expresiones- pasó a ser un tema de discusión diaria, como parte de un proceso de sensibilización al que somos sometidos en forma permanente. Es un tema evidentemente muy importante, pero su tratamiento periodístico muchas veces resulta en reputaciones arruinadas sin que haya intervenido antes un tribunal de justicia. Algún periodista pretensioso, en su infinita pequeñez, aprovecha la oportunidad para agregar al acusado de turno una lista interminable de pecados, como escribir con puntuación deficiente o vocabulario pobre.
Algunos de estos modernos Savonarolas se asocian -en esta pretendida cruzada en defensa de los valores- a intereses inconfesables. Probablemente sin advertirlo, cometen en el proceso una de las formas más repugnantes de abuso, y esto es la manipulación de mentes desprevenidas.
Es un abuso mental, por ejemplo, seguir propagando la idea que la llamada “inclusión financiera” es una medida diseñada para mejorar de algún modo las condiciones en que la población accede al sistema financiero. Si nos abstraemos de los panegíricos y nos atenemos a los números fríos, observamos que los pequeños ahorristas siguen recibiendo 0% de tasa de interés por el dinero que tienen en sus cuentas corrientes, que pagan tasas por encima de 150% si toman crédito de las colaterales financieras de los bancos –los mismos que le captan su ahorro a tasa cero- y que hacer un trámite en el BROU les lleva cada vez más tiempo, especialmente luego que este banco estatal estrenó el juguete millonario que se hace pasar por software bancario. Con tantos paneles periodísticos, ¿no se le ocurre a nadie preguntar sobre esto? ¿O temen que los emisores de tarjetas retiren sus avisos?
Es también un abuso mental escuchar que la obra de UPM será una gran generadora de empleo –el único argumento a favor de todas las dádivas entregadas por el Frente Amplio entre gallos y medias noches -, cuando para los primeros trabajos apareció una empresa argentina, con trabajadores argentinos y maquinaria mantenida también del otro lado del río.
Constituye también un abuso a la inteligencia de los uruguayos hacernos creer que todos los beneficios fiscales otorgados por la COMAP beneficiaron a las empresas en general, cuando sabemos que para acceder a ellos era necesario contar con costosos consultores y asesores, lo que garantizaba que ese beneficio en la práctica era disponible principalmente a los grandes empresarios. Y por supuesto, si eran extranjeros, mejor.
Finalmente, es un abuso mental hacerle creer a los televidentes que la existencia de un panel numeroso de periodistas es garantía de diversidad, cuando en muchos de ellos lo único que se aprecia son variaciones sobre el mismo leit-motiv de defensa de toda la “obra” del progresismo vernáculo, y ataque a todo aquel que se atreva a desafiar el discurso dominante.
Lo absolutamente cierto es que la ciudadanía tiene la inteligencia del hombre común, y lejos de dejarse engañar, espera que emerja un conductor que de voz y acción al pensamiento nacional.
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