Algunos intelectuales plantean una alianza contra la dictadura del relativismo y las falsas salidas del socialismo del siglo XXI y del Nuevo Orden Mundial. La coincidencia radica en la defensa de valores tradicionales, de una sana concepción de la democracia y un capitalismo que no sea meramente individualista.
Hace unos días, el doctor Fernando Romero Moreno -abogado, docente y pensador argentino- me envió una recensión del profesor Gabriel Zanotti sobre un libro de su autoría que está a punto de ser publicado: La Nueva Derecha. Reflexiones sobre la revolución conservadora en la Argentina.
Este libro importa porque, aunque nuestras realidades locales difieren, nuestros países forman parte de una misma tradición cultural iberoamericana, y enfrentan los mismos peligros y desafíos. Del éxito de lo que propone Romero en su libro, depende la suerte de la Argentina en los próximos años. Y por aquello de que “cuando Argentina se resfría, Uruguay se agarra congestión”, también depende nuestra suerte. Y si bien es cierto que en la Argentina algunas cosas parecen estar peor que Uruguay, desde este lado del Plata sorprende la cantidad de intelectuales argentinos de peso, que en los últimos tiempos se han involucrado en la guerra cultural contra la dictadura del relativismo y sus secuaces.
El objetivo de Romero es proponer una alianza entre “el nacionalismo católico (del que él proviene), el conservadurismo, el liberalismo clásico, los paleo-libertarios, y el peronismo no kirchnerista”, para enfrentar juntos “la dictadura del relativismo, la cultura de la muerte, la ideología de género, […] el populismo demagógico, la izquierda cultural, la concepción totalitaria de la democracia y las falsas salidas que representan el Socialismo del siglo XXI y el Nuevo Orden Mundial”.
La empresa no es fácil: Romero pretende unir sectores que “se han insultado hasta el hartazgo, construyendo paradigmas inconmensurables de los cuales es casi imposible salir.” Sin embargo, sus coincidencias son mayores que las enormes diferencias que tienen con lo que está del otro lado. Por eso procura “encontrar coincidencias mínimas, en torno a ciertos valores, principios e instituciones, con las cuales recomenzar una Argentina posible”.
¿Cuáles son esas coincidencias? “La defensa de valores tradicionales como la religión, la patria, la familia, la libertad de enseñanza, la educación en el hogar, la propiedad privada, la vida humana inocente y los derechos naturales de la persona; principios como los de dignidad humana, subsidiariedad, solidaridad, bien común y justicia social, e instituciones como la república constitucional, el federalismo descentralizado, los cuerpos intermedios, la soberanía política y la economía social de mercado, teniendo como marco de referencia axiológica a la Doctrina Social de la Iglesia Católica”.
También entiende Romero que los distintos sectores pueden coincidir en una sana concepción de la democracia, heredera de instituciones medievales como Cortes y los Fueros españoles y el common law británico. Mucho antes del advenimiento de las democracias modernas, España e Inglaterra reconocían “la libertad, la propiedad, el derecho de asociación, el principio de legalidad, el debido proceso, etc.”. “En ambos casos, […] el “elemento democrático” estaba presente”.
También se puede construir esta coalición, sobre la base de un capitalismo “compatible con una función subsidiaria del Estado”, puesto que “el capitalismo no necesariamente es individualista, sino que admite una variedad de intervenciones subsidiarias del Estado, sea para garantizar una sana independencia económica, como para defender bienes morales o culturales que están más allá de la oferta y la demanda”. En síntesis, el doctor Romero apuesta a una economía social de mercado.
Una de las conclusiones de Zanotti a partir de la lectura del libro, es que “lo importante desde un punto de vista histórico y prudencial, aquí y ahora, es hacer una alianza entre las fuerzas de derecha […] que puedan enfrentar juntas al tsunami cultural del socialismo del s. XXI, el neo-marxismo mezclado incoherentemente con el postmodernismo escéptico, con sus tremendos poderes concentrados en las Naciones Unidas y en la intelectualidad de la mayor parte de las universidades y los mass media”.
Zanotti concluye el análisis señalando que lo que necesitan los argentinos es una base común, “y ya la tenemos”, dijo. Aún estamos a tiempo de que no sea historia antigua. Se llama Constitución de 1853. Por supuesto que concordamos con Zanotti.
Los orientales también tenemos una base fuerte llamada Constitución: nuestra Patria se convierte en un lugar mucho mejor para vivir cada vez que nuestros gobernantes deciden respetarla.
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