Según las últimas estimaciones del FMI, la deuda global –pública y privada- alcanzó USD 197 billones en 2019, lo que significó un incremento de USD 9 trillones respecto al año anterior. Estas condiciones iniciales de endeudamiento presentaron desafíos importantes para la mayoría de los países, que vieron aumentar su deuda en 2020 como resultado de la caída en la actividad económica consecuencia de la pandemia.
El FMI estima que el promedio del ratio de deuda/PBI global se situaba en 226% al cierre de 2019, 23% más que en 2007, el año anterior a la crisis financiera global. Gran parte del aumento en este ratio se explica por un incremento en la deuda pública en las economías avanzadas, que pasaron del 72% del PBI a niveles de 105%, y en menor medida por las economías emergentes, que vieron incrementar el peso de sus deudas de 35% del PBI a 54%.
Los elevados niveles de deuda limitan la capacidad de reacción de los gobiernos, que no pueden responder tan agresivamente a la pandemia como lo hicieron durante la crisis del 2008, cuando la deuda era significativamente menor. Sin embargo, este mayor nivel de deuda inicial no ha impedido que la mayoría de las economías –en particular las avanzadas- acceda a los mercados de deuda para capear la crisis, a pesar de que algunos países emergentes altamente endeudados empiezan a encontrar más dificultades para colocar emisiones de bonos. Las bajas tasas de interés ayudan por cierto a hacer sostenibles los niveles de deuda que en otros momentos de tasas más altas no lo serían.
En el informe sobre la estabilidad financiera mundial publicado el 27 de enero, el FMI destaca que la distribución de las vacunas ha dado un empuje a las expectativas de recuperación a escala mundial, lo que se ha visto reflejado en un aumento en los precios de los activos de riesgo. En particular, el FMI sostiene que la actual recuperación en los flujos de inversión financiera ofrece mejores condiciones de financiamiento a las economías emergentes, que enfrentan importantes necesidades de refinanciamiento durante el correr del presente año.
A pesar de la pandemia, durante 2020 la mayoría de las economías emergentes no tuvieron grandes problemas para acceder a los mercados voluntarios de deuda, a pesar del aumento significativo en los desequilibrios fiscales. En su escenario base, el FMI anticipa que estas condiciones de acceso a los mercados se mantendrán durante 2021. Sin embargo, el FMI anticipa los riesgos de una recuperación mundial despareja. En la medida en que las economías desarrolladas empiecen a recuperarse y normalicen su política monetaria, es esperable que las tasas de interés de largo plazo se eleven nuevamente. Esto podría complicar a las economías emergentes con altos niveles de deuda y cuya recuperación económica viene retrasada, dificultando su capacidad de renovar vencimientos de deuda de forma normal.
En el informe Perspectivas de la Economía Mundial, también publicado la semana pasada, el FMI insiste que las medidas de política deben asegurar un apoyo eficaz hasta que la recuperación esté firmemente consolidada. Según el FMI, la prioridad radica en asegurarse que los sistemas de salud cuenten con los recursos adecuados para combatir la pandemia globalmente. Esto implica asegurar el financiamiento de la compra y distribución de las vacunas, los materiales y otros insumos necesarios para una adecuada vacunación, además de las inversiones necesarias en instalaciones sanitarias. En aquellos países en que los contagios todavía continúan en niveles elevados, las ayudas económicas deben mantenerse en su lugar, incluyendo transferencias a trabajadores desempleados y empresas que serían viables si no fuera por la pandemia.
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