INTERNACIONALES
23 de diciembre de 1933
“Un mes, entre la pompa de los días claros y el ritmo de los nobles impulsos, nos ha unido, en convivencia histórica y feliz por sobre los presagios y los desalientos. Una infatigable esperanza nos impulsaba en la complicidad de los símbolos, de los destinos y de las almas contra la tenaz inquietud de la utopía y la desgarradora tribulación de la verdad. Un mes casi, en que, a despecho de las distancias y de los mares, el Sur se unió con el Norte, en el afán y el fervor de los días, como si dijéramos que en el Río de la Plata sobre este pequeño atalaya de Montevideo, se habían reunido los soles y las estrellas de las heráldicas americanas con el recóndito frenesí de la esperanza y con la dulce perplejidad de la amistad”, rescataba La Mañana las palabras del canciller uruguayo Dr. Alberto Mañé, ministro de RREE del presidente Terra, en la clausura de la Conferencia Panamericana.
Los gobiernos de Honduras, Estados Unidos, El Salvador, República Dominicana, Haití, Argentina, Venezuela, Uruguay, Paraguay, México, Panamá, Bolivia, Guatemala, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Colombia, Chile, Perú y Cuba, aceptaron la invitación que, con fecha 2 de Agosto de 1933, les dirigiera el Gobierno del Uruguay, conforme a las decisiones tomadas por la Unión Panamericana respecto de la convocatoria de la VII Conferencia Internacional Americana.
La Conferencia se llevó a cabo en Montevideo entre el 3 y el 26 de diciembre de 1933, y en ella se trataron los temas más relevantes para las naciones y el continente americano en el momento, como lo fueron la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, que no terminaría definitivamente hasta 1935, las consecuencias de la crisis económica del 29, y la situación cubana generada por la Enmienda Platt.
La organización de la paz
“Ha sido aprobado el proyecto sobre deberes y derechos de los Estados en la respectiva subcomisión”, anunciaba La Mañana días antes de la clausura. “Rubrica dicho proyecto los principios cardinales del derecho internacional: igualdad jurídica de los Estados, con independencia de su potencialidad; doctrina absoluta de no intervención. Pero interesan particularmente los artículos 10 y 11. El primero reitera el principio de la “conservación de la paz” como de interés primordial; y de la solución pacífica de cualquier clase de divergencia. Nunca están demás tales afirmaciones por los grandes congresos internacionales, pero aún la reiterada y solemne declaración y compromiso sobre la materia, cederá siempre ante la realidad lamentable de los conflictos internacionales graves que arrastran a la guerra”.
“El artículo 11, incorporando la doctrina del tratado de Río de Janeiro del año en curso, que adelantaran los países americanos en declaración conjunta al encenderse la guerra del Chaco, consagra el principio del no reconocimiento de las adquisiciones territoriales o ventajas especiales que se obtengan por la fuerza, sea de las armas, sea de la coacción diplomática o en cualquier otra forma. En el segundo parágrafo recalca la inviolabilidad absoluta del territorio de los Estados, que no puede ser objeto de medidas de fuerza impuestas por otro Estado ni directa ni indirectamente ni por motivo alguno”.
La Enmienda Platt
La guerra de Cuba de 1898, no fue vista por América Latina como la liberación de la isla del dominio Español, sino como una usurpación de los Estados Unidos. No se les permitió a los patriotas que en su momento lideraba José Martí participar en ninguna negociación de la Independencia y esta Enmienda Platt es impuesta a un país que estaba ocupado militarmente por Estados Unidos transformando al gobierno de Cuba que emergió de la invasión en una “Colonia Jurídica”.
Después de 33 años de implantada la Enmienda Platt -que estableció que cualquier decisión del gobierno cubano debía ser refrendada por el Senado de Estados Unidos- presionado por la Convención de Derechos y Deberes de los Estados aprobada en la Conferencia Panamericana de Montevideo, que exigía la eliminación de las relaciones interestatales, presenta un nuevo tratado permanente que de hecho significa la eliminación del apéndice votado en 1901 por el Congreso de los Estados Unidos.
Ariel, la obra cumbre de José Enrique Rodó, es la respuesta por lo alto a la honda indignación que generó en América Latina, la guerra de Cuba. “Mientras Rodó tomaba posesión de su cargo de catedrático de Literatura, ocurría en otro extremo de América el desenlace de la guerra de España con los Estados Unidos por la posesión de Cuba. Rodó acusó de inmediato el efecto de este acontecimiento. Su conciencia de americano, su amor por la madre patria, hasta su conciencia latina, sintieron como algo propio el Desastre” escribe Emir Rodríguez Monegal.
