El Imperio británico de ultramar fue adquirido inicialmente mediante una combinación de exploraciones, comercio y conquista. Pero, de una manera más similar a la de sus predecesores romanos o chinos o a la de sus rivales franceses y españoles, su capacidad de permanencia derivó en gran medida de la percepción de la superioridad cultural británica. Esa superioridad no era solo una cuestión de arrogancia subjetiva por parte de la clase gobernante imperial sino una perspectiva compartida por muchos de los súbditos no británicos… La superioridad cultural, afirmada con éxito y aceptada con calma, tuvo como efecto el de la disminución de la necesidad de depender de grandes fuerzas militares para mantener el poder del centro imperial. Antes de 1914 solo unos pocos miles de militares y funcionarios británicos controlaban alrededor de 7 millones de kilómetros cuadrados y casi 400 millones de personas no-británicas.
Zbigniew Brzezinski, en “El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos”
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