Quería ser diplomática y dudó entre dos carreras: Derecho y Relaciones Internacionales. Finalmente incursionó en ambas materias, formándose en Uruguay y en el exterior. “Ensanchar horizontes” era lo que la motivaba en ese entonces. Es sobrina nieta del expresidente Jorge Batlle y creció rodeada de política. Eso la influyó en su vocación por esa actividad, “pero no fue algo inducido”, sostuvo. Hoy, desde la Cancillería, la dirigente del Partido Colorado (PC) tiene el desafío de fortalecer la inserción económica internacional del país.
Estudió abogacía y luego se especializó en Derecho Internacional y Comercio Exterior. ¿Qué le atraía de ese mundo?
Estuve en la duda entre estudiar Derecho o Relaciones Internacionales. Quería ser diplomática. Finalmente decidí seguir abogacía y especializarme en Derecho Internacional en el exterior.
El derecho es la expresión material de los valores que sustenta la política. La libertad se funda en leyes que la consagran y la ponen a salvo de las transgresiones y ataques; ergo, es una de las fuentes en la lucha por la libertad.
Las relaciones exteriores me interesaban por las muy obvias razones de que nuestra república deriva sus posibilidades de crecimiento proyectándose al mundo, estando en diálogo con el mundo, siendo, en la medida de lo posible, protagonista del mundo.
Somos el país de Rodríguez Fabregat, de Gros Espiell, de Jiménez de Aréchaga, de Rodríguez Larreta, de Lacarte Muró, de Enrique Iglesias. Un país que fue visible ante la comunidad internacional debido a la claridad, la coherencia, la eficacia y la moralidad de su política exterior. En eso, felizmente, seguimos estando hoy.
Esa especialización en el exterior que mencionaba empezó en Italia. ¿Por qué ese país?
Sí, siempre tuve la idea de especializarme en el exterior una vez que terminara la carrera. Me atraía el hecho de ensanchar horizontes y ampliar la mirada. Considero que la educación es funcional a la vida y, por lo tanto, ha de ser permanente.
Pudo haber sido otro el destino, pero, entre otras cosas, me atraía la posibilidad de incorporar un idioma. Como descendiente de italianos, apliqué a una beca del Instituto Italiano de Cultura y emprendí el viaje.
Así llegué a la Universidad de Bolonia, la universidad más antigua de occidente, y al concluir el máster me mudé a Milán, donde hice una pasantía de trabajo en la Comisión Europea. En Bolonia vivía en un apartamento en el centro que compartía con dos estudiantes de posdoctorado, una economista brasilera y una filósofa rumana, con quienes nos hicimos grandes amigas.
Luego tuvo un pasaje por Suiza con otra experiencia laboral. ¿Cómo fue? ¿Qué aprendizajes le dejaron esos años?
A Ginebra fuimos por el trabajo de mi marido, poco después de casarnos. Él también había estado viviendo afuera -en Estados Unidos-, por lo que los dos lo tomamos con cierta naturalidad. Al poco tiempo de llegar empecé a trabajar en el Departamento Legal y de Cumplimiento del banco Santander. Ginebra es una ciudad muy linda y cosmopolita, aunque a veces puede resultar demasiado tranquila.
Fueron años fructíferos. Suiza es un país que educa todo el tiempo con sus costumbres, con sus modos de relacionarse, de trabajar y hasta con su manera de asumir y administrar los ratos de ocio. En mi experiencia, a suiza le debo el sentido de orden que define a todo esfuerzo y a todo trabajo. Me dio, además, la posibilidad de reforzar el francés, que lo hablaba, pero no tan fluidamente.
¿Cómo surgió su vocación por la política? ¿Su familia influyó en esa elección?
Sin duda, haber crecido rodeada de política debe haber influido, pero no fue algo consciente, y menos inducido. Siempre influyen de alguna manera las vivencias personales, las actividades del entorno cercano, más aún cuando son realizadas con pasión.
Si prestamos atención, vemos muchas familias donde las profesiones se repiten: médicos, carpinteros, pilotos, entre otros. Al día de hoy no imagino cómo podría haber sido otra cosa que lo que soy. No me faltaron opciones, pero la política es parte inseparable de mi identidad.
¿Cómo era su vínculo con su tío abuelo, el expresidente Jorge Batlle?
A partir de que me fui involucrando más en política y en el partido, el vínculo se volvió muy estrecho. Jorge era versátil, culto, divertido, firme y profundo. Tuve el privilegio de estar muy cerca de todo eso en sus últimos tiempos, de recibirlo de primera mano.
¿Se siente con la responsabilidad de continuar su legado?
