Desde 1939, la Asociación Civil Padres Oblatos está presente en el Cerro, dando respuesta a las necesidades socioeducativas de la zona con diferentes propuestas que tienen un denominador común, la cercanía y la integralidad en la formación humana de niños y jóvenes.
Los Oblatos han fundado distintos centros educativos en la zona oeste de la ciudad. Primero surgió en 1950 el Colegio San José, que tiene un club de niños que atiende a unos 200 chicos, que en un principio era una guardería comunitaria para los hijos de obreros de los frigoríficos. Luego el CAIF Luxemburgo en Casabó, que atiende a 224 niños desde el año 1977. El último, fundado en el 2003 fue el CAIF Girasol en Nuevo Amanecer. Finalmente, Talitakum, en 2007 para adolescentes. Hoy la obra atiende alrededor de 750 familias y tiene más o menos 100 funcionarios entre los cuatro centros.
Alberto Sartorio, director general de la Obra, contó a La Mañana que “lo que está haciendo la obra a nivel global en los últimos tres años, es generar un proceso de transformación para reconvertir la oferta educativa que tiene para dar una respuesta más actualizada a las necesidades socioeducativas de la zona. La obra tiene un arraigo y una trayectoria importante de acompañamiento de las familias, es muy reconocida en la zona, si bien no tiene mucha prensa, tiene una trayectoria de acompañamiento del barrio a nivel silencioso, muy larga”.
Estar siempre cerca de la gente
“Es un poco de nuestro carisma el estar siempre cerca de la gente”, aseguró Alberto. “Entonces esto hace que los centros también hagan un poco de cultura institucional con este tipo de mandatos, y procuren siempre estar realizando un acompañamiento cercano de la familia y de los chiquilines con los que se trabaja. Todos los centros tienen equipos psicosociales procurando siempre que haya un acompañamiento cercano de las situaciones familiares, más allá de la propuesta específicamente educativa”.
Tatiana Domínguez es la directora del Centro Educativo Talitakum, y según ella, habla desde el cariño que le tiene a la obra. “Talitakum es una palabra bíblica en arameo”, explicó Tatiana, “que es cuando Jesús le dice a una muchacha, levántate, vos podes. Actualmente vendría a ser como un ‘dale, vamo arriba’, porque trabajamos con chiquilines que de alguna manera se desvincularon de la educación formal luego de la primaria. Talitakum acompaña este proceso para que ellos puedan revincularse a secundaria”.
“Actualmente somos un centro de educación no formal, pero estamos en un proceso de formalización, porque vemos que las herramientas que nosotros le brindamos a los chiquilines, que son de apoyatura al liceo, no es suficiente. Nosotros tenemos una relación súper cercana, conocemos a todos los chicos, sus historias, con un seguimiento muy tu a tu. Y esto es una gran diferencia que tenemos con el liceo. Pero ellos están con nosotros dos años y después cuando se vinculan otra vez al sistema educativo formal se encuentran con una realidad muy distinta, entonces estamos en un proceso de repensar e ir transitando hacia poder ofrecerles lo formal, al estilo Talitakum”.
Talita kum: “Levántate”
El sueño del Centro Talitakum surgió “para dar respuesta a los chicos que 14 años atrás estaban en la esquina. Que no es la misma realidad de los chicos que vienen hoy, donde tenemos mucho tema de consumo, violencia y desempleo. Al principio surgió como un sueño para que los chiquilines se formaran en un oficio. Tenemos cuatro talleres, vestimenta y accesorios, cocina, herrería y electricidad. Oficios que hace diez años atrás eran muy válidos, pero actualmente no, porque la gente compra remeras de $50 en la feria, la realidad hace que la oferta tenga que ser otra” reflexionó.
El objetivo de Talitakum “es básico, trabajamos con chicos de entre 12 y 17 años, para que tengan una primera experiencia laboral aquellos que están más próximos a la mayoría de edad y los que no, que se reinserten en la educación formal”, agregó.
“Además tenemos un convenio con INAU y funcionamos como centro juvenil, pero el estado nos financia alrededor del 25% del presupuesto. Los chicos en Talitakum desayunan, almuerzan y meriendan. Trabajamos con chicos donde son cinco o seis hermanos y solamente una mamá. Esto es como una ayuda más en este momento, además el comedor es el espacio de compartir, de estar todos juntos en la mesa, es digno, tengo vaso, plato, alguien preparó todo para mí con cariño. Muchas veces lo que Talitakum hace es un rol de referencia familiar”, destacó.
“El 75% restante lo financian los Oblatos, los sacerdotes de la parroquia San Rafael, que se basa en donaciones. Entonces, por ejemplo, a nosotros nos ayuda el Banco de Alimentos, las panaderías de Playa Pascual, que todos los bizcochos que no venden el fin de semana los trae un vecino de ahí, así como ha aparecido gente que dice ‘mira, yo quiero cubrir las boletos de los chicos’, somos una institución privada, pero gratuita, los chicos que vienen a Talitakum no pagan un peso”, cerró Domínguez.
El distanciamiento ayudó a acercarse
Alberto aseguró que la pandemia permitió estrechar el vínculo aún más cercano con las familias: “En el tiempo de pandemia hemos tenido distintas vivencias, porque si bien al comienzo la no presencialidad de los alumnos generó una una lejanía, tanto los equipos técnicos como los equipos de educadores, educadoras y maestras, tuvimos que organizar la propuesta para volver a acercarnos y eso creo que generó un vínculo mucho más cercano, un acercamiento mucho mayor de cada educador, de cada maestra, con su grupo y con sus familias”.
“En tiempos comunes y corrientes quien está al frente de una clase o de un aula está puertas para adentro casi todo el tiempo y es muy difícil que llame por teléfono, por ejemplo, a cada una de las familias, y en este tiempo procuramos acercarnos de ese modo, fue un acercamiento mucho más individualizado. Entonces, eso permitió otro vínculo, otra cercanía. Pero en todos los centros esa estrategia se siguió, de que se llamara particularmente a cada familia. Eso también nos permitió sondear las dificultades tanto a nivel alimenticio como a nivel económico de las familias para poder organizar un mínimo de respuesta. Ahora no tengo calculado cuántas canastas se entregaron en este tiempo, pero hicimos un sistema de recolección y compra de alimentos para poder dar una mano a aquellos que estuvieron a raíz de la pandemia con mayor dificultad y eso surgió también de este acercamiento. Fue difícil, pero tuvo un fruto muy interesante.
Centro Educativo Talitakum
Por colaboración o donaciones contactarse al teléfono 093831903. Cuba 4384, Cerro.
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