Expertos advierten que la depredación de las redes de arrastre, utilizadas por pesqueros en altamar, y los buques invasores en nuestras aguas, ponen en peligro la biodiversidad marina y el trabajo de los pescadores uruguayos.
“Recuerdo haber visto quince pesqueros, en líneas paralelas, uno al lado del otro, arrasando toda una franja, en la cual no quedó ningún vestigio de vida marina”, rememora el capitán de navío (r) Jorge Bercianos.
Uruguay, al ser un país tradicionalmente vinculado al campo, “ha estado un poco de espaldas al mar”. “Una inmensa fuente de riqueza que ha sido muy desaprovechada y que hoy se encuentra en peligro por la gran depredación que se ha practicado”, agrega el especialista.
Bercianos es el autor del libro recientemente publicado Vivencias de la pesca industrial de altura, que relata experiencias y anécdotas de la pesca de merluza negra en las islas Georgias del sur, y del atún, el pez espada y el tiburón, en el mar Índico.
A diferencia de la pesca selectiva de especies, generalmente en el arte de pesca se utiliza la red de arrastre que “es un método depredatorio”, porque “la red de arrastre arranca todo lo que encuentra en el fondo”, como algas y corales.
El experto explicó a La Mañana que, si bien las mallas autorizadas son de 12 cm de entretejido, “la mayoría de los pesqueros utilizan dos para reducirlo a la mitad, lo que no permite que escapen las especies juveniles, por lo cual algunas especies que se van degradando de a poquito, porque así se impide su procreación”.
La especie más comercializada y, a su vez, “la más castigada” es la merluza, advirtió. Pero no solo por la depredación de la pesca de arrastre, sino también por la incidencia de miles de lobos marinos, que comen entre 5 y 8 kilos de pescado al día, lo que “disminuye la cantidad de peces, sobre todo en la franja costera”.
Métodos alternativos para una pesca sostenible
Para Bercianos el método selectivo por excelencia es el de la pesca del calamar. “Se ponen líneas de pesca que suben y bajan sin carnada, que se posicionan sobre un banco de calamar y no hay posibilidad de capturar un acompañante”. Entre ese método, que “es el más selectivo de todos”, y el de “depredación”, mediante las redes de arrastre, “hay una vasta gama de procedimientos”, explicó.
Entre ellos las nasas: unas jaulas cilíndricas de aproximadamente de 2,5 metros de largo por 2,5 metros de diámetro, que se forran con una red formando un embudo hacia dentro y va disminuyendo su diámetro, hasta llegar al mínimo para que pase la presa. Se cuelga una carnada en el centro de la jaula, que con el olor atrae al pez para que entre por el tubo y después no encuentre salida. Bercianos remarca que ese método “permite una selectividad más grande de las especies y, además, menos riesgo ante los depredadores naturales”, que aparecen en las líneas de pesca.
Con el objetivo de reducir la pesca incidental de especies, la ONG Océanos Sanos promueve, desde hace meses, un programa de pesca sostenible y selectiva con los pescadores artesanales de Rocha, fomentando el uso de un “sistema de jaulas”, que según comentó a La Mañana, el director de la organización ambientalista, Rodrigo García Píngaro, tuvo “muy buena receptividad en varios de ellos”.
Este sistema de pesca selectiva no tiene el problema del lobo marino, “que le comen las piezas y le rompen las redes”. “A esta jaula no les entran”, aseguró García. Además, estas jaulas “no tienen pesca incidental”, explicó. Peces como los delfines franciscanos -que es una especie vulnerable que está amenazada- o las tortugas “no quedan enmalladas en estas trampas”, como con las redes, afirmó.
A su vez, Océanos Sanos trabaja junto a la Wildlife Conservation Society de Argentina, en un proyecto para conservar especies de tiburón y, sobre todo, especies endémicas, “que solo existen en esta región, como los angelitos”.
García señala que los tiburones están en una situación realmente de amenaza, pero que los pescadores artesanales no son los responsables de este problema, porque el pescador artesanal tiene una escala de pesca muy pequeña de la torta.
