De cara a una temporada atípica, los guardavidas solicitan que se respeten las zonas no habilitadas y banderas rojas, ya que cuantas menos asistencias se lleven a cabo, menores serán las ausencias de los trabajadores. El protocolo sanitario les indica hacer cuarentena cada vez que se tiene contacto directo con una persona asistida hasta que esta de negativo en un test de covid-19.
El pasado domingo 20 de diciembre a la tarde, un día de más frío que calor, en el que en la madrugada se habían desatado fuertes rachas de viento, las playas y espacios públicos estaban casi inhóspitos, igualmente -y como todos los días del verano- los guardavidas se encontraban haciendo su trabajo en cada playa de Montevideo. Fue a eso de las 16:00 horas que dos guardavidas del oeste de la ciudad recibieron un pedido de ayuda por un accidente en el agua, a unos dos kilómetros de donde ellos se encontraban.
Efectivamente dos personas tuvieron que ser rescatadas, pero solo una logró sobrevivir. El muelle estaba claramente marcado como inhabilitado para baño, además de que en las playas más cercanas del lugar la bandera era de color rojo y la marea se encontraba muy peligrosa. La historia la relató de primera mano a La Mañana Carlos Carril, el director interino del Servicio de Guardavidas de Montevideo.
Los trabajadores que fueron solicitados para la ayuda de las personas en peligro, salieron de sus puestos con todo el equipamiento requerido y se dirigieron a un lugar sin cobertura debido a que no es un sitio habilitado, realizaron el trabajo como lo harían en un sitio con cobertura, “con la mayor profesionalidad posible”, remarcó Carril. Pero el papel fundamental de un guardavida es la prevención de este tipo de accidentes, y en caso de que haya sido inevitable, actuar tanto en el mar como en la arena, incluso en la propia rambla.
“Lo fundamental del rol es la prevención. Entonces, no quiere decir que por mayor cantidad de rescates que se tengan será mejor o peor el servicio de guardavidas, porque el factor fundamental es prevenir que esto suceda”, explicó el director interino. Carlos es guardavida desde el año 1982, y relató que se trata de una tarea que en el momento menos pensado hay que actuar, como pasó el domingo, que debieron estar presentes en una playa ajena a la que estaban cumpliendo el servicio”.
“Estamos bajo un estricto protocolo de cuidado personal, pero trabajando con total normalidad”, aseguró Carril.
Carril insistió en la importancia de que las playas para estar habilitadas para baños deben, sí o sí, contar con servicio de guardavidas, “si una playa no cuenta con una casilla y con compañeros al servicio y, además, está señalizada como peligrosa es porque no está habilitada para baño. Es necesario que las personas vean estos elementos al momento de estar allí y apuesten a no tomar riesgos que luego podrían desencadenar en accidentes”.
Rescates en tiempos de covid-19
En cuanto a cómo se ha modificado el trabajo con la pandemia de por medio, Carril explicó que dentro de las casillas los equipos se manejan al respecto como en un ambiente intrafamiliar. Luego, cuando hay que actuar en algún accidente, ya sean traumatismos o cualquier otra situación, el guardavida lleva una máscara para la víctima y otra para él. Según el tipo de rescate se evalúa la necesidad de que puedan ir los dos trabajadores, pero si no van de a uno. Luego de realizado ese rescate, y como las personas deben ser ingresadas a algún hospital e hisopadas, el guardavida se mantiene en cuarentena hasta saber el resultado. Como en los rescates se toman todos los datos del accidentado es posible hacer un seguimiento de la persona.
En cuanto al control de distanciamiento corre por cuenta del ser individual o alguna otra autoridad, pero no forma parte de la labor de los guardavidas. “Nosotros no podemos distraer al personal para entregar trípticos, para separar a las personas, ni nada por el estilo”, dijo el entrevistado.
Carril aseguró que los trabajadores tienen en las playas los elementos necesarios para actuar en el caso de rescate, incluso si se debe hacer respiración boca a boca en la reanimación, se cuenta con respiradores manuales, uno por playa. “Cuando se logra una meta todo siempre es perfectible, pero no necesariamente el ir aumentando elementos va a implicar que la actuación sea mejor”, añadió.
