Por qué el artiguismo, siendo un ideario tan noble y aceptado por todos, ha terminado en el abuso de su nombre y en el fracaso de los resultados? No hay un solo partido, un solo candidato que no lo haya nombrado como cosa elevada, que sabemos común a todos los Orientales. Lemas, sublemas.
Corrientes, vertientes. Clubes, sedes y todo tipo de intento de identificarse como artiguistas vemos continuamente, repitiéndose con el paso del tiempo una y otra vez. Es un milagro que aún hoy el nombre de nuestro máximo Prócer mantenga la capacidad de seducción necesaria, para quienes quieren invocar en sí mismos, las cualidades más altas y nobles, a prueba de ideologías y tendencias.
Es que el artiguismo puede ser un concepto demasiado amplio y hasta generalizado para la mayoría de nuestros compatriotas. Se corre el riesgo de quedar en la mera intención, si no se interpreta el verdadero significado de lo que podemos llamar el Artiguismo vivo.
Para esto es fundamental completar con acciones y en los hechos los resultados que la doctrina proclama. Con el discurso florido y emotivo no se llega a nada. Con intenciones y ademanes no alcanza. Nombrando al Prócer y citando sus célebres frases no pensemos que somos artiguistas, es mucho más que eso. Muchísimo más…
Nada más incluyente que este ideario, ningún oriental es apartado en su concepción. Nadie es diferente ni rechazado. No seremos dignos mientras haya ciudadanos al costado del camino, miles fuera del sistema, sin una esperanza, sin una salida.
Escuchar la voz del Pueblo, sus problemas y necesidades. Y no sólo la atención del gobernante sino las acciones concretas, reflejo de las demandas de la gente. La realización con justicia y responsabilidad de la voluntad del Pueblo, soberano sin discusión ni objeciones de ninguna clase. No es quedarse en escucharlo y disponer las medidas necesarias, si no se controla celosamente y se comprueba su éxito, de nada sirve intentarlo.
El Artiguismo vivo es el resultado en la gente. Es llevar la justicia en su más amplia acepción a todos los rincones del país y no sólo hasta donde se pueda llegar. No puede haber diferencias entre el ciudadano de la capital y el que trabaja de sol a sol en medio del campo, simplemente porque está más alejado. No puede quedar nadie apartado de sus derechos ni en condiciones desiguales. No existen en el léxico artiguista ciudadanos de primera clase, de segunda y mucho menos privilegiados por amiguismos o del tipo que sea.
Nada más incluyente que este ideario, ningún oriental es apartado en su concepción. Nadie es diferente ni rechazado.
No es idealismo, es concreción. No es utopía, es el más puro sentido común y quien así no lo vea, podrá llamarse a sí mismo de cualquier manera en que se sienta identificado, pero no es un Artiguista.
No es posible ser tan ilustrados como valientes si fallamos en brindar el nivel de educación que necesitan nuestros jóvenes para su desarrollo personal y el Uruguay como nación. Es inseparable la relación entre el conocimiento y la libertad. La democracia es fortalecida por hombres y mujeres con capacidad de discernir más allá de las pasiones. El deterioro de la calidad de la enseñanza es todo lo contrario al resultado perseguido por el gran Ideario.
Artigas es respeto, es honor y verdad. Honestidad para admitir la realidad en que nos encontramos y la determinación y firmeza para rectificarla. Es tener la valentía de enfrentar las injusticias y el coraje de combatir la perversión del nivel que sea y en el lugar que se encuentre.
No se necesita ser historiador ni estudioso de la vida y biografía de nuestro Jefe de los Orientales, para proceder en concordancia con su Ideario.
Compatriotas en todas las épocas han seguido su camino. Basta encontrarse en presencia de su imagen representada en tantas obras, para percibir de que se trata. No existe uruguayo que no sienta en su interior una conexión con su Orientalidad, al asistir al Mausoleo donde descansan sus restos.
Claramente por encima de partidos y divisiones está lo que es correcto y decente. Lo justo y compasivo, lo igualitario e inclusivo. La recompensa del esfuerzo y la justa pena al que atenta contra la sociedad. Estos valores se encuentran además en el artiguismo como esencia. Todas las corrientes humanistas pueden coincidir en incluirlos pero la fundamental importancia de concretarlos en los hechos y con resultados ciertos, es la condición infaltable de reciprocidad hacia los más frágiles. El Artigas vivo está hoy en el alma de su Pueblo y en su clamor por un País más justo, de trabajo y de una educación ejemplar. El Ideario Artiguista está más vivo que nunca y son los orientales que saben cumplir, quienes demuestran cada día en los hechos su vigencia.