Sin confirmación oficial, según las proyecciones Joe Biden será el próximo presidente de Estados Unidos. El nuevo plan de gobierno tiene como ejes reforzar los planes de salud, generar más empleos y “restaurar el liderazgo americano”, algo que en los hechos será un desafío debido al sistema internacional multipolar existente.
Luego de una vigilia de varios días y aún con la incertidumbre por los estados litigados por los republicanos, el demócrata Joe Biden es proyectado como el próximo presidente de Estados Unidos, en lo que fueron las elecciones con mayor participación –y las más costosas- de los últimos 120 años. Con más de 76 millones de votos, Joe Biden se ha convertido en el candidato más votado de la historia electoral del país. Segundo quedó Donald Trump, con más de 71 millones y medio de votos.
Además, el Partido Demócrata lograría, otra vez, la mayoría en la cámara baja del Congreso, mientras que para los senadores se espera aún el conteo de votos en Alaska, mientras que Georgia, que tiene dos senadores, deberá ir a una segunda vuelta ya que ninguno de los candidatos logró obtener el 50 % más uno de los votos. La misma se realizará en enero del próximo año. Quien gane aquí podrá tener mayoría en la cámara alta, significando para los demócratas el control de ambas cámaras, mientras que los republicanos pelean por mantener el control del Senado, el cual ostentan desde el 2015.
Otras fechas importantes por venir serán en diciembre de este año y en enero de 2021, cuando el Colegio Electoral emitirá sus votos (el 14 de diciembre). Luego, el Congreso los certifica el 6 de enero de 2021 y, finalmente, el 20 del mismo mes se realiza la ceremonia de investidura. Cabe destacar que el Colegio Electoral no se reúne en su totalidad en un determinado lugar, sino que los miembros se congregan en cada Estado y votan por el presidente y vicepresidente.
El plan para los católicos
Antes Biden fue senador por Delaware y vicepresidente durante los dos períodos de la presidencia de Barack Obama y obtuvo su victoria gracias a estados como Colorado, Nevada y Pensilvania. En este último estado fue donde más puso esfuerzo junto a su candidata de fórmula, Kamala Harris, quien será la primera vicepresidente mujer de la historia del país. Menos del 1 % (0,7%) de los votos fue la diferencia que le dio la victoria de los demócratas en Pensilvania, cifra exacta que en las elecciones del 2016 permitió a Trump ganar ese Estado frente a Hillary Clinton.
Además del peso electoral, Pensilvania significa mucho para Biden. Oriundo de la ciudad de Scranton, visitó su casa de la niñez el mismo día de las elecciones y escribió en la pared del comedor: “Desde esta casa a la Casa Blanca con la gracia de Dios. Joe Biden. 3/11/2020”. Lo mismo había hecho en su antiguo cuarto de dicha casa durante las elecciones de 2008, cuando acompañaba a Obama como candidato a vicepresidente. Ese mismo día también asistió a misa, católico convencido y practicante, será el segundo presidente de dichas creencias luego de John F. Kennedy.
Biden lleva un rosario en su bolsillo y cada domingo asiste a misa. La del domingo pasado fue la primera luego de ser electo, y para él la religión no es solo algo personal, sino una cuestión que rige su vida y tiene espacio en la política, algo que queda reflejado en su programa de gobierno, que tiene en su página web una sección llamada “El plan Biden para la comunidad católica”. En la misma afirma la importancia de “amar al prójimo como a ti mismo”, “tratar a todos con dignidad” y proteger y ayudar a las familias trabajadoras. Además, cita a la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco.
En tiempos de covid-19 y con más de 10 millones de casos en Estados Unidos, la dupla Biden-Harris ha hecho mucho énfasis en reforzar las cuestiones del llamado “Obamacare”, el cual, acorde a lo descrito en su página web, “más de 100 millones de personas ya no tienen que preocuparse de que una compañía les niegue la cobertura por enfermedades preexistentes”. Además, este plan, que también permite que los menores de 26 años tengan acceso a seguro médico bajo la cobertura del plan médico de sus padres.
Respecto a la tercera edad y los hogares residenciales, Biden sostiene que protegerá a sus residentes y fomentará mayores controles dentro de las mismas, sobre el coronavirus y estándares de calidad.
La proyección internacional y la guerra
En la sección sobre política exterior, la web de Biden titula “Restaurar el liderazgo americano en el extranjero”. En la misma habla de mejoras a nivel nacional y también de “Restaurar el liderazgo moral”, algo que luego es retomado en un artículo titulado “Por qué Estados Unidos debe liderar otra vez” que escribió para la revista Foreign Affairs.
