A tan poco tiempo de asumir un nuevo gobierno, parte de la izquierda, principalmente el Frente Amplio, parece tener un interés claro y una estrategia para volver a ser gobierno: apostar al descontento social, que se desaten conflictos violentos en los reclamos legítimos que existen siempre en la sociedad. En algunos discursos se nota como un deseo para imitar de forma casi calcada algunos conflictos que hay hoy en la región.
Cualquier hecho que pueda generar una chispa que produzca indignación y enojo, es aprovechado casi al instante, sin esperar la información concreta o más detallada, se sacan conclusiones y se genera una manija, que viene siempre acompañada de un discurso muy usado afuera, en otras realidades.
Ese discurso tan prefabricado y repetido, está hace tiempo en la vuelta, a la espera de una oportunidad para usarlo y difundirlo casi como pieza publicitaria. Las palabras usadas son siempre las mismas: abuso, odio, racismo. Parece que hubiera un deseo, una necesidad de que estos hechos ocurran.
La ansiedad por el conflicto y para que se instale la violencia en la calle es tal, que han sobrado los ejemplos de denuncias fallidas a lo largo de este corto tiempo en el que asumió el nuevo gobierno.
Si uno escucha a los indignados de hoy sin conocer la realidad del Uruguay, de seguro pensaría que la policía de hace un año detenía a los delincuentes con cariño y hasta pidiéndoles permiso, reprimiendo a los violentos entre abrazos con colchones para ni siquiera machucarlos. Y en parte, es real que había cierto miedo a actuar de algunos policías por temor a la falta de respaldo político o judicial, no olvidemos las diferencias de enfoque del ministro del Interior del anterior gobierno, con algunos de su propio partido, o con el fiscal general. Recuerdo a dicho ministro hablando de la ingenuidad de la izquierda con respecto a la seguridad, y de la incidencia en el aumento de delitos del nuevo Código Penal.
Es claro y se nota que hoy hay una mayor voluntad política para respaldar la tarea policial, la coalición que gobierna fue votada, en buena parte, porque proponía ese cambio, nadie se debe asombrar por eso. Pero no creo a esta altura, hayan cambiado mucho los procedimientos para reprimir el delito y frenar la violencia en menos de un año.
Los ejemplos y vídeos de años anteriores con procedimientos también abundan, e incluso algunos se usan como actuales, pero claro, para algunos la preocupación por estas cosas arrancó en marzo. Porque es legítimo estar atentos y condenar los abusos, el odio, el racismo. Lo llamativo y cuestionable es el oportunismo, el infantilismo para interpretar la realidad, mucho más, lo es la manija para que la sociedad se fracture y resuelva las diferencias con violencia. Eso sí asusta y preocupa en serio.
Ya a poco tiempo de entrar el gobierno se estaban difundiendo por dirigentes políticos y militantes, una buena cantidad de hechos como irregulares, que luego con la prueba y la actuación de la justicia no fueron tales. Después, comenzaron a aparecer videos con una difusión e indignación absolutamente exagerada con respecto a la situación que se estaba viendo en esos videos.
Lo llamativo y cuestionable es el oportunismo, el infantilismo para interpretar la realidad, mucho más, lo es la manija para que la sociedad se fracture y resuelva las diferencias con violencia.
Por ejemplo, pasó en Punta Carretas con una mujer detenida, situaciones muy comunes, para nada novedosas, que ocurren siempre cuando la policía pretende llevar detenida a una persona que comete delito y se resiste, si no acepta por voluntad propia, no queda otra que usar la fuerza, y eso fue lo que se vio, una situación absolutamente normal en ese tipo de contextos.
Pero la expectativa por conseguir la indignación masiva de algunos sectores para que se genere violencia en la calle parece ser muy alta, y la falta de resultados creíbles para este objetivo, ha llevado a que buena parte de las movidas políticas generadas con este tipo de denuncias hayan fracasado con total éxito.
Recordemos la denuncia de abuso del funcionario municipal, que luego con las propias filmaciones del operativo lo desmintieron, o el ataque al militante de Salto por el que acusaban adversarios, pero que el atacante resultó ser un excompañero del propio partido. También se intentó usar políticamente el caso de Andrés, el muchacho prendido fuego en la Ciudad Vieja, al cual muchos usaron y olvidaron luego de conocer que no daría réditos políticos.
Ahora por estas horas el revuelo y la indignación es por el procedimiento en la plaza Seregni, donde las primeras informaciones no demuestran abuso policial, e incluso varios policías sufrieron agresiones. Esto es muy reciente, pero ya como por repetición, nuevamente la militancia infantil y los politiqueros oportunistas están desesperados para que se den las condiciones que deseaba una murga en el carnaval pasado y que tanto aplaudían desde la tribuna. Aquella murga que pronosticaba “tiempos de mierda” y decía:
“Iremos a la plaza, para dar batalla, si la cosa estalla, estaremos a la talla. Se pone Caribe, se dará pelea. Acá nadie se asusta (ni oculta). Habrá un aliento que pasará a ser grito. Que como pasó en Chile va a ser algo inaudito. No tendrás suerte ni un poquito”.
Hoy, lejos de ese carnaval y de las elecciones, donde no logran estar a la talla parece ser en el Frente Amplio. Unos pocos dirigentes y referentes son responsables, apuestan al diálogo y a la cooperación para que al país le vaya bien. Pero otra buena parte desentona con gran oportunismo e infantilismo negando la realidad, apostando al descontento, al conflicto violento y al fracaso del gobierno para sacar la ventaja política.
Ojalá canten mejor y se escuchen más los primeros.
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