El director de Océanos Sanos aclaró que la promoción del uso de las jaulas, “no es ir en contra de la pesca del gatuzo, el angelito o el cazón, que es lo que les da de comer, sino más bien para empezar a darles alternativas a los pescadores artesanales”, para que puedan “convertirse a un modelo de pesca sostenible, ejemplar y, además, empezar a pescar otras especies que incluso tienen más valor”. Por ejemplo, “un cajón de brótola vale tres veces lo que vale uno de angelito”.
Pesca furtiva: problemas con los vecinos y los buques de tercera bandera
En lo que respecta a la pesca costera, la pesca de media altura y la pesca artesanal, “tenemos el problema de los invasores de países limítrofes”. El experto advirtió que todos los días, los buques brasileños pasan de los límites marítimos de Uruguay para robar pescado. Por otro lado, indicó que dentro de la zona común de pesca, entre Uruguay y Argentina, “está el tema de la falta de constancia de las cuotas que corresponden para cada país”.
Esa cuotificación, “debería ser mejor controlada, para que no se sobrepase la cuota autorizada, ni tampoco se sobrepasen los períodos de pesca autorizados”, porque cuando se declara una veda unilateral, “lo que no pescan los uruguayos, lo pescan los argentinos”, y entonces se hace muy difícil controlar el volumen de las capturas y hasta cuando está lícitamente permitido pescar”, dijo Bercianos.
Por otra parte, el experimentado pescador, señaló que la ley de Desarrollo Pesquero del año 1974, que preveía en su origen que todos los permisos de pesca se otorgaran a buques que tengan en tierra una estructura de procesamiento de pescado, “con el tiempo todo eso se fue desfigurando, se fue distorsionando y llegamos a los años 2000, en que había algunas empresas que su única inversión era un apartamento alquilado, con un teléfono con fax, y desde allí hacían las exportaciones, pescando en barcos comprados de segunda mano”, aseveró.
Según Bercianos, la nueva ley (19.175), “mejoró algo, pero no lo sustancial”, porque “permitió que existieran empresas como Fripur, que además de “explotar y depredar” especies como todo pesquero de arrastre, “utilizaban una gran cantidad de buques en estado calamitoso, que explotaban hasta que no daban más y los abandonaban” (en el cementerio de barcos del puerto de Montevideo).
Asimismo, advirtió que empresas extranjeras “piden permisos de pesca para altamar, fuera de las aguas territoriales, y también para zonas donde Uruguay tiene derechos adquiridos por ser miembro del Tratado Antártico”. “Muchos barcos de tercera bandera, le ponen bandera uruguaya, con la finalidad de poder tener acceso a esos caladeros del Atlántico Sur”, aseguró.
El problema, para Bercianos, es que “es muy difícil el control, ya que requiere la presencia permanente de buques de la Armada que inspeccionen la zona”. Por ese motivo, y por lo expresado antes, entiende que “se distorsionó el concepto original de tener una pesca sustentable, que permita la renovación de las especies y que fuera realmente una fuente de trabajo para los pescadores uruguayos”.
Desde la ONG Océanos Sanos fueron varias las denuncias realizadas por barcos de tercera bandera que llegan al puerto de Montevideo, en condiciones a bordo “infrahumanas en todo sentido, de higiene, de alimentación, de maltratos”, aseguró García, que, además, señaló que las autoridades han hecho caso omiso.
EE. UU. brinda apoyo a Uruguay para combatir la pesca ilegal
En junio, los departamentos de Estado y de Comercio de Estados Unidos, lanzaron una estrategia global contra la pesca ilegal, principalmente preocupados por el rol protagónico que tiene China en la industria pesquera mundial.
En consonancia, días atrás, el embajador de EE. UU. en Uruguay, Kenneth George, oficializó -en un evento en el que participó la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) y Océanos Sanos, entre otros- que el país norteamericano cooperará con Uruguay para combatir la pesca furtiva en nuestros mares, que todos los días, “roba millones y millones de dólares” de las aguas uruguayas, como aseguró el ministro de Defensa, Javier García, en el Parlamento, tras la detección de 19 pesqueros brasileños en aguas uruguayas, sobre fines agosto.
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