Nació en Durazno 893 esquina Convención, un 16 de febrero de 1935, “el día que empezaba el carnaval” comenta como gracia del destino. En la casa de al lado vivía Enrique “Quique” Almada, con quien también compartió banco de escuela. Otra de las figuras artísticas que se crió en esa zona fue Jaime Roos, “era de Convención y Durazno” al revés de lo que dice la famosa canción ironiza Tomás.
“En esa época la mayoría de la gente del barrio trabajaba en la Compañía del Gas o en el Dique Mauá”, donde su padre Thomas se desempeñaba como mecánico naval. “Mi viejo calafateaba la chalana de seis remos con la que salíamos junto a una barra de amigos desde la playita del gas hasta las costas del Parque Rodó”. También pasaba sus tardes en la sede de Peñarol, que en ese entonces se encontraba en la calle Maldonado y sus gimnasios ocupaban casi toda la manzana que formaba con la calle Durazno. “Todos, inclusive los hinchas de Nacional del barrio eran socios de Peñarol”.
Tomás recuerda que en esos tiempos casi nadie tenía calefón, entonces aprovechaban a bañarse en las duchas del club después de jugar al básquetbol. La sede también tenía una gran cantina donde jugaban al billar. Los Scarisbrick fueron unos de los fundadores de la histórica institución. Su tío Juan José fue el primer golero del Central Uruguay Railway Cricket Club (CURCC), cuando la mitad del equipo de fútbol era formado por británicos.
Barrio Sur y el carnaval
“El barrio siempre fue muy carnavalero”, aunque los Saltinbanquis salieron de la calle Miní, donde vivía Cortez, su letrista, “en el Barrio Sur éramos más trouperos que murgueros” afirma Tomás. “Las barras de muchachos de aquella época nos juntábamos en las esquinas a cantar las canciones de las troupes del momento”. “Troupes” era una categoría de agrupaciones de canto y baile del carnaval, que salieron entre 1925 y 1954, según nos cuenta el periodista e historiador.
Su padre, más conocido en el barrio como el inglesito, se crió junto a Ramón “El Loro” Collazo, y desde el Club Atenas (Reconquista e Ituzaingó), con un grupo de jóvenes entusiastas, fundaron en 1927 la “Troupe Oxford”, que compitió en esa categoría contra “Un Real al 69”, troupe liderada por Salvador Granata que salía desde el Club Guruyú de La Aduana. El duelo surgió de inmediato y en los primeros años compartieron el primer puesto. Pero en 1930, “Ramón se calentó porque no le daban el primer premio y empezó a salir fuera del concurso”.
La Oxford, que tenía su local en Miní 827, contaba con la pluma del gallego Víctor Soliño, que junto a Collazo compuso el tango “Adiós mi barrio”, canción escrita en resistencia a los cambios que sufría el Barrio Sur con la monumental obra conocida como “Rambla Sur”. Más de 5 mil personas se reunieron el 26 de febrero de 1930 en un tablado montado por la Compañía del Gas para entonar las sentidas estrofas: “viejo barrio que te vas, te doy mi último adiós, ya no te veré más, con tu negro murallón, desaparecerá, toda una tradición, mi viejo Barrio Sur, triste y sentimental, la civilización te clava su puñal, en tu costa de ilusión, fue donde se acunó el tango compadrón…”
Tomás debutó en carnaval en 1951, con 16 años, en un conjunto vocal que salía en la esquina de Río Branco y Durazno. En los años siguientes alternó en varias agrupaciones que logaron segundos y terceros puestos, hasta que finalmente recaló en la Revista Fantasía, dirigida por Johnny Kemerle, con la que ganó el primer premio del concurso en 1969, 1970 y 1973. Tomás recuerda que “Eran épocas de grandes apagones e inundaciones y por esos años había que laburar de noche por la electricidad”, y tenía que dividir su tiempo entre los tablados y las máquinas de contabilidad de la Imprenta Barreiro y Ramos donde trabajaba.
Su vínculo con el carnaval se extendió toda su vida. Fue jurado, trabajó en la Comisión de Apoyo al Carnaval de la Intendencia de Montevideo, y en DAECPU ofició de coordinador de la Comisión de Programación del Concurso Oficial. Desde 1983 cubrió periodísticamente el carnaval para La Mañana y El Diario.
Carrera periodística
“Empecé como eventual en 1978 y mi primera cobertura para La Mañana fue una carrera de motocross en las canteras del Parque Rodó” rememora Tomás. Después empezó como cronista de partidos de Básquetbol, que en aquel entonces se jugaba todos los días. Lunes, miércoles, viernes y sábados jugaban los equipos de primera, y los de segunda división lo hacían los martes, jueves y domingos.
También empezó a cubrir el fútbol, sobre todo los sábados los partidos de la B, hasta que un día Franklin Morales, jefe de la página deportiva de La Mañana lo mandó a Mar del Plata para seguir el debut de Jair, flamante incorporación de Peñarol que jugaría contra el River Plate de Kempes, Passarella y Fillol en el balneario argentino. El partido finalmente no se disputó porque el plantel de River exigió el cobro de mil dólares por su presencia en el amistoso, algo que el presidente Millonario Aragón Cabrera no pudo solucionar siquiera con la ayuda de sus amigos hoteleros. Tomás recuerda con risas aquellos tres días de playa.
Más tarde entró a trabajar en redacción para la Sección Interior. “Recibía la correspondencia de los corresponsales y la seleccionaba para armar las notas”. Pero su dedicación en el periodismo deportivo continuó en varias áreas. Comenzó a hacer la cobertura de la Casa de los Deportes del Comisión Nacional de Educación Física donde se empezó a vincular con las federaciones de deportes “menores”. Tomás cuenta con orgullo que fue el primer periodista uruguayo que escribió sobre hockey sobre césped y fue el primer periodista especializado en bochas del Río de la Plata.
En 1987 cubrió el mundial de bochas que se jugó en el Luna Park de Buenos Aires, donde se montaron cuatro canchas. “Los argentinos estaban locos de la vida, porque allá no le daban pelota”. Aquel mundial lo ganó Italia, que “eran los capos”, y el equipo uruguayo obtuvo un digno tercer puesto. Ese fue uno de los tantos torneos de bochas que cubrió Tomás y por lo que recibió varios reconocimientos de dicha federación por la difusión de ese deporte.
Por su relación permanente con el Círculo de Periodistas Deportivos del Uruguay (CPDU), en 1982 trabajó para la primera edición de los Premios Charruá, que se celebró en el Parque Hotel y estuvo como invitado el automovilista Juan Manuel Fangio. En esa oportunidad el primer premio lo ganó la tenista Fiorella Boniccelli. Desde 1983 escribió sobre carnaval para el suplemento de espectáculos “Platea” donde también publicaba sus entrevistas a diferentes intérpretes de tango. Tras la desaparición de Seusa, Tomás siguió escribiendo para El Diario hasta el año 2000.
A pesar de que a sus 84 años, Tomás Scarisbrick no goza de buena audición ni visión, su intacta y precisa memoria nos permitió recorrer un poco de su carrera y algunas de las anécdotas que vivió en el periodismo y el carnaval. ¡Salud maestro!