En conversación con La Mañana, el embajador norteamericano compartió su experiencia junto a productores rurales de distintas partes del Uruguay durante sus habituales recorridas por el territorio. Advirtió sobre los grandes riesgos que implica una alta dependencia de los precios internacionales y remarcó que existen muchas oportunidades de complementación en el área científica.
Usted viene de Texas, un estado importante entre otras cosas por su producción ovina, caprina y bovina. ¿Cuáles son las principales características del ámbito rural en esa región?
En realidad, Texas es muy similar a Uruguay en cuanto a ciertas características del territorio. Si lo dividimos en regiones en la parte este, más cerca de Louisiana, hay bosques, con papeleras y molinos. Si nos vamos moviendo hacia el oeste sobre California y Nuevo México el terreno cambia completamente, aunque también es una zona forestal, con producción de algodón, de arroz, y antes tabaco también pero ya no más. Incluso más al oeste se pone más seco, con menos lluvia, más desértico y ahí es donde tenemos la mayoría del ganado, especialmente vacas. También hay trigo y algodón. Y claro, también tenemos ese ingrediente mágico que realmente hace la diferencia que es el petróleo.
Ustedes tienen el puerto de Montevideo, nosotros el de Houston. Ustedes el Río Uruguay y nosotros el Río Grande con Nuevo México y México. Ustedes tienen vacas, soja, antes tenían más trigo hasta que los chinos empezaron a comprar la soja. Nosotros no tenemos tanta soja como ustedes. Y a modo de chiste digo, ustedes tienen “la celeste” y nosotros a los “Dallas Cowboys”. Son muy parecidos Texas y Uruguay.
¿Considera que el agro y la ganadería son motores de recuperación en tiempos de crisis?
La uruguaya es una economía exportadora que obviamente está muy dominada por el sector agrícola, siempre ha sido así y lo es ahora. Muy concentrado además en el ganado vacuno, en el ovino y sectores relacionados. Ahora también mucho con la soja. La desventaja de los países agrícolas es que la producción siempre se mantiene más o menos en los mismos niveles y los precios internacionales pueden cambiar, afectando la economía. Las exportaciones a China dejan mucho dinero, pero cuando China cambió los precios que había fijado y terminó pagando menos, en realidad es un costo que pagan los frigoríficos y que asumen como deuda en millones de dólares. Pero también que veo se han desarrollado otros sectores, como en la informática, que de alguna manera ayuda a alcanzar un balance. Pero la agricultura claramente es la columna vertebral de la economía del país.
¿Ha notado la repercusión en algunos sectores?
Tengo entendido que en el pasado tenían 22 millones de ovinos y se exportaba lana por supuesto, como también carne y quesos. Pero en un momento el precio de la lana colapsó porque se empezaron a usar materiales sintéticos y ya la lana no se usaba tanto. Pasaron entonces de 22 a 6 millones de ovinos. Por un tema de mercado internacional, no porque se hayan cometido errores internos. Los mercados internacionales cambian mucho.
Y no olvidemos la producción lechera. Estuve en Durazno y en Florida visitando tambos. Es un commoditie muy importante que no se usa tanto para exportar sino para la demanda doméstica. La leche en polvo sí se exporta. Estuve con una familia de tamberos que había estado en ese predio por cien años con 37 vacas y de ahí pasamos a un centro de investigación con más de 1000 cabezas, o sea que conocimos distintas experiencias. Me he tomado tiempo para aprender sobre los diferentes impactos, oportunidades y riesgos que se corren en estas actividades.
¿Cómo ve el desarrollo tecnológico en nuestra producción?
Hoy en día EEUU compra el 65% y el 70% de todas las exportaciones de tecnología de Uruguay, lo que incluye software y servicios. Estamos muy interesados en todo esto. Pero también aprovecho para comentar que compramos el 90% de su producción de citrus. Estamos trabajando en los extremos más altos del sector tecnológico y agrícola. Es una tendencia que puede ser el futuro para varios países. Un negocio histórico como por ejemplo el agrícola y uno nuevo vinculado a las tecnologías.
