El Cr. Correa es socio de Auditoría de PwC y miembro de la Comisión Permanente de Normas Contables Adecuadas. Entrevistado por La Mañana, explicó cuáles han sido los impactos que ha generado la crisis económica actual sobre la información contable y en particular sobre los estados financieros que las empresas deben presentar. También se refirió a los apoyos establecidos para contemplar los efectos de esta situación.
¿Qué impactos ha generado esta crisis sobre la información contable y en particular sobre los estados financieros que las empresas deben presentar ante accionistas, reguladores, acreedores, y el mercado en general?
La contabilidad es un sistema de medición de transacciones y hechos económicos. Esta crisis no ha sido una crisis económica en su origen. En consecuencia, sus impactos han sido diferentes a crisis anteriores, como las que afectaron nuestro país en 1982 o en 2002. En ellas, y en una economía fuertemente dolarizada como la nuestra, se generaron efectos inmediatos sobre el valor del tipo de cambio y esto produjo impactos económicos medibles también inmediatos en todos los agentes de la economía.
Pero en una crisis sanitaria como la que actualmente estamos viviendo, si bien también se generan impactos económicos inmediatos, estos no son equivalentes. El primer estadio es la incertidumbre, no hay efectos totalmente medibles, se produce una sobrerreacción en muchos agentes y gran volatilidad en la mayoría de las variables económicas y financieras. Y los impactos económicos finales solo se pueden conocer una vez que la incertidumbre se resuelve. En este sentido algunas cosas parecen relativamente claras: su resolución no se conoce con precisión cuándo ocurrirá y su efecto no es igual a nivel de los diferentes sectores de la actividad económica.
En el pasado, en otras crisis que también han afectado fuertemente la economía, se han cambiado muchas “reglas” de la contabilidad como una forma de solución a las consecuencias que la aplicación de las normas generaría. ¿Ha sido este el caso?
No. Esto no ha ocurrido en general, tanto a nivel internacional como local. Hubo algunas excepciones, pero muy limitadas –por ejemplo, en la nueva norma de arrendamientos-. Bien vale acotar que en el ámbito local hoy nuestras normas contables tienen un nivel de institucionalidad muy superior al pasado, y esta es buena parte de la explicación de la diferencia con lo que ocurrió en años anteriores.
A partir de la aprobación de la Ley de Sociedades Comerciales en 1989, nuestro país inició un proceso de adopción de las normas aprobadas por la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad que se encuentra hoy totalmente consolidado.
“A partir de la aprobación de la Ley de Sociedades Comerciales en 1989, nuestro país inició un proceso de adopción de las normas aprobadas por la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad que se encuentra hoy totalmente consolidado”
Si no ha sido así, ¿ha existido algún tipo de apoyo o medidas para contemplar los impactos de esta situación?
Sí, ha sido una regla prácticamente sin excepción que en todas las jurisdicciones se han extendido los plazos de presentación de las informaciones contables. En Uruguay, ha sido el caso del Banco Central, de la Dirección General Impositiva, entre otros.
Otro buen ejemplo que grafica estos apoyos es lo que se planteó en algunos países en relación al cumplimiento de ratios financieros en el marco de los acuerdos de préstamos. Muchos acuerdos de préstamos incluyen cláusulas que le dan al acreedor la posibilidad de hacer exigible su cobro anticipado si no se cumplen ciertas relaciones técnicas en los estados financieros –como la relación endeudamiento/patrimonio, la relación activos/pasivos de corto plazo, etcétera-.
Las normas contables vigentes no permiten, ante casos de incumplimiento de estas relaciones, que acuerdos realizados para subsanar estas situaciones luego del cierre del ejercicio puedan ser reflejados en los estados financieros. Esta solución normativa, en este contexto, fue discutida, pero se decidió no modificarla.
En varios países la proactividad de los reguladores estuvo más en instar a los bancos e instituciones bajo su supervisión a no hacer uso de estas potestades de exigibilidad anticipada que en cambiar las reglas contables.
“Ha sido una regla prácticamente sin excepción que en todas las jurisdicciones se han extendido los plazos de presentación de las informaciones contables”
También es habitual que en estos contextos de incertidumbre se ponga la atención o se cuestione la calidad o idoneidad de estos sistemas de información contable para pedir el patrimonio y los resultados de las empresas. ¿A qué se debe?
Como señalamos, la contabilidad mide variables económicas, y la incertidumbre condiciona en forma directa la capacidad de esas mediciones. Y esto se ha hecho más agudo aún en la contabilidad de hoy con la evolución que nuestras economías han tenido desde la fase industrial a la actual, donde los procesos de generación de valor están más asociados a las tecnologías y al conocimiento.
La base de valuación del costo histórico, objetiva y determinable, funcionaba razonablemente bien, en todos los casos, en la economía industrial; pero hoy el valor de los bienes de base tecnológica o del conocimiento poco tiene que ver con el valor de los insumos que demandó su producción o fabricación.
Esto ha llevado a que el uso de los valores razonables –frente a los costos históricos- es cada vez de uso más extendido en la preparación de los estados financieros. De la mano de ello los estados financieros han incorporado cada vez más estimaciones en sus mediciones.
Más allá de las circunstancias que actualmente estamos atravesando, en su opinión, ¿la calidad de la información contable que las empresas preparan y suministran al mercado ha mejorado en los últimos años?
La calidad de la información funciona con la misma lógica que cualquier otro bien que se intercambia en el mercado. La calidad de la demanda mejora la calidad de la oferta. Las economías que tienen un mercado de capitales desarrollado, tienen en esa condición un buen impulsor de la mejora en la calidad de la información contable que sus empresas generan.
En nuestro caso, no hemos tenido esta ayuda pues la fuente mayoritaria de financiamiento de las empresas proviene del sistema financiero y no a través de un extenso desarrollo del mercado de capitales. Pero allí el Banco Central ha jugado un rol muy importante, colocando exigencias y requerimientos de presentación de información periódica que han contribuido fuertemente en este proceso. La creación del registro de estados contables, que obliga a divulgar los estados financieros al mercado, también ha contribuido en este camino.
“Hoy el valor de los bienes de base tecnológica o del conocimiento poco tiene que ver con el valor de los insumos que demandó su producción o fabricación”
Las normas contables están en constante evolución, y normalmente uno de los generadores de los cambios –de la necesidad de los cambios- han sido las crisis económicas. ¿Cuáles cambios se generarán a partir de esta crisis?
Todavía no estamos en condiciones de responder esa pregunta, tendremos que esperar que esta crisis termine y llegará el momento de las conclusiones. Las crisis son siempre situaciones de estrés. En momentos de tensión, cuando el agua baja, es que se ven las piedras, es decir, las cosas que no se habían previsto, las cosas que deben modificarse.
Por ejemplo, la crisis financiera de 2008 puso sobre la mesa dos grandes temas. En primer lugar, un fuerte cuestionamiento hacia los modelos de valuación basados en valores razonables, justamente, por la volatilidad que estos sistemas de información generan. Es cierto que recogen en forma inmediata los impactos, pero por esa misma razón actúan como enzimas que muchas veces aceleran procesos de crisis, pues crean expectativas, que son factores determinantes en los procesos económicos.
En segundo lugar, un asunto que las normas de Basilea ya contemplaban para los reguladores bancarios es la necesidad de introducir en la contabilidad la medición prospectiva de las pérdidas por deterioro o incobrabilidad de los créditos.
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