Supuestamente, los occidentales vivimos en una sociedad libre y tolerante. Supuestamente, dejamos atrás el oscurantismo y el fundamentalismo. Supuestamente, el relativismo moral imperante, permite que todo el mundo diga “su verdad”, y que nadie sea censurado. El problema con los supuestos, es que son teóricos, y por eso a veces, no coinciden con la realidad.
De acuerdo con Jack Dorsey, la censura de la cuenta de Twitter del Presidente Trump, obedeció a que “es demostrablemente real” que “el daño fuera de línea” –los hechos de violencia ocurridos en el Capitolio- fueron el “resultado del discurso en línea” –los tuits del Presidente Trump-.
Aunque algunos sostienen que la empresa actuó conforme a derecho, a nuestro juicio, carece de lógica pensar que “el daño fuera de línea” fue consecuencia del “discurso en línea”. ¿Acaso el mundo gira en torno a Twitter? Si Trump no hubiese tenido cuenta en esa red, ¿no habrían ocurrido los hechos del Capitolio? Uno no puede dejar de preguntarse cómo llegó a ocurrir la noche de San Bartolomé, cuando no existía Twitter…
Ahora bien, la censura contra el Presidente Trump no pasaría de ser un hecho anecdótico, si no fuera porque es un eslabón más en una larga cadena de censuras, que prohíben sistemáticamente, el mismo tipo de pensamiento. Pongamos algunos ejemplos:
El 10 de enero de 2021, fue eliminada la cuenta de Twitter del P. Juan M. Góngora, párroco rural provida y profamilia, por citar un refrán español que dice: “cuando seas padre, comerás huevos”. Esta expresión, suelen usarla los adultos en España, para indicar a los niños que hay cosas que no entenderán bien hasta que sean adultos y padres. Si este tuit es una provocación a invadir el Palacio de las Cortes de Madrid, por ahora no se ve cómo.
En marzo de 2020, Hallmark Channel emitió la gala de los premios cinematográficos Movieguide, conocidos como los Oscar “cristianos”; pero censuró todas las menciones recibidas por la película provida “Unplanned” -que narra la conversión de Abby Johnson, ex abortista y hoy figura prominente del movimiento provida-, así como las palabras de la protagonista Ashley Bratcher, al recibir su premio a la Mejor Actriz. A propósito, cabe señalar que dicha película, ya había sido censurada en Canadá en 2019. En Uruguay, nunca se estrenó.
A mediados de 2019, Amazon retiró de su catálogo los libros en inglés del doctor Joseph Nicolosi, que durante décadas ayudaron a miles de hombres a dejar atrás sus tendencias homosexuales.
En agosto de 2019, el gobierno inglés censuró un spot sobre el modelo eGolf, de Volkwagen, por su contenido sexista… que consiste en mostrar a una mujer preparando el desayuno, y a otra leyendo en un banco de plaza acompañada de su bebé.
En abril de 2018, Mark Zuckerberg, confesó ante el Senado de Estados Unidos, haber censurado contenido católico en Facebook, por considerarlo “contenido inseguro para la comunidad”.
En noviembre de 2016, el Consejo de Estado francés censuró la emisión de un video en defensa de las personas con Síndrome de Down, alegando que su única finalidad era “animar a una madre embarazada a no abortar en ese caso”.
En setiembre de 2016, el escritor español Pío Moa, fue censurado por Facebook por disentir de la adopción homosexual tras una campaña del lobby gay.
En junio de 2014, el lobby gay organizó un boicot con el objetivo de censurar un libro de Richard Cohen titulado “Hijos gays, padres heterosexuales”.
En marzo de 2014, la Ministra de Sanidad de España, Ana Mato, pidió la censura y el retiro del libro “Cásate y sé sumisa”, de Constanza Miriano, porque ni ella, ni la mayoría de la sociedad -según ella- estaban de acuerdo con ese título.
¿Cuál es el denominador común de todas estas censuras? Que fueron ejercidas sobre personas y mensajes heterosexuales, provida, profamilia, partidarios de una visión de la persona humana y de la sociedad anclada en la ley natural. Salta a la vista que el gran pecado mortal en estos tiempos, es pensar diferente del pensamiento único que los poderosos de turno pretenden imponer. Y todo en nombre de la tolerancia, de la inclusión, de la equidad, de la no discriminación, de los derechos y de la libertad.
¿Cuál es el objetivo? Según el fundador de Twitter, “nuestro objetivo en este momento (…) es asegurarnos que todos estamos construyendo un mayor entendimiento común y una existencia más pacífica en la tierra”. O más hipócrita…, según quien suscribe.
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