Jorge Batlle fue alguien que tuvo pensamiento crítico, que amó la libertad y la patria sin medir costos, sin otro cálculo que el bien común y la salud de la república. Podré decir que cumplo con mi determinación política si en algo consigo transmitir el fuego de la llama que Jorge encendió en todos nosotros, esa vocación por estar siempre del lado justo de la historia, que es el bando de la libertad, de la decencia pública, del derecho y de las oportunidades para todos.
¿Qué es para usted ser colorada?
La historia del PC es una afirmación continua del espíritu republicano, de las instituciones, de la libertad y de la justicia social. Ser colorada es ser fiel a esos principios y valores y procurar honrarlos y construir futuro en base a ellos desde donde me toque estar.
Además de haber integrado el Comité Ejecutivo Nacional del PC, fue prosecretaria de Derechos Humanos de la fuerza política. ¿En qué aspectos siente que colaboró desde ese lugar?
Fui la primera prosecretaria de Derechos Humanos del PC. Para mí fue muy importante por cuánto representó ratificar una línea y una conducta de la que el PC fue pionero en el país. Vanguardia en la defensa de todos los derechos humanos desde hace más de un siglo, gran parte del humanismo que impregnan nuestras leyes es obra de nuestro partido.
Entre otras cosas, organizamos una variedad de seminarios. Me gustaría destacar uno sobre antisemitismo en nuestra región a pocos meses del terrible asesinato de odio de David Fremd. Contamos con la participación del expresidente (Julio María) Sanguinetti, quien impulsó luego la publicación de un libro que recopila su discurso y el de los prestigiosos panelistas Marcos Israel y Eduardo Kohn.
“El ánimo de coincidir pesa mucho más que la sombra de cualquier posible discrepancia”, dijo sobre la coalición multicolor
Como una de las fundadoras de Ciudadanos, ¿qué vio en la figura de Ernesto Talvi para apoyar su candidatura?
Lo que en general vio el país: una energía nueva, una forma interesante de plantear el trabajo político, un tesón muy claro para defender principios.
¿Cómo tomó la decisión del excanciller de alejarse de la política?
Primero que nada, estoy agradecida con él porque confió en mí para ocupar este cargo. En cuanto a su decisión, me tomó por sorpresa y me provocó pesar. Ernesto Talvi reconoció como incómoda la distancia de estilos entre los modos que son propios de la academia y lo que es el lenguaje y los medios de la política. Fue una decisión de índole personal que, obviamente, repercutió en el PC y en el sector que fundó y lideraba.
Es una de las integrantes más jóvenes del gabinete. ¿Considera importante la diversidad de edades en ámbitos como ese?
La gerontocracia es solo un episodio en la historia uruguaya. En nuestro país siempre tuvimos gobernantes jóvenes alternando con la experiencia de los mayores. Pienso en Batlle y Ordóñez junto al joven Baltasar Brum o a Williman, o en Luis Batlle y la generación que lo acompañó: Michelini, Paz Aguirre, Sanguinetti, Segovia y el propio Jorge, y en los jóvenes legisladores blancos y colorados de todas las generaciones.
Pero aclaro que no me gustan esos cortes: ni la edad, ni la raza, ni el género, ni las profesiones definen la calidad de las personas, de los funcionarios, de los dirigentes. Es el talento, la seriedad, la fidelidad a los principios lo que define. El resto es predicado.
Como representante del PC en el Ejecutivo, ¿cómo ha visto la articulación entre las diversas fuerzas de la coalición multicolor?
A poco más de 10 días de asumir, el nuevo gobierno declaró la emergencia sanitaria en un escenario imprevisto y desconocido. No existía hoja de ruta para una situación así, hubo que construirla y para ello hubo que articular muchísimo. El gobierno recién instalado tuvo una prueba de fuego que pasó con mucho trabajo y coordinación.
Luego de esa intensidad inicial, la consolidación se dio rápidamente. Puedo decir que el ánimo de coincidir pesa mucho más que la sombra de cualquier posible discrepancia. Ese es un valor de la institucionalidad democrática que debemos preservar y reconocer, y que es y queremos que siga siendo uno de los sellos distintivos de la coalición, lo que suscita tranquilidad y esperanzas fundadas entre los ciudadanos.
Todos los pasos que se den en aras de mejorar aún más el funcionamiento de la coalición, procurando que el diálogo se anticipe a la acción, los veo con buenos ojos; cuanto mejor marche la misma, mejor para el país.
¿Qué análisis hace de lo que ha sido su gestión en este año que está culminando? ¿A qué temas se ha dedicado mayormente?
Este año el trabajo estuvo muy relacionado con los efectos de la pandemia. Con las medidas sanitarias y las consecuencias del cierre de fronteras, tuvimos que concentrar mucho los esfuerzos en los uruguayos que estaban en el exterior y procurar que llegaran los insumos médicos. Reaccionamos de manera positiva a lo que nos trajo esta crisis inédita, trabajando en equipo y apostando a la cooperación internacional.
