Cuando un nuevo gobierno se instala, a medida que comienza a gobernar, los primeros meses son de evaluación, para conocer en profundidad la situación en la que se recibe y se encuentra el gobierno, para luego generar acciones y propuestas concretas.
Esto se hace con la dificultad propia de un inicio de periodo, donde aún se arrastra una dinámica electoral anterior, sumado a las elecciones municipales y departamentales que quedan por delante. Este contexto electoral, siempre contamina el debate, limita discutir los problemas y las propuestas con una visión más realista, autocrítica y abierta desde todos los sectores. Más en este caso, que la transición se dio entre diferentes partidos, con poca información y de muy pobre coordinación.
Barrer para adentro
Incluso, estas dificultades se han dado también en transiciones dentro de un mismo partido. Recordemos la transición del gobierno de Mujica a Tabaré en 2015, todo lo que se habló, las críticas por el desorden y lo comprometido que se entregaba el gobierno en ese periodo. Esto se discutió poco, por la decisión política de barrer para adentro.
Más acá en el tiempo, en otras palabras y en términos más generales, ha sido confirmado por el dos veces ministro de economía y ex vicepresidente Danilo Astori, quien en un discurso en 2019, hacia sus dirigentes y militantes en campaña electoral, planteó de forma clara y contundente, que se debían asumir cosas que se hicieron mal, y otras que el país estaba necesitando para el futuro, que no se empezaron a hacer. En su discurso, que ha circulado bastante por estas horas a través de un video, Astori planteaba entre otras cosas, el mal manejo de la calidad del gasto público y el importante desequilibrio fiscal. Pero también de los grandes problemas sin resolver en materia de seguridad pública, de educación, y de vivienda. Por último sobre la corrupción dijo, “la corrupción también llegó a nosotros, y eso, no lo podemos permitir”.
Esto, mas allá de ser un discurso de campaña, donde generaliza y no asume su responsabilidad de forma individual, queda claro que es un mensaje realista y contundente, dejando en evidencia la gravedad y el conocimiento de los problemas que reconoce en la gestión del gobierno del Frente Amplio. Pero además, su opinión es relevante porque es alguien que tuvo responsabilidades importantes a primer nivel durante esos tres gobiernos. Por lo tanto, aquí no se pueden atribuir intenciones ni especulaciones a un adversario, es alguien que habla desde el conocimiento y la experiencia desde adentro, que está asumiendo los problemas sociales, económicos y políticos que se dejaron para resolver al nuevo gobierno.
Esperemos terminen las elecciones y que la autocomplacencia deje lugar a la autocrítica
Por esto resulta poco creíble, la autocomplacencia y el relato, de quienes hoy todavía plantean haber entregado una realidad excelente, que se derrumbó en solo seis meses, por responsabilidad del gobierno actual.
Ni siquiera aparece el mínimo de autocrítica y responsabilidad, habiendo estado los quince años anteriores a cargo del gobierno. Años en los que constantemente se justificaron muchas dificultades y problemas no resueltos, culpando a “la herencia maldita” de la década del 90 y principios del 2000.
Sin dudas que las políticas aplicadas antes, tienen mucho impacto en el después, eso es innegable. Lo cuestionable es la dualidad de criterio, el usar ese discurso a conveniencia, pretendiendo ir veinte años para atrás para justificar problemas propios, y a la vez, no asumir, ni hacerse cargo, ni siquiera de lo que se hizo hace un año atrás estando en el gobierno.
Capitalizar política y electoralmente todo
Así de contaminada arranca la discusión, pero encima aparecen permanentemente las maniobras de un lado y del otro para capitalizar política y electoralmente todo. Por lógica para la oposición es mucho más fácil, pero el gobierno también tiene parte de responsabilidad en esto. Entiendo no ha sido oportuno poner en agenda en este momento, algunos temas que son importantes discutir seriamente, creo que se corre el riesgo, de que esas discusiones se apaguen con el fuego de la campaña electoral y otra vez queden diluidas, postergadas o inconclusas.
Entonces, temas que son muy importantes que se discutan con información y tiempo necesario, terminan invisibles o discutidos superficialmente, dentro de una lucha electoral entre barro y mugre.
Por ejemplo, si el gobierno propone hacerse cargo de la gestión del mercado modelo, la discusión se centra en a quien pertenece el negocio, quien puso más plata o a quien le corresponde legalmente. Poco se escucha de como impacta esta decisión en productores y consumidores, y cual es la mejor opción para ellos.
Lo mismo pasa cuando en un ente público se encuentra mala gestión, despilfarro, clientelismo, o posibles delitos, y se decide comunicar estas cuestiones en medio de una campaña electoral. Otra vez el eje cambia de lugar, la simplificación, la victimización y la disputa se imponen nuevamente. Y así pasa con varios de los temas que necesitan claridad en estos tiempos. Donde parece que el periodo electoral nunca termina, y el cálculo siempre está arriba de la mesa.
Esperemos terminen las elecciones y esa mesa quede limpia, que la autocomplacencia deje lugar a la autocrítica. Que podamos conocer sobre el endeudamiento, el clientelismo, el despilfarro y el uso de los dineros públicos con fines electorales. Que exista información, que sea transparente y que se expongan argumentos desde todos lados, demostrando que no todos son iguales, ni todos lo mismo.
Es importante tener claridad, que exista conciencia de la responsabilidad de gobernar y el impacto que tienen algunas decisiones para el futuro.
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