El director interino indicó que con la pandemia, al existir mucho personal teletrabajando, ha retrasado los procesos administrativos “de una manera abrumadora”. Aseguró que los guardavidas tienen el 100% del personal trabajando, que no existe rotación, y que eso “es muy loable para todos los compañeros al día de hoy. Vas a oficinas y está menguado el personal por la prevención, pero nosotros no. Estamos bajo un estricto protocolo de cuidado personal, pero trabajando con total normalidad”.
Los niños son los mejores receptores en los talleres
El entrevistado sostuvo que la mayoría de las veces los trabajadores que están en la playa ya tiene entrenada la percepción de todo el entorno y que es fundamental estar allí para actuar. “Eso está a flor de piel, y se genera una adrenalina que automáticamente desarrolla un desencadenamiento de situaciones que se despliegan en un sistema muy bien afiatado. Eso es fundamental, porque si estás actuando en un lugar tampoco se puede descuidar otro. Ese es un asunto primordial”, aseguró.
Carril remarcó que si bien hay elementos que corresponden al guardavida, como es estar atento, entrenado, y con el equipo listo, todo pasa por la forma individual de cada persona que concurre a la playa. “Esto es importante resaltarlo ya que, en gran parte de las veces, son las personas las que deciden dirigirse a una zona peligrosa, entonces se desencadena un accidente y no hay ayuda cerca o alguien que estuviera vigilando, entonces todo pasa por la idiosincrasia personal”.
En ese sentido, es que el director interino indicó que, por más que este sea un año atípico con el tema de la pandemia, el dualismo es lo fundamental y en lo que hay que apostar. Por eso es que los salvavidas, desde el año 2000, desarrollan en el invierno un programa que se llama “Disfrutemos de las playas con seguridad”. En él participan cerca de 5.000 niños de las escuelas públicas de Montevideo y se les enseña a ser responsables durante toda la vida cuando se esté en las playas.
“Hemos visualizado que hay hasta padres y abuelos que han tenido este taller de niños y deja valores muy claros de cómo hay que desenvolverse en la playa. Sabemos que los niños son los mejores receptores y transmisores, y es un punto fundamental para nuestra tarea la divulgación de ellos”, detalló.
En esa misma línea, explicó que podría creerse que basta con reacción instintivas o naturales, pero requiere de práctica y conocimiento. “Es como está pasando con el tema del coronavirus, que a veces se cree que las personas, por sentido común, evitarán aglomeraciones innecesarias, sin embargo, y a pesar de la información, estas se dan de igual manera”, comparó.
Desafíos, alcohol y drogas: malos consejeros
El desafío al “yo puedo” es de los principales causantes de los accidentes en las aguas de las playas, el no respetar la bandera roja, el enfrentar una zona no habilitada y, además, a esto se suma la ingesta de alcohol. “En verano, con el calor de por medio, las personas toman cerveza en las playas, y la desinhibición que acarrea esto los hace creer que pueden nadar hasta cierto punto, ingresar al agua con la marea peligrosa, entre otras cosas, y ese tipo de desafíos hay que intentar dejarlos de lado en una playa”.
Es por eso que Carril dijo que la precaución va de la mano de la impronta personal y en la educación que tenga cada uno. Algunas personas van a nadar muy hacia adentro en busca de superar un límite, pero aseguró que es lo mismo nadar a lo ancho de la playa con el agua a la altura del pecho, y que no hay necesidad de intentar esos desafíos. “La edad de los accidentados es, generalmente, entre los 20 y 30 años, aunque se da en otras edades, no hay un estándar marcado. Pero el factor que lleva a tener que ser rescatados suele ser el desafío, el alcohol o alguna droga también. No son buenos consejeros”, expresó.
El entrevistado puntualizó la importancia de tener claro que una playa con servicio de guardavidas es una playa habilitada y segura. No bañarse en zonas no habilitadas y, ante cualquier duda, referirse al guardavida que es quien orientará de la mejor manera posible.
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