El sector público como empleador de última instancia
Los programas de trabajo y capacitación regionales y locales son esenciales para el objetivo de largo plazo de reasignar el trabajo y las capacidades necesarias hacia el mercado de trabajo del futuro. La experiencia pasada –por ejemplo, con el Nuevo Trato para los Jóvenes (New Deal for Young People) del Reino Unido de 1998 y del Fondo de Empleos Futuros (Future Jobs Fund) de 2009- nos enseña que los programas deben ofrecer no sólo capacitación y experiencia laboral, sino también asistencia en la búsqueda de empleos e incentivos para que los empleadores contraten de forma permanente.
Si vamos a poder atender a los más de 900.000 menores de 25 años que necesitan ayuda y crear los 1,5 millones de puestos de trabajo que se estima se necesitarán durante el próximo año, el sector público tendrá que convertirse en el empleador de última instancia. Así pues, en lugar de responder pasivamente a un aumento del desempleo, la política fiscal debería tener por objeto sustituir el “ejército de reserva de desempleados” de Karl Marx por una reserva de puestos de trabajo con apoyo estatal y planes de capacitación que se amplíen o se reduzcan con el ciclo económico.
Lo que necesitamos sobre todo de los políticos del Reino Unido es un renovado compromiso a favor del pleno empleo, en el espíritu de Keynes y del presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt. Una condición esencial para ello es la coordinación de las políticas monetarias y fiscales con la mira en ese objetivo.
Gordon Brown, ex primer ministro del Reino Unido, y Robert Sidelski, profesor de economía de la Universidad de Warwick, en columna de Project Syndicate
La mejor inversión para salir de la pandemia son los jóvenes
La crisis financiera mundial que tuvo lugar hace ya más de una década dejó profundas secuelas en términos de destrucción de oportunidades y desempleo juvenil. En la actualidad, la pandemia amenaza con provocar efectos similares en los menores de 25 años. Sin embargo, ni los líderes de Francia, Italia o España, ni el presidente de la Comisión Europea, han dado prioridad al problema del desempleo juvenil, según surge de los últimos discursos. Es hora de que el más alto nivel político preste atención al riesgo de tener otra generación perdida. Se necesitarán políticas audaces.
El desempleo juvenil ocasiona daños a largo plazo. Los trabajadores que estuvieron desempleados de jóvenes tienden a ganar mucho menos a lo largo de su vida. Los jóvenes desempleados miran el futuro con menos optimismo. También tienden a dejar la casa de sus padres más tardíamente, lo que los lleva a dilatar la formación de familias. En promedio, los italianos dejan la casa de sus padres a la edad de 30 años, y no es sorprendente que las tasas de fertilidad italiana y española estén entre las más bajas de Europa.
Europa no puede permitirse olvidar nuevamente a su juventud. Las instituciones europeas deben contribuir al esfuerzo de evitar otra generación perdida y los responsables de las políticas nacionales, en particular, deben poner su parte para el logro del objetivo. La deuda pública se está incrementando masivamente para proteger a las empresas de la bancarrota y para preservar las estructuras económicas. Pero si Europa quiere seguir siendo competitiva, necesitará invertir más en la economía del futuro. No existe mejor inversión que la que se haga en los jóvenes, quienes sufren de manera desproporcionada las consecuencias de esta pandemia.
Guntram B. Wolff, director de Bruegel
TE PUEDE INTERESAR