Aparicio Saravia y el proceso político social del Uruguay. Washington Reyes Abadie. CUADERNOS URUGUAYOS, EDICIONES DEL RÍO DE LA PLATA. 1963.
Reyes Abadie ha marcado la historiografía nacional por conceptualizar nuestra sociedad de un modo claro y conciso. Difícil una definición más ajustada a la realidad de nuestra tierra que la de pradera, puerto y frontera. En este escueto ensayo se propone clarificar la categoría de caudillo, trascendiendo las conceptualizaciones cercano a lo peyorativo de ciertos enfoques, signados por el liberalismo y otras hierbas.
En el proceso histórico uruguayo pueden señalarse tres tipos de caudillos claramente diferenciados: el de la revolución emancipadora (1811-1830), el de la formación nacional (1830-1868) y el de la organización republicana (1868-1904).
Todos son hijos de la campaña e interpretan en su personalidad y en sus luchas el programa, más instintivo que consciente, de las masas rurales que a ellos confían sus destinos. El tipo más representativo de caudillo de la revolución fue Artigas. Nadie como él podía interpretar el complejo de fuerzas económico-sociales que movían a los grandes hacendados y a las masas rurales de la Banda Oriental y frente al centralismo de la oligarquía mercantil de Buenos Aires, supo dar el camino de la federación de las provincias.
Rivera, Lavalleja y Flores encarnaron el segundo prototipo. En 1870, Timoteo Aparicio, y en 1897 y 1904 Aparicio Saravia representarán el caudillo de la etapa republicana. Pero el Partido Nacional quedará definido por la dualidad del directorio patricio y del caudillo popular.
Y esta situación quedará definida por Javier de Viana del siguiente modo: “en nuestro país no hay caminos, en nuestro país no hay puentes, en nuestro país no hay puertos, allá escasean las escuelas primarias, allá las poblaciones del interior mueren de anemia extenuadas por el centralismo político, allá no existe vida municipal, y hasta la propia metrópoli crece, se estira, forcejea, sin lograr la vida amplia, la respiración ruidosa de gran ciudad, conservándose aldeana”.
Es en el cruce del siglo que la vida rural queda redefinida por una nueva estirpe de productores, que van marcando un nuevo ritmo social en el cual ya no hay lugar para la estancia tradicional con su población de medianeros, aparceros, “agregados” con sus familias.
Un texto más que recomendable para acercarnos a un Uruguay con sangre de héroes, pero con contradicciones difíciles de sobrellevar.
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