INTERNACIONALES
1 de enero de 1968
“El Papa Paulo VI lanzó hoy un apasionado llamamiento por la paz mundial, especialmente por la paz en Vietnam, en una ceremonia en la basílica de San Pedro para celebrar el Día de la Paz Mundial, instaurada por él mismo”, comenzaba diciendo La Mañana sobre la primera Jornada por la paz, que es celebrado el 1 de enero de cada año y fue designado por Pablo VI, el lunes 1 de enero de 1968 y celebrado cada año desde entonces.
En su proclamación expresó el deseo de que esta celebración se llevase a cabo en esta fecha, ya que la misma representa el principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo y de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura. “La insistencia del papa sobre la necesidad de detener una guerra que puede provocar conflictos más graves que amenacen el futuro de la humanidad fue explicada por el propio Pontífice en su mensaje al mundo el 15 de diciembre pasado, en el que proponía la celebración de una “Jornada mundial de la paz” el primero de enero”, consignaba La Mañana, en referencia a la compleja situación que se vivía en medio del conflicto internacional generado por la guerra de Vietnam.
Exhortación del papa a un acuerdo en Vietnam
“El Pontífice exhortó a las potencias implicadas en el conflicto y a las instituciones internacionales que tienen posibilidades de intervenir a intentar cualquier acción que pueda conducir a un arreglo honorable. Aunque insistió en que la paz sigue siendo posible, Pablo VI empleó el mismo tono angustiado que en su encíclica ‘Mater Christi’ del 20 de setiembre de 1966, cuando se dirigió a los gobernantes diciéndoles ‘deteneos en nombre del Señor’”.
“El Papa explicó que, si reitera sus llamamientos, no es por ‘ceder a una costumbre fácil’, sino porque tiene el deber de hacerlo y porque no quiere que un día Dios o los hombres puedan reprocharle que no hizo oír su voz para conjurar el peligro de una guerra apocalíptica. En un discurso a los diplomáticos acreditados, el sucesor de Pedro dijo a principios del año pasado que multiplicaría sus iniciativas ‘incluso al márgen de las formas protocolorias habituales’. El Papa señaló ‘un pequeño signo’ alentador, ‘puramente simbólico pero lleno de cortesía y rico en significado’: la declaración sudvietnamita y norteamericana de prolongar la tregua de año nuevo”.
Una jornada para el mundo
En su declaración de instalación de la Jornada, el Papa señaló que la finalidad no era que se tratara solamente una fecha católica, sino que represente la armonía de las diferentes religiones y culturas del mundo. Adicionalmente, llamó a combatir las principales amenazas a la Paz, entre las cuales se encuentran el egoísmo en las relaciones entre las naciones, las violencias a que algunos pueblos pueden dejarse arrastrar por la desesperación, al no ver reconocido y respetado su derecho a la vida y a la dignidad.
Su Santidad ya denunciaba algunas circunstancias que se daban en 1968 y que hoy siguen siendo verdaderos obstáculos para la consecución de la paz. Así, Pablo VI menciona expresamente los “armamentos exterminadores” o los “recursos financieros” inagotables empleados por los estados para lograr sus objetivos como instrumentos imprescindibles para quebrar la paz.
El llamamiento por la paz fue recibido por fieles y gobernantes a nivel mundial tan pronto el Papa lo instaló, como fue el caso del gobierno de Francia, que recogía La Mañana. “El general Charles de Gaulle declaró hoy que Francia ‘adhiere enteramente’ al mensaje del Papa instaurando el primer día del año como Día de la Paz. ‘Lo hago con tanta mayor consideración y respeto cuando el Papa es hoy, por excelencia, el apóstol de la paz en nuestro universo ensangrentado y escandalizado por absurdos conflictos’, dijo”.
Esta conmemoración ha sido a menudo un momento en que los papas hacen declaraciones magisteriales relevantes para la doctrina social de la Iglesia, comenzando con Pablo VI en 1968 que dijo al mundo: “Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura”.
Desarrollo de los pueblos vs colonialismo
Un año antes, su Santidad en 1967 emitió la encíclica Populorum progressio, que comienza diciendo “El desarrollo de los pueblos y muy especialmente el de aquellos que se esfuerzan por escapar del hambre, de la miseria, de las enfermedades endémicas, de la ignorancia; que buscan una más amplia participación en los frutos de la civilización, una valoración más activa de sus cualidades humanas; que se orientan con decisión hacia el pleno desarrollo, es observado por la Iglesia con atención”.
