La “nostalgia” nace en la medicina. Fue un médico suizo, Johannes Hofer, quien acuñó el término en 1699, fusionando las palabras de origen griego nostos (retorno), y algos (dolor). En su “Dissertatio medica de nostalgia”, identificó la patología observando el comportamiento de los soldados de su país que, tras largas campañas en el extranjero, se obsesionaban a menudo con graves episodios de melancolía. El estudio de la nostalgia ha tenido con posterioridad gran difusión, pero limitada a ciencias como la psicología, la antropología y la sociología. En un nuevo libro –La edad de la nostalgia– Edoardo Campanella y Marta Dassù intentan en cambio por primera vez extender el concepto a la política internacional. Y lo logran.
Por supuesto el caso más evidente al cual se le puede aplicar esta categoría es el movimiento a favor del Brexit. Pero aquello que los autores definen como una verdadera “epidemia de nostalgia” se viene en realidad difundiendo por todo el mundo, alimentando un número sorprendente de exitosos experimentos políticos. Por ejemplo, Trump. No existen dudas de que su campaña presidencial de 2016 puso su mirada en los dorados “años cincuenta”, época durante la cual la hegemonía estadounidense era indiscutida. La frecuencia con la que Trump utiliza los términos “again” y “back” en sus discursos dice todo. Pero también la China esta viviendo una tendencia a la nostalgia política. Xi Jinping intenta restaurar el poder global del Reino del Medio, y para olvidar el siglo de la humillación (1849-1949), reverdece con la Vía de la Seda la grandiosidad de la dinastía Ming. Por su parte, Shinzo Abe encontró inspiración para su larga trayectoria en el gobierno de Japón en la restauración Meiji, el gobierno “iluminado” del siglo XIX que terminó con el dominio feudal del shogunato y logró modernizar al país. Narendra Modi en India y Erdogan en Turquía también aprovechan este despertar de nostalgia. Hasta Macron parecería encontrarse en la búsqueda de una nueva grandeur francesa, al punto que juega a parecerse, hasta físicamente, a Napoleón.
Antonio Polito, en Corriera della Sera, comentando sobre el libro “La era de la nostalgia: la emoción que divide a Occidente”, de Edoardo Campanella y Marta Massù
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