Que existen diferencias sustanciales entre el gobierno y la oposición es verdad. Pero la dirigencia política uruguaya no puede darse el lujo, sobre todo en este momento, de profundizar una grieta que parta en dos al país. Se precisa una orientación científica y una conducción política que prevalezcan sobre las operaciones publicitarias de unos y otros.
Minutos después de la extensa reunión de casi siete horas de la comisión de salud del Senado, en conferencia de prensa los legisladores de la coalición subrayaron la importancia de anteponer “lo científico sobre lo político”. En realidad estaban amplificando el mensaje que transmitió la delegación del gobierno integrada por el ministro Daniel Salinas, el secretario presidencial Álvaro Delgado y el nutrido equipo de asesores del MSP-GACH.
Un mensaje que fue bien recibido por la oposición mientras la sesión se mantuvo dentro del cauce apropiado, con los jerarcas brindando informes precisos y detallados, habilitando interrupciones y preguntas de los interpelantes. De hecho los legisladores frenteamplistas llegaron a resaltar en sala esa buena disposición, lamentando que cierta información no se hubiera transmitido antes para evitar algunas críticas que hicieron públicamente y consideran pudieron haberse evitado.
La tentación del marketing
Con cierta razón se señala que la intensa comunicación por parte del gobierno de las primeras semanas de la emergencia sanitaria, notoriamente ha decaído en los últimos meses cuando ya no son tan habituales las conferencias desde la Torre Ejecutiva. Por otra parte, en las redes comenzaron a circular rumores apuntando que “a Salinas no lo dejan hablar”, no solo en los momentos de anuncios públicos del gobierno, sino por la merma en sus apariciones individuales en radio y televisión.
El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, tiene un altísimo nivel de valoración en la ciudadanía. Una muestra de ello es el resultado que arrojó la Encuesta Anual de Evaluación y Perspectivas Empresariales que publicó el semanario Búsqueda situando a Salinas en primer lugar con ventaja sobre el resto del elenco. Para ello debió sortear, inicialmente, una miserable campaña de difamación a la que respondió con una enorme capacidad de trabajo, estudio y comunicación.
También hay que destacar que el presidente Lacalle Pou tiene, merecidamente, una aprobación del 60%, según la encuesta de noviembre de Equipos. La valiente decisión de ir por el camino de la libertad responsable, la sensatez demostrada en la regulación de las perillas y la rápida respuesta implementada ante los estragos sociales, son en gran medida atribuibles al presidente Lacalle Pou, porque asumió esta estrategia con conciencia y sabiendo escuchar cuando fue necesario a los integrantes de su gabinete, a los científicos del GACH e incluso a sus socios de la coalición.
Cuando la situación epidemiológica del Uruguay era motivo de admiración y aplauso por parte de la Organización Mundial de la Salud y las cadenas de noticias internacionales, el presidente apareció sorpresivamente en varios medios de prensa de Argentina, entrevistado en todos los casos por periodistas opositores al gobierno de Fernández, que estaba en ese instante en uno de los peores estadios sanitarios y económicos, en un país que sufre una profunda grieta política y social.
El efecto mediático pudo ser rentable en el corto plazo, pero más de un analista político local consideró en aquel entonces poco apropiado, desde lo diplomático y político, aquel raid frenético por las grandes pantallas argentinas. El consejo de los asesores publicitarios no contempló que se trataba del presidente pro témpore del Mercosur, entre otros factores que hacen a la relación bilateral. La espuma mediática es tan pasajera que los mismos medios de la vecina orilla que lo celebraron, ahora titulaban en los informativos que el presidente “está en la playa mientras aumentan los casos en Uruguay”.
En un artículo publicado en el portal argentino Infobae, de agosto de 2019, titulado “Por qué Jaime Durán Barba llevó a Mauricio Macri a la derrota” se hacían algunas apreciaciones a tener en cuenta. El encuestador, matemático y consultor de estrategia política, Felipe Noguera, explicaba cuál era uno de los peores errores. “No se puede dejar en las mismas manos el asesoramiento estratégico y las encuestas que deben verificar si ese asesoramiento está dando resultado”, aseguró. Y nosotros podríamos agregar: no se puede dejar el asesoramiento y la estrategia política en manos de los operadores mediáticos.
