Una persona afable, un zurcidor de consensos. Así podría describirse a este senador multifacético, amante de los deportes, hombre de campo, profesional de las leyes y comprometido nacionalista. En su despacho lucen los retratos de José Artigas, Aparicio Saravia, Pedro Manini Ríos, Luis Alberto de Herrera y de su padre Gervasio. En entrevista con La Mañana, Domenech dialogó sobre varios temas de la política, la historia y la sociedad.
¿Cómo recuerda sus primeros años?
Nací en Montevideo en 1950, mi padre era nacido en San José y desciendo de una de las familias fundadoras de aquella ciudad. Mi madre era argentina, porteña. Me crie en el barrio del Cordón y luego nos mudamos a Pocitos, donde realmente fui muy feliz porque vivía en una casa con contacto con muchos vecinos. Ahí aprendí a jugar al fútbol, que fue una gran pasión y que practiqué con mucho entusiasmo hasta muy mayor. También tempranamente me hice socio del club Juventus, una institución que no pertenece a la Iglesia pero que está vinculada desde su fundación, y hasta participé como suplente en su directiva. El deporte me ha ayudado muchísimo no solo desde el punto de vista físico sino también espiritual, porque ayuda a entender el sentido de la competencia, saber ganar y perder.
Su padre, Gervasio, fue diputado. ¿Estaba presente la política en su hogar?
Él había militado en el herrerismo, dentro del grupo de Daniel Fernández Crespo. Cuando conformó el Movimiento Popular Nacionalista, que tenía presencia en todos los departamentos y era una organización política muy bien entramada, se separa del herrerismo pero por una cuestión de candidatura porque en realidad no había una diferencia sobre temas ideológicos. En 1958, luego de haber sido edil y tener una incipiente carrera política, es electo diputado por la lista 51 por el departamento de Montevideo. Recuerdo esos años, esa primera victoria del Partido Nacional en lo que iba del siglo XX que realmente conmovió al país.
En el Parlamento ha tenido la oportunidad de homenajear a Luis Alberto de Herrera, ¿cuánto le ha marcado?
Retengo en mi memoria particularmente el fallecimiento del doctor Herrera. Estaba con mi madre, yo tenía ocho años, en la esquina de 18 y Río Negro, en el London París. De repente cuando salimos era un mar de gente, nunca vi tanta gente en esa avenida como en aquella oportunidad. Sobre las cabezas de la gente, como si fuera un leño, iba el féretro de Herrera empujado por los brazos en alto de las personas que estaban en esa manifestación popular que demostraba congoja y adhesión a un caudillo partidario, que yo creo que no ha habido en la historia de Uruguay otro tan importante.
Los detractores de Herrera aún hoy lo colocan en un lugar conservador y antipopular…
Herrera era un caudillo popular. Fue un paladín de las conquistas obreras, porque presentó con Carlos Roxlo y Ponce de León el primer proyecto de limitación de la jornada laboral en la historia del Uruguay. Obviamente que ese proyecto, en cámaras donde el Partido Nacional era minoritario, no fue aprobado. Tuvo desde su primera juventud, a fines del siglo XIX, una preocupación por el tema obrero. Y murió, como dice Haedo en su magnífico libro, preocupado por el precio del boleto y del kerosene, que era tan importante en aquella época para los trabajadores.
Era un hombre con formación universitaria, extraordinario historiador. Ha escrito una cantidad enorme de libros sobre la historia en el Río de la Plata, contando la verdadera historia. Sin embargo, pocos historiadores lo citan y eso que él no era un repetidor de versiones proporcionadas por otros, sino que se había sumergido en los archivos, por ejemplo, del Foreign Office de Estados Unidos o también en Argentina.
Otra de sus grandes influencias es el artiguismo. ¿De qué manera?
Hasta el hecho de que yo sea hijo de una porteña me genera interés por conocer en profundidad la historia de las dos orillas, que es una historia de hermanos, a veces separados por intereses, pero que también sienten la comunidad de su origen. Bien decía Borges que argentinos y orientales “son tientos de un mismo lazo”.
Eso lo comprendió perfectamente Artigas. Su lucha fue por mantener al Río de la Plata unido, tratando de contrarrestar los intereses de la oligarquía porteña, que tanto daño le ha hecho incluso a la Argentina de hoy. El 25 de agosto es nuestra segunda independencia, de Brasil y Portugal, pero antes nos independizamos de España en el Congreso de Oriente de 1815.
¿Qué es el artiguismo social de Cabildo Abierto?
El artiguismo no es un patrimonio de Cabildo Abierto. Es patrimonio de todos los orientales. Cabildo Abierto entiende hacer una interpretación precisa del artiguismo tal como fue elaborado por el prócer. Para mí tiene tres columnas. La que surge de aquel discurso que dice “mi autoridad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana” y nadie que pretenda otra cosa puede considerarse artiguista. Por ejemplo, quienes creen en la dictadura del proletariado no respetan ese mandato. Eso en la faz política.