Con un enfoque más enérgico, Biden propone un rol más activo de su país en el escenario internacional, el cual tendrá desafíos como abordar las relaciones con las potencias mundiales y regionales.
En este artículo, Biden afirma que, durante su primer año de gobierno, es decir, a partir de enero de 2021, “Estados Unidos organizará y será el anfitrión de una cumbre mundial por la democracia para renovar el espíritu y el propósito compartido de las naciones del mundo libre”. Esta cumbre estará enfocada en generar una agenda común y estará centrada en tres áreas: lucha contra la corrupción, defensa contra el autoritarismo y promoción de los derechos humanos en el mundo. Además, incluirá miembros de organizaciones de la sociedad civil, como de ONGs que “estén en primera línea en defensa de la democracia”.
Biden ha tenido gran interés en el mundo de las relaciones internacionales, siendo miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, e incluso presidente del mismo en los períodos 2001-2003 y 2007-2009. Luego, se refiere a “poner fin a las guerras, que le han costado a Estados Unidos una cantidad incalculable de sangre y tesoros. Como he argumentado durante mucho tiempo, deberíamos traer a casa a la gran mayoría de nuestras tropas de las guerras en Afganistán y Medio Oriente y definir estrictamente nuestra misión como derrotar a Al Qaeda y al Estado Islámico (o ISIS)”.
Sobre estos temas, Biden ha sido un gran entusiasta al apoyar sendas intervenciones como lo ocurrido en Irak, Afganistán y Libia. Durante el año 2001, Biden apoyó decisivamente la guerra de Afganistán, afirmando que “Debemos hacer lo que sea necesario”. Cabe destacar que este conflicto ya lleva 19 años activo (en sus dos fases), con enfrentamientos de baja intensidad entre distintos actores, que van desde el gobierno afgano, el movimiento Talibán, Al Qaeda, el Estado Islámico y distintas fuerzas de distintos países.
Sobre Irak, afirmó en 2002 que Saddam Husein “era una amenaza para la seguridad nacional y que no había otra opción que eliminarla”. Luego, ese mismo año, apoyó la invasión estadounidense de Irak al votar a favor de autorizar el uso de la fuerza militar contra ese país. Invadido Irak a partir del 2003 bajo sospechas de poseer armas de destrucción masivas, pronto se descubrió que el país no poseía armas de este tipo y generó una serie de conflictos que se mantienen vivos 17 años después de dicha invasión.
En Libia en 2011, durante la primavera árabe, Estados Unidos (con Biden siendo vicepresidente) apoyó junto a partes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) la intervención militar en el país africano, lo cual aceleró la caída de Muamar Gadafi, como mandatario de Libia, y sumió al país en un conflicto que ya lleva 9 años activo. Acorde a un artículo de Atlantic Council de octubre de 2011, Biden afirmó que la OTAN “lo hizo bien”.
Respecto a la OTAN y a Estados Unidos, siendo senador promovió una resolución para apoyar a Gran Bretaña en el caso de que ocurra una guerra con Argentina por las islas Malvinas. Cabe destacar que, por cuestiones legales, Estados Unidos formaba parte, junto a Argentina, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que fue firmado en 1947, mientras que en la OTAN es miembro desde 1949, dándole prioridad legal a las obligaciones del TIAR. “Mi resolución lo único que busca es definir de qué lado estamos, el cual es el lado británico”, dijo Biden en la década del ’80. “Si permitimos que en esta parte del hemisferio la resolución de reclamos por la fuerza propiciaríamos otra serie de actos, claramente Argentina es el agresor e Inglaterra tiene razón”, agregó en durante una entrevista.
Su postura sobre Rusia también cambiará respecto a la que Trump tenía, tomando una postura más dura contra el gigante euroasiático. Biden afirma en su artículo que “debemos imponer costos reales a Rusia por sus violaciones de las normas internacionales”. Algo que sí concuerda con la estrategia tomada durante la administración de Obama, como así Biden ha apoyado la expansión de la OTAN en Europa del este.
Pero para lograr que Estados Unidos tenga el liderazgo que antes tuvo, Biden deberá enfrentarse a un escenario internacional multipolar donde actores como Rusia, China, Turquía o Francia persiguen su propia agenda y la cooperación será esencial para lograr mayores y mejores acuerdos en un mundo de alianzas cambiantes y heterogéneas.
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