Danilo Astori, Victor Rossi y el empresario argentino Matías Campiani, en el acto de firma de la asociación Pluna-Leadgate.
Bajo la asociación Pluna-Leadgate, se comparon a Canadá 7 aviones Bombardier CRJ 900, ignorando la oferta de Brasil. Matías Campiani fue el encargado de ir a buscarlos. (Leadgate, bajo el liderazgo de Campiani, fue quien comprara Ecolat [ex Parmalat] en 2005 y en 2007 vendiera el 50% de las acciones de la empresa al Grupo Maldonado de Venezuela. El Grupo se quedo más tarde con el 100% de las acciones, cuando LeadGate se asoció con Pluna).
Ahora sí que el gobierno progresista tenía alas para volar …
“Conseguir el crecimiento que están proponiendo es absolutamente imposible porque tendrían que mantener un ritmo de aumento de la actividad que el país no está en condiciones de obtener ahora”.
Senador Danilo Astori, en entrevista con Búsqueda la semana pasada
Este es el confuso argumento esgrimido por el exministro de Economía del Frente Amplio para explicar por qué, en su opinión, el gobierno no va a lograr cumplir con los objetivos trazados en el presupuesto. Extrañábamos los clichés y las tautologías a las que nos acostumbró Astori tras 15 años de dirigirnos la vida económica.
En realidad, resulta muy difícil encontrarle una columna vertebral al pensamiento del exdecano de la Facultad de Ciencias Económicas. Una vez restituido en 1985 a su anterior puesto de decano, se dedicó a retrotraer los programas de economía a aquellos que se enseñaban en la misma época que dentro de la Facultad de Ingeniería se armaban bombas y otros artefactos, sumando esfuerzos a la estrategia del “foco”.
Es así que los estudiantes de economía aprendían rápidamente a hacer cálculos de plusvalías, al mismo tiempo que los jóvenes del otro lado del Muro de Berlín se desesperaban por migrar a Occidente, escapando de una sociedad anquilosada y una economía moribunda como resultado de años de opresión de la burocracia del Partido Comunista.
Todo un ejemplo de actualización y generosidad intelectual por parte de Danilo Astori, quien ejerció su poder para someter a todo un estudiantado a perder tiempo y dinero estudiando perimidas doctrinas, en manuales de estudio que hacían recordar a las Guías Peuser.
Esto motivó a que por años –y hasta que no surgieron alternativas – para aprender economía había que hacer un esfuerzo enorme en la adquisición de libros y la recopilación de apuntes, en una época donde no existía internet. Prueba de ello es que los connotados “astoritos”, ya entonces una casta privilegiada, accedieron a posgrados en economía en prestigiosas universidades en los Estados Unidos, financiados generosamente por el mismo BCU al que tanto criticaban en la época; y del cual hoy día parecerían haberse apropiado.
Luego de la caída del muro, Astori debió inevitablemente reformular su trasnochado pensamiento. Quizás lo único que le sirvió para esta nueva etapa fue aquello de la estructura y la superestructura, y cómo la estructura económica determinaba la estructura jurídica, política, ideológica y hasta moral de una sociedad. Esa lección Astori la aprendió bien; y apenas el Frente Amplio accedió al poder y él se instaló en el Ministerio de Economía, se dedicó a fortalecer la estructura económica. Claramente no la del Estado.
En su columna del sábado en El País, Danilo Arbilla también hace referencia a la entrevista de Búsqueda. Cuando el cronista dice que Astori “no necesita presentación”, Arbilla rebate diciendo: “¡Sí que la necesita!: esto es, no la presentación oficial con todos sus ‘ex’, sino la del Astori real (quizás cuando hagan la siempre aplazada autocrítica). La del militante y cuadro por excelencia de la izquierda, pero que no tiene el nivel para manejar la economía de un país, como se ha visto”. Si este fuera el caso, la “conversión” del exfundador de la IDI, -de cuya alianza con el Partido Comunista resultó electo senador- sería sincera, y su fracaso en la conducción económica sería una simple cuestión de incapacidad. Probablemente haya algo de cierto en esto, pero no se puede descartar que el ex socio electoral del PCU haya actuado de acuerdo a sus verdaderas –y no renunciadas – convicciones políticas.
Lo que sí es absolutamente cierto es el daño que la gestión de Astori hizo en la administración y gestión de la cosa pública. Resulta relativamente más fácil identificar y cuantificar el costo que Carolina Cosse tuvo para ANTEL. Para eliminar el problema, basta con cortar el chorro de dinero y la situación se resuelve en pocos años. Por el contrario, el daño que produjeron Astori y sus asociados es mucho más grave.
Con el programa de PPP dejó comprometidas las finanzas públicas por dos décadas, fijando un costo de financiamiento para el Estado muy superior al que se hubiera logrado si no se hubiera “innovado” en la forma de contratar. Estos PPP de privado tienen poco, solo los múltiples beneficiarios, desde los contratistas hasta los múltiples consultores que de otra manera no se hubieran necesitado. Todo pago por el Estado.
La intempestiva salida de Calloia del BROU también le permitió al círculo cercano de Astori dar un giro de ciento ochenta grados en la política organizacional del banco. Con el apoyo de las infaltables “consultorías” se había desarticulado en poco tiempo la venerada área de Crédito Rural, respetada por los clientes agropecuarios de todo el país. A esto se agregó el cierre de sucursales por todo el interior, con la excusa de la mal llamada “inclusión financiera”. El resultado es que a la banca privada se le hizo un campo de orégano, cuando solo diez años atrás no tenían la más mínima chance de acceder a ese mercado tan apetecible. Y tan leal al BROU.
Si nos ponemos académicos, podríamos especular que el astorismo resultó ser una combinación entre un falso neoliberalismo y un rentismo al peor estilo de la Francia de los siglos XVIII. Y a favor de los neoliberales genuinos, hay que admitir que al menos estos desprecian a los buscadores de rentas. ¿Será que Astori sabía muy bien lo que hacía?
Si creemos el discurso con que nos atormentó verbalmente por años, lo de Astori sería sin lugar a dudas un fracaso. Tendría razón Arbilla cuando dice que “no tiene el nivel para manejar la economía”. Pero si recordamos su pensamiento anterior a acceder al poder, no podemos descartar que Astori mantenga el mismo pensamiento del ´68 y el Mayo Francés. Cabe recordar con particular atención aquel concepto de las estructuras y superestructuras. Y si este llegara a ser el caso, el fracaso de su gestión económica podría ser en realidad un camino hacia el logro del objetivo del que algunos integrantes del Frente Amplio no claudicaron nunca.
Cuando Astori dice que “por este camino vamos a un descontento social muy importante”, no nos deja más remedio que considerar esta posibilidad y dudar sobre la sinceridad de su pensamiento y, por qué no, la de su accionar como ministro. Esperemos que su profecía sobre el descontento social no sea más que una extemporánea manifestación de frustración de un político que tiró por la borda 15 preciosos años de crecimiento, y que bien aprovechados, hubieran contribuido a dar un salto cualitativo social y económico al pueblo uruguayo.
TE PUEDE INTERESAR