En la cultural es “sean los orientales tan ilustrados como valientes”, dicho por un hombre que vivió hace dos siglos con una visión formidable sobre la importancia de la cultura del pueblo. Y por último aquella frase del Reglamento de Tierras “que los más infelices sean los más privilegiados”, lo que hace al contenido social y económico del artiguismo. No pretendió crear granjas colectivas sino distribuir la propiedad. Y nosotros vemos una amenaza hoy, desde el punto de vista de la libertad económica, cuando se pretende concentrar la propiedad en las grandes empresas o suprimir la propiedad en aras de generar una especie de monopolio estatal de los bienes y servicios. Esas dos concepciones las entendemos como antiartiguistas.
Es una persona también de las leyes, de profesión abogado y escribano. ¿Cuál ha sido su relación con el mundo del Derecho?
Una larga relación que comienza en el hecho de que mi padre ya era abogado. Cuando yo tenía 15 años recorría en bicicleta los Juzgados de Paz repartidos por toda la ciudad de Montevideo, cuyo sentido era acercar la justica a la gente del barrio, cosa que se ha perdido. Yo creo que era una institución muy interesante y eso obligaba a realizar un esfuerzo procuratorio que implicaba traslados desde Jardínes del Hipódromo hasta La Teja o el Cerro.
Se buscaba zanjar amistosamente los litigios, algo que lamentablemente ha sido desplazado por un enfoque tecnocrático de los problemas. En un mundo donde el materialismo ideológico y práctico han progresado tanto, a veces el interés pecuniario de determinados actores de la Justicia determina que se pierda el sentido de la misma que es zanjar la controversia y no generarlas para lucrar. Es una actitud ética. Tanto con la abogacía como con el notariado, las dos carreras que he ejercido durante 43 años, tuve muchas satisfacciones y me ha generado mucho interés como herramientas fundamentales para la paz social.
“Como escribano de Gobierno, tanto blancos, colorados, como frenteamplistas siempre me trataron con el mayor de los respetos”
En un artículo de La Diaria, se le indica como “abogado sumariante de la dictadura”. ¿Vio esa publicación?
Hay órganos de prensa que se dedican sistemáticamente a perseguir a los integrantes de Cabildo Abierto y ahora se pretende que he sido “abogado de la dictadura”. En realidad fui uno de los tantos abogados de un organismo público, como era el Consejo de Enseñanza Secundaria. Al parecer, en un expediente entendí que se estaba haciendo proselitismo político y realmente he rechazado siempre el proselitismo político, que era ilegal porque en aquel momento contrariaba la ley 14.101, que defendí en asambleas de la Facultad de Derecho frente a los violentos de siempre. Además, significaba un abuso frente a la inferioridad de la situación en que se encuentran los alumnos que no tienen todos los elementos para responder a la presión que ideológicamente se busca ejercer.
Ese debate sigue instalado hoy con denuncias de violación de la laicidad en liceos…
Alguna gente entiende que el adoctrinamiento político es lícito aún en los centros de enseñanza. Observemos lo que ha sucedido por ejemplo con docentes que pretenden ir a clase con un tapabocas con consignas contra la LUC o cosas por el estilo. Y todavía eso tiene el aval de la Institución de Derechos Humanos que se ha creado y pretende avalar semejante barbaridad cuando la libre expresión de las ideas es el principio general, pero en el caso de la educación tiene el límite que es la libertad de conciencia de los educandos, que no pueden ser adoctrinados en ningún credo político.
Desempeñó el cargo de escribano de Gobierno durante nada menos que 24 años, con cinco presidentes. ¿Cómo fue esa experiencia?
Había ejercido la actividad pública como abogado y fue un desafío cambiar de rol, ejerciendo el notariado. En realidad, el escribano de Gobierno es el director de la división notarial de la Presidencia de la República. Lo hice con mucho entusiasmo porque realmente es un cargo de jerarquía con el que tuve la oportunidad de trabajar con distintos gobiernos. Tengo que reconocer que tanto blancos, colorados, como frenteamplistas siempre me trataron con el mayor de los respetos y creo habérmelo ganado porque traté de actuar con absoluta neutralidad desde el punto de vista político y la mayor precisión desde lo técnico.
Tuve excelentes colaboradores siempre, con escribanos muy dedicados, esforzados y capaces. Es una profesión que quiero mucho porque es pacificadora, busca el acuerdo de voluntades, la consecución de los intereses comunes de las partes y que además tiene un privilegio que debe cuidarse mucho que es el de dar fe y autenticar hechos relevantes para la sociedad.
Luego se da su paso a la política, desde los orígenes del Movimiento Social Artiguista y de Cabildo Abierto a finales de 2018.
Siempre fui un aficionado a la historia y la política, que es donde se resuelven los intereses comunes de la sociedad. En algún momento actué activamente dentro del Partido Nacional. Sentí en determinada situación que la política no transitaba por los andariveles que yo entendía necesarios, como la defensa del interés nacional.
Se ha generado en Uruguay y en el mundo la imposición a través de centrales muchas veces muy poderosas económicamente, de doctrinas y directivas que considero muy perniciosas. La lucha de sexos, de razas, lo vemos en Estados Unidos donde se busca avivar el racismo desde distintos y aparentes extremos ideológicos, pero que al fin coinciden en una misma mecánica de generar falsas oposiciones…
Precisamente una de las cosas que se le reconoce a Cabildo Abierto es que no es “políticamente correcto”. ¿Qué significa eso?
