Como es tradicional en el Prado, se celebró una vez más la Misa Criolla, que debido a las medidas sanitarias tuvo lugar por primera vez en medio del Ruedo Central.
Ya las situaciones atípicas se volvieron moneda corriente en nuestro país y en todo el mundo. Con el coronavirus todavía en la vuelta, y las medidas sanitarias de distanciamiento social cumpliéndose a rajatabla, el Prado una vez más, como hace 115 años de forma ininterrumpida, ha vuelto a recibir a los mejores exponentes del agro y la ganadería.
El pasado domingo se celebró la primera misa criolla, con la particularidad de que el Ruedo hizo las de parroquia, y los fieles celebraron mientras a pocos metros a su izquierda, en el mismo Ruedo, tenía lugar una Exposición de perros cimarrones, y a su derecha unos cuantos corderos esperaban su turno.
La misa del primer domingo la organiza el comunicador y habitué del Prado hace cerca de 46 años, Juan Carlos López “Lopecito”, con el apoyo de Asociación Rural (ARU) y su brazo juvenil, ARJU. Antes de comenzar, el periodista, que ofició de guionista, dijo: “Decíamos hace unos días que vaya si el productor rural practica la fe permanentemente, la fe en que la semilla se va a transformar en fruto, la fe en que no importa los mercados, hay que encarnerar, hay que entorar. Y nunca está en sus manos todo lo que va a venir”.
Lopecito destacó la labor y el compromiso de ARU por sacar adelante una nueva Expo, “cuando se estaba planeando Melilla, a ver si se hacía o no, ya desde entonces, por mayo o junio, ARU dijo ‘nosotros, si nos lo permiten, vamos a hacer la Exposición’. Y hacer esta exposición es un acto de coraje, y de fe”.
Por su parte, el cardenal Daniel Sturla dijo que “ha sabido responder el pueblo uruguayo, cuidándose uno, cuida al otro y esto ha entrado en la mentalidad. Ha habido también un empuje de parte de los maestros, profesores, educadores, para tratar de que los chicos perdieran lo menos posible. El campo también ha sabido responder. El hecho de poder hacer esta Exposición Rural es un regalo de Dios y un esfuerzo de muchos”.
En el momento de las ofrendas, los jóvenes de ARJU fueron ingresando con distintos elementos. Primero un libro con la historia de la ARU, en homenaje a que desde 1920, hace 100 años, no ingresó ningún animal que no tuviera registro genealógico. Luego fue el turno de la túnica, la primera actividad educativa en volver a la presencialidad, en el medio rural. Le siguieron un lazo, como símbolo de unión, y dos corderitos de la guardería, representando la vida.
“Esta muestra es una fuente importantísima de trabajo para muchísima gente en nuestro país. Por eso dos personas que están permanentemente armando estas cosas, quieren también estar con sus ofrendas. El cardenal hablaba de la libertad y el cuidarse uno para cuidar al otro, y ese derrame que vino desde el gobierno con la asesoría técnica de los que saben de estas cosas, nos volvió a valorar una palabra y un gesto. La libertad, cada uno es libre, asuma su libertad y respete al otro, respetándose a sí mismo”, continuó Lopecito.
Entonces el payador Juan Carlos López recitó su copla sobre la última ofrenda, palomas que fueron liberadas. “Libertad para la vida. Libertad para soñar. Libertad para abrir un rumbo, para crecer y volar. Libertad para la siembra. Libertad para el trabajo. Libertad para el de arriba, libertad para el de abajo. Pero digo principalmente con todo mi corazón. Libertad pal pensamiento, libertad por la opinión. Lo sabe todo el paisano, que siempre en el Prado asoma. Libertad para tu vida, igual que para las palomas”.
Los jóvenes de ARJU estuvieron en el apoyo logístico de la misa, mientras aguardan el próximo domingo, donde se encargan de la organización de la eucaristía de cierre del Prado. Magdalena, una de sus integrantes, contó a La Mañana su tarea, “la Expo es un gran evento que ARU nos cede el lugar para ayudar. Nosotros estamos un poco para lo que se precise. En este Prado tenemos un poco menos de actividad, por el tema de evitar aglomeraciones y estas cuestiones que limitan un poco el qué hacer, pero estamos en la vuelta para la ayuda de lo que sea, armado de pistas, hoy pusimos las sillas para la misa, y ahora vamos a desarmar. A Juan Carlos López y ARU, que siempre organiza esta misa, los ayudamos en la parte de las ofrendas”.
“Buscamos representar la vida en algún tipo de símbolo. En este caso fue el cordero, pero han pasado familias, el agua, la tierra. También la túnica fue en representación de este tiempo de pandemia, ya que las escuelas rurales fueron las primeras en volver. Y el trabajo del campo siempre está representado, con el lazo, y la gente de ARU que ayuda a mantener el orden y los protocolos. Habla un poco de los valores del campo y los valores que desde ARJU defendemos, que en realidad aplican a la vida de cualquiera, no solo en el campo, pero nos representan”.
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