Es el mismo Papa que frente a la ofensiva de ciertos poderes vinculados a la plutocracia financiera internacional, lanzaron una ofensiva para controlar la natalidad, hasta el aborto, les responde “el tema no es achicar los comensales, sino agrandar la mesa”…
Refiriéndose a la colonización y colonialismo manifiesta “hay que reconocer que las potencias coloniales con frecuencia han perseguido su propio interés, su poder o su gloria, y que al retirarse, a veces, han dejado una situación económica vulnerable, ligada, por ejemplo, al monocultivo, cuyo rendimiento económico está sometido a bruscas y amplias variaciones”
Y concluye el Santo Padre “¿Quién no ve los peligros que hay en ello, de reacciones populares violentas, de agitaciones insurreccionales y de deslizamientos hacia las ideologías totalitarias?”
Carlos Vaz Ferreira, quiso enseñar a pensar
NACIONALES
4 de enero de 1958
“Sería incalificable intentar una valoración del Maestro por necesidad periodística. En cambio, más que lícito, es imperioso promover dos o tres anotaciones que sitúen a Vaz Ferreira como agente de cultura, en el más amplio sentido, dentro de un medio como el nuestro, tan necesitado de esos aportes. Bastaría su gestión más notoria y directa, la que cumplió desde la Cátedra de Conferencias, frente a varias generaciones de auditores, para configurar una obra de personalísimos caracteres, en esa vía de acercar vocaciones al conocimiento crítico, al saber sin supuestos, de que nos habla Romero”, reseñaba La Mañana a instancias del fallecimiento del abogado, filósofo, profesor, escritor y rector uruguayo.
Vaz Ferreira fue catedrático de Filosofía en Educación Secundaria desde 1897, que entonces dependía de la Universidad de la República. En 1903 se recibió como abogado. En 1913 se lo designó maestro de conferencias de la Universidad de la República. Fue rector de la Universidad de la República en los períodos del 1928 al 1931 y entre 1935 y 1941. “Cumple reconocer a ese buceador de aguas hondas que fue Vaz Ferreira. ‘La historia de la filosofía -sostuvo Dilthey- nos hace patentes las actitudes de la conciencia ante la realidad, las relaciones reales entre esas actitudes y el desarrollo que así surge’. Cuando se aborde la de nuestro país se ha de admitir que, si hubiéramos asimilado la prédica de ese Maestro, dejándonos penetrar por ella con la misma docilidad con que solemos aceptar otra menos jerarquizadas, nuestra enseñanza, nuestra política, y por lo tanto nuestro destino, se hubieran ahorrado muchas equivocaciones”.
El Mundialito del ‘80
NACIONALES
30 de diciembre de 1980
“Como una válvula de escape para la tensión que campeará en el Centenario, en momentos que las selecciones de Uruguay y de Holanda estarán cumpliendo el reto de calentamiento, la afición disfrutará de un espectáculo majestuoso, calificativo que merecerá la cermonia inaugural de la Copa de Oro” aseguraba La Mañana luego de presenciar el ensayo general para la inauguración de la Copa de Oro de Campeones Mundiales de 1980, celebrada en Uruguay, conocido popularmente como el Mundialito. El Mundialito del ’80 reunió a las selecciones nacionales ganadoras de la Copa Mundial y Países Bajos, esta última reemplazante de Inglaterra.
“Como un augurio para la gran fiesta que un equipo celeste de calidad añeja y fervor de ahora habría de brindar como primer trago de la Copa, la ceremonia de apertura fue una ofrenda, una magnífica ofrenda, para visitantes y uruguayos”, decía La Mañana. Hoy se cumplen 40 años del Mundialito, gesta que unió a todos los uruguayos detrás de un triunfo, pocos meses después del plebiscito del mismo año, propuesta de reforma constitucional convocada por el gobierno cívico-militar rechazada por la población que, a la postre, desencadenó el proceso de apertura democrática. El certámen se organizó para celebrar el cincuentenario de la primera Copa del Mundo, celebrada en Uruguay en 1930. Luego de enfrentarse a las selecciones de Países Bajos e Italia, la selección uruguaya resultó triunfadora luego de ganar la final ante Brasil.
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