Una reciente nota de Búsqueda sugiere que hay una incidencia muy marcada de los asesores publicitarios en instancias notoriamente políticas, como lo fue el llamado a sala al ministro de Salud del pasado martes 5 de enero. “Incluso estuvo en los corredores del Parlamento el publicista Roberto Lafluff, pieza clave de la comunicación que sale desde la Torre Ejecutiva”, relata el periodista Federico Castillo.
El reconocido politólogo Óscar Bottinelli al reflexionar sobre la gestión del presidente marcó como elementos característicos una “concepción del gobierno esencialmente como operativo de creación de un imaginario en la sociedad mediante las más modernas técnicas del marketing político” y la “hegemonía comunicacional”. Añadió que se observa “una estrategia presidencial de deslindar su responsabilidad y hacerla recaer sobre el Ministerio de Salud Pública, que en términos políticos es hacerla recaer sobre Cabildo Abierto”.
Cuesta creer que el presidente, que ha dado sobradas muestras de inteligencia, sea capaz de darse un tiro en el pie de esta manera, exponiendo al ministro con mejor valoración de su gabinete. Por otra parte, Salinas haría bien en desconfiar un poco de algunos entornos y no entrar en el juego de las provocaciones, sino mantenerse fiel a su eficaz estilo. El ataque de la izquierda pretende sacarlo de su eje.
En busca de un enemigo
La desorientación política e ideológica en el Frente Amplio ha llevado a esta coalición antes, y lo sigue haciendo ahora, a tomar posturas incoherentes y muchas veces a forzar posicionamientos con tal de cerrar filas y poder incidir en la agenda pública. Un ejemplo notorio es la decisión de juntar firmas para un referéndum contra la Ley de Urgente Consideración, que muchos dirigentes de esa fuerza política consideran -reservadamente- un grave error.
Un fallido del que rápidamente se desmarcaron fue el de Ramón Méndez cuando cargó duramente contra el GACH en un audio privado que se hizo viral. Hubiera sido muy necio apuntar las baterías contra este grupo multidisciplinario, al que ahora algunos buscan respaldar, siempre y cuando se divorcie del Ejecutivo.
Otro ejemplo es el ataque al gobierno por la estrategia de las vacunas, a través de varios representantes frenteamplistas en redes sociales y medios de prensa. El semanario Brecha dedicó la portada y varios artículos a señalar discrepancias de científicos con el gobierno. Sin embargo, se centró en la supuesta demora en testeos, y prácticamente no dirigió sus críticas a las negociaciones con los laboratorios.
La doctora Jacqueline Ponzo, al ser consultada por Brecha sobre dichas negociaciones, dijo que “las vacunas están en desarrollo, hay avances en cuanto a la información científica sobre su seguridad que son del último mes, entonces me parece que no es una situación desesperante la de Uruguay”. Y agregó: “confío en que se están haciendo las gestiones y en el sistema que tenemos que es muy sólido y tiene mucha experiencia, tanto en el reparto y adquisición de las vacunas como en hacerlas disponibles equitativamente para la población”.
Sin embargo, en otro artículo del mismo semanario de izquierda se subraya que “existen sospechas de que la Presidencia de la República limita y retrasa el aumento diario de hisopados para ocultar la verdadera magnitud de la expansión de la pandemia”. Una hipótesis temeraria que equivaldría a sospechar que el Frente Amplio convocó a participar de la marcha de la diversidad en setiembre con el propósito de generar un descontrol epidemiológico y acusar al gobierno de ello. Extremo que nunca manejaron las autoridades, pero que sí marcan con razón la falta de cooperación mostrada en instancias puntuales de movilizaciones que fueron alentadas por la dirigencia opositora.
Indudablemente, hay una izquierda que apuesta a la grieta. Inspirados por aquel cuplé insisten en que “si la cosa estalla, estaremos a la talla”. No sería justo afirmar que es la posición predominante, pero muchas veces frente a la desorientación política logran hacerse eco los más combativos. “Hay que bajar un cambio. Podemos tener diferencias de enfoque sobre por dónde caminar, qué medidas tomar, el ritmo de las medidas”, dijo prudentemente el senador Andrade durante el llamado a sala.
Mientras el gobierno siga el trillo de las buenas prácticas de estado y no sucumba al duranbarbismo, y la oposición concentre sus energías en bajar a tierra propuestas específicas en lugar de repetir eslóganes de lucha, solamente así será posible transitar soluciones para los problemas de los uruguayos, que exceden al coronavirus.
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