Justamente. Ahora se pretende que los países se gobiernen de acuerdo a directivas que provienen de organismos internacionales. Nosotros entendemos, como lo hizo Artigas, que “no debemos esperar nada sino de nosotros mismos”. No esperemos que nos lluevan inversiones del extranjero, ni maná del cielo, y no aceptemos recetas simplemente por una imposición internacional.
Yo estoy empeñado en buscar herramientas que permitan a Uruguay procesar sus materias primas. Porque desde el ámbito internacional se ha generado una división del trabajo por la que nosotros tendríamos que resignarnos a ser meros proveedores de esas materias primas, mientras que en otros lugares del mundo se reservan el trabajo industrial, que es el que da mano de obra a la gente. Precisamos procesar nuestras materias primas, sean cueros, lanas, soja, madera o lo que fuere.
He escuchado a un productor de madera muy importante de San José decir que por mes se van cuatro o cinco barcos de troncos, particularmente a China, donde hacen muebles, tablas, etc. Nosotros estamos alimentando el trabajo de otros países en desmedro del trabajo nacional.
En varias alocuciones Cabildo Abierto aborda la preocupación por lo económico, pero luego se le suele encasillar en los temas militares o vinculados a la agenda de género. ¿A qué lo atribuye?
El pueblo uruguayo es un pueblo traicionado. Ha sido traicionado por la izquierda y por la derecha. Ambas han tenido una especie de devoción sacrosanta por las inversiones extranjeras y ahí tenemos a UPM, a la que le dimos todo lo que podíamos y quizás mucho más. Pero mientras tanto, cerraron cientos de empresas nacionales y se agudizó el proceso de desindustrialización del país. ¿Qué costaba aflojar un poquito la cincha a la industria nacional? Sin embargo, hay mucha gente con vocación de gerente de multinacional que prefieren a alguien de afuera con una especie de varita mágica, que ya vimos en qué se traduce, como la generación de una gran deuda.
Por ejemplo, vamos a hacer el ferrocarril de UPM. Es magnífico el ferrocarril, pero resulta que lo vamos a pagar el doble de lo que vale por los intereses de su financiación. Y ese dinero lo conseguimos prestado por lo que damos de ganar a la banca internacional. Esto ha sido alentado por la izquierda. Los intereses plutocráticos, “cuanto más plutocráticos más temibles” decía Herrera ya en la década de 1940. En nuestro país hemos visto que neoliberales y marxistas se han arrodillado frente a la empresa extranjera.
“Cabildo Abierto no es un partido montevideano, sino de todo el país”
Otra cuestión que se endilga a Cabildo Abierto es un enfrentamiento con el sistema de justicia. ¿Hay un conflicto de este tipo?
Cabildo Abierto tiene del Poder Judicial como institución un alto concepto. Tradicionalmente la Justicia uruguaya ha sido de jerarquía, con jueces que han hecho honor a la magistratura. Lamentablemente en los últimos años, también respondiendo a esas tendencias que mencionaba antes, se ha pretendido un cambio de nuestro sistema jurídico.
En eso creo que los abogados nos comimos la pastilla y nos vendieron que el proceso judicial norteamericano es más efectivo que el nuestro. Y en realidad no es así. Insistieron en que había que desplazar el sistema inquisitivo por uno acusatorio y se creó este engendro de la Fiscalía General de la Nación que recortó los poderes del Poder Judicial, a tal extremo que ya no sé cuántas reformas se han tenido que aprobar tanto de la ley de proceso penal como de la ley orgánica, para darle alguna participación a los jueces. La materia penal es importantísima porque -afortunadamente en nuestro país no está en juego la vida pero- está en juego la libertad y el honor.
Se despiertan habitualmente en algunos medios de prensa versiones de divisiones internas, ¿es real esta situación?
Aparecen comunicados de gente anónima que no me preocupan. Si alguien no puede firmar una nota y hacerse responsable de lo que dice, carece de valor. El clima es fraterno, cuando tenemos alguna diferencia la discutimos sin problema. Cabildo Abierto está más fuerte que nunca, estamos trabajando con vistas a estas elecciones departamentales, con un despliegue muy intenso en toda la República. Porque Cabildo Abierto no es un partido montevideano, sino de todo el país. Hay un fuerte interés en el interior, tan olvidado por la política desde siempre.
¿Va a votar el desafuero de Manini?
Estuve hasta ahora estudiando el caso y reservando mi opinión para el ámbito apropiado que es la comisión de Constitución. Debo decir que en virtud de las sucesivas postergaciones y el estado público que ha tomado el asunto, que lamentablemente se ha politizado y partidizado, desnaturalizando el procedimiento, creo que es importante marcar posición y no hacer más lugar a especulaciones. No voy a votar el desafuero porque considero que no hay ningún mérito para ello y la responsabilidad por omisión, en todo caso, correspondería al mando civil superior. Es mi firme posición, según mi leal saber y entender, tras haber estudiado detenidamente las evidencias.
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