El avance de la era digital está produciendo grandes transformaciones en la naturaleza del dinero y la manera como pagamos por bienes y servicios.
Según datos del Banco Central Europeo, los pagos mediante medios electrónicos siguen en aumento. En la zona euro, durante el último año este tipo de transacciones aumentó un 8,1% hasta alcanzar los 98.000 millones de euros. Casi la mitad de las transacciones se realizaron con tarjetas, seguidas de transferencias de crédito y débitos directos. La pandemia del coronavirus solo ha acelerado esta tendencia, evidenciándose un rápido aumento de los pagos en línea y una migración hacia los pagos sin contacto en los comercios.
El aumento en la demanda de medios de pago digitales viene acompañado de nuevas formas de dinero privado, o pasivos de entidades privadas que hacen las veces de dinero, desde los tradicionales depósitos bancarios hasta las aplicaciones de pago a través de teléfonos celulares. Esta transformación presenta nuevos desafíos para los bancos centrales, que deben asegurarse de que sus monedas sigan manteniéndose vigentes en la era digital. A principios del año, el Banco Central Europeo decidió explorar la posibilidad de emitir un euro digital que pueda utilizarse para transacciones de bajo monto.
“El dinero emitido por el banco central es único. Proporciona acceso sin restricciones a un medio de pago sencillo, libre de riesgos y confiable que los individuos pueden utilizar para cualquier transacción. Pero para su uso en el comercio minorista, el euro actualmente solo se encuentra disponible bajo la forma de dinero en efectivo”, explicó esta semana Christine Lagarde, directora ejecutiva del BCE. “Un euro digital complementaría el dinero en efectivo y garantizaría que los consumidores siguieran teniendo acceso sin restricciones al dinero del banco central de una forma que satisfaga sus necesidades de pago digital”, agregó Lagarde.
El BCE se encuentra especialmente preocupado por el crecimiento del Bitcoin y otras criptomonedas. Estas monedas permiten que se realicen pagos directos sin necesidad de intervención de los bancos centrales u otros intermediarios. Si bien la tecnología blockchain ofrece garantías de pruebas criptográficas, y la integralidad y seguridad de los registros electrónicos, el BCE advierte que “el principal riesgo radica en confiar exclusivamente en la tecnología y en el concepto erróneo de que no existe ningún emisor identificable. Esto también significa que los usuarios no pueden confiar en que los criptoactivos mantengan un valor estable”.
Una preocupación general de los bancos centrales es que los datos y registros digitales de los consumidores se utilicen de forma inapropiada, ya que el abuso de la información personal puede poner en peligro la privacidad y perjudicar la competencia. “A pesar de todos los cambios que se han producido, los fundamentos del dinero permanecen intactos. La gente solo aceptará nuevas formas de dinero si este les ofrece gran seguridad, mantiene su valor y respeta la privacidad, un aspecto que se está volviendo cada vez más importante en la era digital”, concluyó Lagarde, asegurando que estos fundamentos del dinero emitido por los bancos centrales permanecerán a futuro, independientemente de la forma que asuma el dinero.
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