Mi familia y la de mi esposa hemos sido ganaderos, trabajamos también en la industria forestal por más de cinco generaciones, y especialmente en el sector ganadero nos preocupa hacia el futuro estos productos parecidos a la carne, pero que no lo son, que incluyen proteína vegetal con sabores parecidos a la carne. Hay que prestar atención a estos temas.
Uruguay busca agregar más valor y ciencia a su producción. ¿Hay oportunidades para una mayor cooperación en investigación e intercambio académico?
Definitivamente sí. Cuando visité el INIA en Colonia, donde fuimos a la Estanzuela y también a las cooperativas de productores y tamberos, y a un centro de investigación de Hereford, en todos estos lugares que visité en cada componente agrícola hay un factor importante de tecnología. Y esos investigadores se habían formado en centros educativos que tienen como background académico a centros de EEUU, de Florida, Cornell, Texas o Iowa. Algunos fueron al MIT en Massachusets. La semana pasada estuvimos con uno de los expertos del INIA que había estudiado en Columbia.
Pero voy a hacer un par de pequeñas críticas. Estuve visitando distintos establecimientos y están trabajando en tecnología de última generación, por ejemplo, con estudios sobre el gas metano, sobre el ganado y las relaciones con el cambio climático. Es un trabajo muy importante, que involucra muchos aspectos sociales. Pero al mismo tiempo, cuando hablamos de porcentajes de parición y destete son muy bajos en el sector ganadero. Lo cual no tienen sentido y no tiene que ver con la tecnología, sino que es gestión básica del ganado, es management.
Hay un número muy bajo de parición. Ustedes por ejemplo están en la parte superior del 60%. Nosotros los números que manejamos en EEUU son promedio del 80%, llegando a 90%. Si uno multiplica esos números por ejemplo 40 millones x 20% son 800 mil cabezas que no existen y podrían existir. Eso tiene que ver con la gestión básica del ganado. Tiene que ver con la comida, los minerales que se proporcionan. Eso lo aprendimos nosotros hace veinte o treinta años. Entonces no es solo un requisito de tecnología para poder mejorar los temas de la productividad. Y realmente me entusiasmo hablando de esto porque veo una gran pérdida para su país que puede ser revertida.
¿Cuánto influye el clima?
He escuchado también quejas sobre los inviernos malos, por muy crudos. Y que por esa razón el ganado no come o no se ve saludable. En mi estancia durante el mes pasado cada día la temperatura era de 40 a 42 grados celsius. En invierno está por debajo de 0 grados. Hay viento, hielo y nieve. Tenemos que abrir camino a las vacas con un pico. Entonces cuando los productores de aquí se quejan de los inviernos muy duros, no tienen ni idea de lo que es realmente. No es una excusa válida. Si nosotros con ese clima podemos alcanzar el 90% de parición, ustedes por lo menos tendrían que estar en el mismo número, de ahí para arriba. Porque este clima que tienen es perfecto.
¿Qué espera de esta Expo Prado?
Hace más de una década que no estábamos presentes y creo que perdíamos una oportunidad de presentar una imagen distinta de EEUU. Queremos presentar una imagen justa, que no esté sesgada. Consideramos que las palabras precisas son “descubrir, conectar e imaginar”.
Estamos hablando de diferentes oportunidades de universidades en educación, por ejemplo. Otro tema tiene que ver con que la mayor cantidad de visas que emitimos son para Miami, Nueva York o Disney. Esa es una parte de EEUU, pero no es todo EEUU. Sería como venir a Carrasco y decir que eso representa a todo Uruguay. Queremos mostrar los parques nacionales, las actividades al aire libre, resaltar la generosidad de los ciudadanos de EEUU. Se trata de establecer conexiones comerciales y que se puede establecer contacto entre nuevos socios.
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