Rodó en La Vida Nueva ll, publicada en 1899 que precede en un año a Ariel (o Vida Nueva lll), dedicado a la figura de Rubén Darío y sus Prosas Profanas, le recuerda al poeta nicaragüense que “viaja ahora, rumbo a España donde encontrará un gran silencio y un dolorido estupor… la austera sombra de su dolor inmerecido… Llegue allí el poeta llevando buenos anuncios para el florecer del espíritu en el habla común que es el arca santa de la raza…”
Ariel, el efebo alado creado por Rodó, como emblema del “idealismo y orden en la vida”, sobrevoló e iluminó, a 33 años del mayor éxito editorial del siglo XX (una generación completa), aquella 7ma. Conferencia Panamericana que reunió en Montevideo a los principales líderes de las Américas, e inspiró los más trascendentes postulados de la dignidad de nuestros pueblos latinos: Principio de no Intervención, Autodeterminación de los pueblos y Cese de la ominosa Enmienda Platt.
Juan José Morosoli: Uno de los mejores cuentistas nacionales
NACIONALES
29 de diciembre de 1968
“Ayer, de un ataque cardíaco, murió en Minas, Juan José Morosoli. Porque su tarea implicó desde siempre una valoración, una búsqueda, un testimonio de irrevocable autenticidad, esta exhausta narrativa nuestra, no podrá disimular la ausencia de uno de los mejores cuentistas uruguayos. Testigo valiente, avizor y honesto de su generación de su ciclo histórico, consciente de sus fuerzas y sus limitaciones de escritor, Morosoli pudo integrar esa difícil unidad (que alguien pudo tachar con celosa inocencia de prescindible) de vida, mundo e imagen, que pocas veces se obtiene sin el sacrificio propuesto por la más absoluta honestidad”, despedía La Mañana al escritor uruguayo, referente de la narrativa de la primera mitad del siglo XX.
“En agosto de este año, estuvimos a visitarle en su casa de Minas y hablamos de muchas cosas que Morosoli consideraba importantes y que a nosotros nos parecían imprescindibles. Vestido con sencillas ropas; pantalón de gruesa franela, boina vasca al descuido, con un aire campesino que dominaba su cuerpo robusto, Morosoli nos recibió hablando, señalándose esa su manera de vivir tal como dijo: “naturalmente aunque pueda parecer extraño”. Un camoatí presidía los anaqueles repletos de libros desde donde el escritor extrajo su “Perico”, la obra que más quería y según sus palabras, la que le había proporcionado mayores satisfacciones”, contaba La Mañana.
Viven milagrosa Navidad los 16 salvados
INTERNACIONALES
24 de diciembre de 1972
“¡Si! Dios era copiloto…”, decía La Mañana, al conocerse la noticia del rescate de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes, donde el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que transportaba a jugadores del equipo de rugby Old Christians Club, junto a simpatizantes y amigos, se estrelló en la montaña el 13 de octubre del mismo año. “El milagro se hizo: hay 16 sobrevivientes en el avión. Un arriero fue quien dio el primer anuncio”, rezaba la tapa de La Mañana el 22 de diciembre, cuando se conoció desde el país trasandino la noticia de que luego de casi dos meses, 16 de los 45 tripulantes del avión habían sobrevivido al frío gélido de la montaña.
Atento a uno de los accidentes aéreos con mayor repercusión en la historia del Uruguay, La Mañana envió a un equipo especial a cubrir las búsquedas en la cordillera, viajaron de La Mañana y El Diario a San Fernando el subsecretario de redacción, un periodista más un fotógrafo al sitio a donde fueron llevados los rescatados por primera vez.
Las primeras noticias de los dados de alta médica también fueron cubiertas por el medio, novedades diarias, relatos, testimonios, aparecían en las páginas del diario. “Nos salvaron la fe en Dios y las ganas de vivir”, relataron Parrado y Canessa en una de las noticias. Fotografías publicadas y textos hicieron que los lectores de ambas páginas de la prensa nacional se sintieran cercanos a los acontecimientos, cuidando a los sobrevivientes y colocándolos como centro de la gran tragedia, La Mañana fue un compañero dentro de la historia.
TE PUEDE INTERESAR