Esta semana de discusión presupuestal tenía previsto publicar en este medio sobre ciertos temas que afectan el bolsillo de los uruguayos y la economía nacional. Sin embargo, no puedo pasar por alto determinados acontecimientos y opiniones vertidas a las redes sociales y a la prensa que merecen, a mi juicio, varias puntualizaciones y también una reflexión global.
Todos los años, en la fecha del 12 de octubre, se reedita la polémica sobre el Descubrimiento, la Hispanidad y la Raza. La sola mención de estos conceptos provoca una reacción casi alérgica en algunos sectores de la población, que han volcado en ellos un significado totalmente distinto al que en realidad expresan.
Nadie puede dudar que hubo un descubrimiento recíproco entre culturas y que las guerras no empezaron ni terminaron con aquel hito. Mientras en Europa se culminaba el proceso de reconquista después de siglos de convivencia y de enfrentamientos entre moros y cristianos, en Mesoamérica durante el llamado período posclásico la guerra estaba muy presente entre los distintos poderes regionales que se iban nucleando en verdaderos imperios. Por otra parte, ¿acaso mil soldados españoles podían someter a cientos de miles de guerreros aztecas en México? No podría haber tenido éxito Hernán Cortés sin el apoyo de 200.000 indígenas que se alzaron contra Moctezuma y Cuauhtémoc.
El otro término vilipendiado es el de hispanidad. Esto lo percibió a principios del siglo XX la generación de intelectuales españoles que fueron contemporáneos de la invasión de Estados Unidos en Cuba y Filipinas en 1898. Ya desde siglos antes el imperio inglés venía elaborando la leyenda negra contra la hispanidad, una propaganda que formaba parte de la estrategia de guerra contra sus enemigos y rivales por el control oceánico. Por otro lado, hoy se llega al extremo de quienes identifican de manera simplista la hispanidad con una simpatía por el franquismo, cuando es sabido que en ambos bandos de la guerra civil española había connotados hispanistas y que ese pensamiento sobrepasaba los propios límites de la conflagración bélica. Pero poco se resalta el verdadero legado hispano en América, con la fundación de universidades, a partir de la Escuela de Salamanca y el origen de las doctrinas de derechos humanos y del derecho internacional.
Desde luego se tiende también a aborrecer la idea de raza, despojándola de su fundamento cultural y restringiendo su acepción a las abominables teorías racistas-genetistas surgidas en Inglaterra y Francia, difundidas en Alemania, que dieron lugar a los criminales experimentos científicos durante el colonialismo, al apartheid y el genocidio. Existió sí la pretensión de algunas élites decimonónicas en nuestro continente que procuraron importar tales teorías y que pregonaban la dicotomía de civilización y barbarie. Pero nada tiene que ver e incluso se opone radicalmente con la celebración que adoptó Argentina en tiempos de Hipólito Yrigoyen cuando en 1917 declaró día de fiesta nacional el Día de la Raza, entendiéndola en el sentido que le daba el mexicano José Vasconcelos, como “raza cósmica”, reivindicación de lo mestizo como elemento esencial de los nuevos pueblos de América.
Vale la pena analizar cómo sintetizaron los mexicanos los sucesos del 13 de agosto de 1521. En la Plaza de las Tres Culturas, una placa resume: “Heroicamente defendido por Cuauhtémoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo, que es el México de hoy”. Este ejemplo nos sirve para interpelarnos respecto al sentido de los revisionismos históricos. Los historiadores, despojándose de leyendas negras o rosas, tienen la responsabilidad de investigar y difundir lo que efectivamente sucedió. Mientras que los estadistas tienen el deber de unir, de desalentar el conflicto tendiendo puentes en la época y en el lugar que les toca vivir.
Este debate no es para nada ajeno a los uruguayos. Más allá de la construcción de la épica nacional que nos situó como excepción europea en América, haciendo a un lado esa dimensión étnico-cultural que nos integra íntimamente con lo tape-guaranítico y también a la influencia africana, desde nuestro rincón rioplatense también se aportaron valiosas reflexiones sobre la llamada conquista y el extenso periodo indiano. Y no solo me refiero a Eduardo Galeano con su libro “Las venas abiertas de América Latina” sino también a “Historia de la cultura en América Latina” de Reyes Abadie-Pérez Santarcieri, “La Conquista Espiritual” de Methol Ferré o “Cultura y alteridad” de Ramiro Podetti.
Una democracia dolorosa, pero sin estigmas ni calumnias
Ahora, hagamos el ejercicio de trasladar estas preocupaciones sobre el pasado lejano de los latinoamericanos a la cuestión del llamado pasado reciente de los uruguayos. Con el paso de los años ciertamente nadie puede reivindicar un triunfo y más bien hubo un doloroso nacimiento de un periodo democrático que ya lleva 35 años ininterrumpidos.
No existió desde entonces ni existe ahora ninguna organización política que desconozca las reglas de la democracia representativa. Hoy las únicas organizaciones que actúan fuera del Estado son las criminales, fundamentalmente dedicadas al narcotráfico y con vínculos internacionales. Esta es la única y verdadera amenaza que se cierne actualmente en nuestro país.
Sin embargo, hay un intento de construir una leyenda negra sobre el más nuevo de los partidos políticos que alcanzó una votación de 270.000 votos en octubre del año pasado, con representación en diputados y senadores e incluso participando del gabinete ministerial de este gobierno.
En una reciente entrevista se le preguntó al líder de Cabildo Abierto textualmente: “Los familiares de desaparecidos afirmaron que ‘Cabildo Abierto levanta las mismas banderas que cuando se dio el golpe de 1973’. ¿Por qué cree que piensan eso?”. La afirmación aludida corresponde a un comunicado leído por la vocera de Madres y Familiares de Desaparecidos pocos días antes de las elecciones de 2019. En aquella oportunidad añadieron: “Su candidato ha avalado lo actuado por las Fuerzas Armadas en dictadura. Tuvo todo en sus manos para entregar información real de los delitos investigados. Pero eligió mentir. Y ha utilizado el desborde constitucional que no tuvo freno para hacer campaña política mientras fue comandante”. Ciertamente se trata de ofensas graves, que además no tienen ningún asidero.
Este martes 13, esa misma organización de familiares dio a conocer un comunicado en el que habla de “discursos de odio” y mezcla desde las críticas a la Fiscalía (que provienen de un amplio espectro partidario y de la sociedad) hasta ataques a personas en situación de calle (esporádicos y según las investigaciones referidos a narcotraficantes). Y apunta otra vez, esta vez sin nombrar, contra Cabildo Abierto. No obstante el uso político que se da al comunicado, es importante subrayar que el llamado al Nunca Más de los familiares es ampliamente compartido por todos los partidos políticos, sin excepción.
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