Calidad, servicio y limpieza son pilares de la célebre franquicia que cumple tres décadas en nuestro país. En entrevista con La Mañana, el director de McDonald’s Uruguay, Ricardo Méndez, subrayó la importancia que otorga la empresa al desarrollo de los proveedores locales, el rol central de la responsabilidad social, el valor de la meritocracia para el personal y la permanente preocupación por estar cerca de los clientes, adaptándose a los cambios culturales.
En estas tres décadas han pasado distintas generaciones de clientes y muchos cambios culturales en la sociedad. Cuando uno piensa en McDonald’s asocia con servicio rápido y también con lugar de encuentro familiar, especialmente con los niños. ¿Esto forma parte de esa experiencia?
Principalmente, lo importante para nosotros es estar cerca del consumidor, de sus expectativas y necesidades. La esencia nuestra no cambia y es poder brindarle al cliente la mejor experiencia, como decimos, de calidad, servicio y limpieza. Siempre tuvimos un fuerte foco en la familia, en brindarles una experiencia distinta, por ejemplo, con los peloteros y los playland, que hoy por supuesto están cerrados, ya desde el 13 de marzo cuando comenzó la pandemia en Uruguay, por lo que también dejamos de festejar cumpleaños. Las familias nos eligen fuertemente como una salida de esparcimiento, de diversión y nosotros queremos siempre cubrir esa expectativa, también dentro del menú.
¿Cómo se dio la llegada de la empresa al país y la expansión por los barrios?
Hoy estamos muy cerca del consumidor, con 30 locales. Comenzamos con nuestro primer local en Montevideo Shopping Center en 1991. Después, de a poco fuimos abriendo locales y también distintas propuestas para que el consumidor y los clientes puedan estar cerca de la marca como el Automac y el delivery.
¿Cómo ha sido acompasar con los cambios en los hábitos alimenticios de los últimos tiempos?
El año pasado modificamos toda nuestra propuesta en la Cajita Feliz y ese menú hoy cuenta con 600 calorías, con una fuerte reducción en el sodio, en el ketchup y en el pan. También disminuyendo calorías en el azúcar e incorporamos más vegetales y más fruta. El postre es un puré de manzana 100% natural, sin conservantes y sin aditivos. Pero en la historia hemos hecho muchas incorporaciones. En 1991 no teníamos ensaladas y hoy se tiene la opción de cambiar las papas fritas por una ensalada o cambiar las papas del menú infantil por tomates cherry.
La empresa también ha mostrado una especial preocupación por el origen y la calidad de los productos, realizando auditorías de bienestar animal y de buenas prácticas agrícolas. ¿Cómo ha resultado en Uruguay?
Es importante destacar que en 1991, cuando llegamos, el 99% de nuestros insumos eran importados. Hoy el 80% de nuestros insumos son locales. Después de 30 años de trabajar en el mercado con distintos proveedores, en la compañía fuimos desarrollando un vínculo con muchos de ellos que hoy son locales.
El primero que tuvimos fue el Frigorífico Tacuarembó, en 1992. Hoy los vegetales son locales, también los lácteos y el papel, las salsas de dulce de leche y de chocolate. El queso se produce en Colonia y también es exportado para el sistema McDonald’s a Brasil, Argentina y Rusia. El haber trabajado con esos proveedores y realizar auditorías fuertes que tienen altos estándares en cuanto a la seguridad alimentaria, la calidad y demás les permite a los proveedores locales poder exportar al sistema McDonald’s y ser proveedores en otros países. La misma carne ha sido exportada a Chile, Paraguay y Colombia. Un ejemplo de lo que todavía no hemos podido desarrollar acá son las papas que son de McCain, que tiene una planta muy grande en Argentina.
Cuando McDonald’s llega a instalarse en un país lo que busca es poder desarrollar a los proveedores locales, una cadena de abastecimiento y generar una sociedad con esos proveedores para asegurar que el abastecimiento de los insumos va ser continuo, permanente y de forma local.
¿Cuántos años llevas trabajando en McDonald’s?
Los mismos que la compañía en el país. En el año 1991 comencé trabajando en el primer local, en lo que fue mi primera experiencia laboral formal de trabajo. Comencé con 18 años de operario, trabajando en la cocina y en la caja. Después fui desarrollando mi carrera como muchos lo han hecho y hoy lo siguen haciendo, porque es un valor importante para nosotros la meritocracia, apoyarla, apuntalarla y promocionarla. Hoy somos, en todo el equipo, más de 1800. De ese modo se abren oportunidades no solo en nuestro país, sino también para empleados en el exterior. Hay distintos empleados que hoy trabajan en el sistema McDonald’s en el mundo y yo también tuve la oportunidad trabajar afuera.
¿Cómo ha repercutido la pandemia en las ventas de la empresa y en el empleo?
En términos económicos del negocio definitivamente nos vimos afectados. Cuando comenzó la pandemia nos vimos obligados a cerrar muchos de nuestros locales, la mitad de la operación la tuvimos que cerrar. Buscamos sostener las fuentes de trabajo y las cadenas de abastecimiento y así pudimos tener esa mitad de los lugares abiertos sin despedir ni enviar al seguro de paro a nadie, adaptándonos a la realidad que teníamos. Las ventas cayeron entre 35% y 40%, es fuerte, pero de a poco estamos recuperando. Todo lo que podemos hoy tener operando lo tenemos, siempre cumpliendo y acatando las directrices del gobierno municipal y nacional.
La responsabilidad social empresarial está muy arraigada en McDonald’s, ¿cómo ha sido este año tan especial con la pandemia?
Los inventarios de nuestra mercadería e insumos estaban calculados en base a una venta estimada normal. Cuando vino la pandemia fue muy fuerte la baja de ventas y ahí nosotros hicimos un trabajo con el inventario para buscar que esos insumos sean destinados para donarlos a las instituciones y lugares donde más lo estaban necesitando. A través del Banco de Alimentos donamos más de siete toneladas de carne, pollo, salsa y panes. Lo hicimos a muchas instituciones, como el Cotolengo de mujeres, el Plan Juntos, el Liceo Impulso, algunas ollas populares, entre otras. La otra acción la llamamos McGracias, fue en abril y durante cuatro semanas a todos los empleados que trabajan en el sistema de salud les ofrecimos un menú gratis de hamburguesa, papas y refresco, o un helado o un café.
Los uruguayos también se han apropiado de los tradicionales McDía Feliz y del trabajo solidario de la Casa Ronald. ¿Qué destacarías de esta iniciativa?
La Casa Ronald es nuestro principal programa que tenemos como responsabilidad social. Tenemos dos, la del hospital Pereira Rossell y la del hospital de Tacuarembó. El año pasado brindaron apoyo y soporte a más de 7000 familias. Familias que llegan en un momento delicado, cuando algún adulto tiene un niño internado o un menor a cargo internado y ahí nosotros, como Casa Ronald dentro de los hospitales, articulamos con los directivos del hospital para brindar todo lo necesario para que esa familia pueda estar cerca de su ser querido, solo concentrados en darle todo el afecto emocional y contención al niño, mientras transita la enfermedad.
En Tacuarembó se da una situación particular porque las embarazadas que llegan al hospital con un embarazo de riesgo, y cuando el médico a cargo o la doctora tratante del seguimiento del embarazo entiende que no puede volver a su pueblo o alejarse del hospital, se alberga en la Casa Ronald hasta que tenga al niño. Ha llegado gente del norte del país, de Rivera, de Artigas y de varios lados, porque el hospital de Tacuarembó es un hospital referente.
TE PUEDE INTERESAR