Asegura que aprendió a manejar a los siete años de edad, y que a los once ya realizaba sólo el recorrido Pan de Azúcar–Minas por caminos de tierra en automóvil. Gustavo Trelles ganó cuatro títulos mundiales de automovilismo en el World Rally Championship 3, posicionando a Uruguay en este deporte, y subraya que el manejar en él es intuitivo. A pesar de haberse retirado durante nueve años, hoy, a sus 63 años de edad se prepara para competir en Europa en octubre y acompaña su pasión por la velocidad con los negocios inmobiliarios.
A simple vista, uno podría pensar que poco tienen en común un corredor de rally con un hombre de negocios pero, en esencia, las similitudes se destacan por la preparación y la constancia que ambas actividades demandan. La conducta y la dedicación son valores fundamentales para todos los que están involucrados de cierta manera en comercio o el deporte, afirmó Trelles en conversación con La Mañana. Sentado en sus oficinas de Carrasco, desde donde administra su negocio inmobiliario Laguna de los Cisnes, en Maldonado, resaltó que fue ese afán de superación, el de llegar a buscar lo que toda la vida soñó, lo que lo llevó a recorrerse prácticamente todo el Uruguay primero y probar experiencia en Europa luego, compitiendo en el campeonato de España –que ganó cinco años- y luego en el Campeonato del Mundo.
Pero, en el caso de Trelles, no se distingue fácilmente si fueron los negocios lo que vinieron primero o la pasión por las carreras. Podría decirse que su vida estuvo un tanto influida por su herencia familiar: las concesionarias de automóviles y el rally fueron ambos legados por su línea paterna.
En la ciudad minuana su familia poseía una de las concesionarias más antiguas de Uruguay, fundada por su abuelo. Junto a su padre, Trelles comenzó a trabajar allí a los 14 años, mientras –a falta de edad suficiente para los automotores- corría carreras de motos. A sus 16 comenzó corriendo como copiloto de su padre y finalmente un año más tarde comenzó todo el periplo de las competiciones propias.
Si bien era bastante joven por ese entonces, el automovilista recuerda las historias relatadas por su padre de una época donde cada pago tenía su piloto y el pueblo entero se reunía para ver carreras con categorías denominadas como “Fuerza Limitada”. Incluso, su padre había ganado en dos oportunidades una carrera histórica de nuestro país conocida como “Las seis horas”.
Y fue en aquel ambiente en que Trelles se movió, hasta que la universidad lo obligó a irse a la capital y desde allí impulsó su desarrollo deportivo. Siempre, claro está, vinculado también a las concesionarias. Con el ansia de saber que podía dar más, de buscarse a sí mismo y de probarse, y claro, con una cuota de suerte, a sus 20 años abrió concesionarias en Melo, Rocha y Minas. Es que, señaló, en Uruguay es muy difícil vivir del deporte automotor: es muy costoso y los sponsors escasean. Por más que hoy, aparentemente, muchos salvan sus costos, la gran mayoría debe poner dinero para competir, añadió.
Ese fue el inicio. Primero compitió para Fiat, que se encargaba de conseguir los sponsors mientras él corría gratis. Luego compitió en el equipo Ford, con una sponsorización entre Buquebus, Pluna y Ancap, lo que le permitía subvencionar los costos. Fue “la cabeza comercial” lo que lo ayudó a desempeñarse de tal forma en el medio.
“Si tenés la intención de que algo te puede salir bien y podés ser exitoso, tenés que probarlo y no tener miedo y después las condiciones lo dirán”
En el año 1986, tras muchas competiciones locales, probó suerte en Europa junto a un amigo. El primer año lograron convencer a sus sponsors para que les dieran los pasajes y el mismo presupuesto que tenían en Uruguay para correr en el viejo continente. De seis carreras ganaron cinco, lo que les abrió las puertas a contratos importantes, tanto con Lancia, como piloto oficial, como con Marlboro. Cuando, años más tarde, Trelles logró los cuatro títulos mundiales, los sponsors se acercaban de otra manera, -más allá que se comportaban distinto a los uruguayos- lo que le permitió continuar compitiendo hasta el año 2002 y comenzar a obtener su propio dinero.
Luego de 17 años viviendo en Europa, con los sacrificios personales y familiares que esto insume, retornó a su país natal, donde se dedicó a los negocios inmobiliarios, al punto tal que los autos dejaron de llamarle la atención. Ni su comercialización ni su uso fueron ya un foco de interés para Trelles. Allí se realizó el pasaje de lo deportivo a lo empresarial, la cual fue de forma abrupta. “Durante ocho años ni siquiera miré las carreras por televisión. Tenía muchas cosas para estar involucrado y me encontraba con temas inmobiliarios. Fue muy extraño”, confesó.
Fue el primer paso para que Lagunas del Cisne viera su nacimiento en el año 2010. Gran enamorado de Punta del Este, en su retorno al paisito se centró en buscar un lugar alrededor de la Laguna del Sauce que fuera un barrio privado, con su respectiva seguridad. Hoy se encuentra sobre la ruta Interbalnearia, con terrenos de cinco mil metros cuadrados, y en un predio donde la mitad son espacios comunes. En total son 240 hectáreas que cuentan con cancha de fútbol, golf, lagunas, a cinco minutos de Solanas y dos mil metros del océano. “Es un lugar increíble para vivirlo en invierno, sobre todo los fines de semana para aquellos que viven todo el año en departamento. Hemos logrado captar este tipo de público y realmente estoy muy comprometido con el proyecto”, indicó.
“Vender autos en todas las épocas de la vida no ha sido fácil. Tener un nombre como comercializadores de automotores tampoco. Creo que nuestra familia eso lo logró muy bien y a mí me ha dejado muchas enseñanzas importantes para mi carrera”
Actualmente Laguna de los Cisnes tiene más de veinte casas y cien terrenos comercializando, y el emprendimiento “va caminando a buen ritmo”. Luego de una época de planicie –normal en este estilo de negocios- Trelles resaltó que es un lugar para tener en cuenta.
Pero, de las pasiones, no se puede escapar, y a sus 62 años el automovilista volvió a las pistas. Hoy compite en una categoría argentina con pilotos que corren permanentemente. A pesar de su alejamiento de la velocidad por más de una década, Trelles se posiciona siempre en primer o segundo lugar, como si nunca hubiese dejado la actividad. “Para mi manejar es muy intuitivo y me sale muy natural el tema de la competencia, Es algo que se lleva toda la vida y mientras me salga como me sale lo voy a seguir haciendo. El día que esté para hacer papelones me retiro”, confirmó.
Comentó que respecto a lo deportivo continuará aceptando carreras por invitaciones y que, a nivel empresarial, se encuentra en la búsqueda constante de desafíos. “Deseo continuar teniendo una vida comercialmente activa que es lo que me gusta. Creo que hasta el último día de mi vida voy a seguir haciendo cosas y es eso lo que me incentiva”, remarcó.
En concreto, para Trelles el éxito se traduce siempre en el afán que uno le coloque a las cosas. “Creo que la cuota de suerte está vinculada en un porcentaje, pero no tan grande cuando estás previendo cosas a largo plazo”, declaró.
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