Propiamente, desde la Subsecretaría presidimos las comisiones mixtas y las reuniones de consultas políticas que hubo que hacer de manera virtual por primera vez en la historia. Todas ellas fueron muy productivas y nos permitieron afianzar los vínculos bilaterales con diferentes países.
Por otro lado, le dimos un nuevo perfil a la Comisión de Género de la Cancillería, que por primera vez está dirigida por una alta autoridad y es integrada por funcionarios de todos los escalafones tanto en Montevideo como en el exterior. Hago un balance positivo.
¿Cómo ha sido la relación con el canciller Francisco Bustillo?
Al canciller Bustillo lo había visto solo una vez antes de su asunción como ministro, en ocasión de la visita del rey de España. En ese momento, no podía imaginar que unos meses después lo vería por segunda vez, pero para coordinar trabajo y con él al frente de la Cancillería. En este tiempo hemos construido un vínculo de cooperación y buen diálogo.
Es fácil trabajar con alguien que, como el canciller, articula con la misma fluidez en el trato personal como en el trabajo de los equipos.
¿Cuáles son los desafíos más importantes en materia de política internacional que tiene Uruguay?
La inserción económica y comercial internacional del país es, sin duda, nuestro principal desafío, y estamos trabajando de forma proactiva para identificar acciones concretas para fortalecerla. Tenemos, como bien dice el ministro Bustillo, “la mejor multinacional que tiene el país”, que es la red de oficinas diplomáticas y consulares en el extranjero y que resulta fundamental en esta tarea de dinamizar la inserción internacional.
¿Qué impactos cree que puede tener la pandemia en ese sentido?
La pandemia ya ha tenido impactos y los seguirá teniendo. Por mencionar solo algunos, además de las profundas consecuencias humanitarias, en el ámbito comercial, por ejemplo, se suspendieron eventos y ferias que para ciertas industrias eran las instancias en las que concretaban negocios.
Es muy difícil hacer pronósticos. Si hubo una constante en todo este asunto del covid-19 fue justamente el cambio, y si hay una virtud en estos tiempos es la de adaptarse y procurar anticiparse. Tenemos un equipo de primer nivel que está trabajando intensamente para estar un paso adelante en el escenario que tenemos y el que se viene. Todo en estrecha coordinación y colaboración con los demás ministerios involucrados y el sector privado.
¿Cómo califica la gestión del gobierno en el combate a la pandemia?
Se ha hecho lo correcto desde el principio. El gobierno tomó dos decisiones claves que guiaron todo el proceso: confiar en la ciencia a través de la creación del GACH (Grupo Asesor Científico Honorario) para el asesoramiento y apelar a la libertad responsable.
Pero los buenos resultados que hemos tenido se han dado también por la conciencia cívica del pueblo uruguayo. En definitiva, hay previsión, claridad de objetivo, aggiornamento constante, prudencia y, lo principal, un liderazgo claro que engendra confianza y nos obliga a todos a ser cada vez más conscientes de nuestra parte de responsabilidad.
El valor del esfuerzo y la importancia de la familia
Carolina nació en Montevideo y vivió en Pocitos hasta que se casó. Recuerda haber tenido una infancia feliz, en la que siempre fue muy compañera de su hermano y ambos compartían, junto a sus numerosos primos, los veranos en lo de sus abuelos. También tuvo siempre muchas amigas y con algunas de ellas siguen hermanadas hasta el día de hoy.
En pocas palabras, se define como: madre, ciudadana comprometida y batllista.
Desde su niñez aprendió de su padre el valor del esfuerzo. “Él nos decía que es más meritorio aquel a quien Dios o la naturaleza le otorgó tres talentos y trata de entregar cuatro, que quien posee mucha capacidad y no la ejerce toda. También decía ‘cuánto más trabajo, más suerte parece que tengo’”, rememora en conversación con La Mañana.
Su madre, en la misma línea, le enseñó que no hay adversidad tan grande como para que se justifiquen los retrocesos, que vivir es algo que siempre ocurre hacia adelante.
“Los dos me trasmitieron que en la vida hay que caminar derecho, que nadie es más que nadie, que la soberbia es mala consejera, así como la importancia de la familia y el sentido de amor incondicional con el que he formado mi hogar, que es algo que todo el tiempo trato de transmitírselo a mis hijos”, afirma.
Está casada con Tomás, a quien conoció en facultad, y tienen dos hijos: Lorenzo, de 11 años y Manuel, de 7. En este momento de su vida, lejos de tener espacio en su agenda para hobbies, el tiempo libre lo dedica a su familia.
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