La Provincia Oriental a principios de 1825, vista por John Hall. Colección de Documentos. Monteverde, 1995.
El proyecto artiguista ha sido derrotado por la combinación letal del Imperio portugués, las intrigas porteñas y la sempiterna presencia de intereses comerciales que apostaban por una Hispanoamérica fragmentada.
Uno de los tantos viajeros ingleses se radica en el Montevideo gobernado por Lecor, se dedica al comercio y casual casualidad comienza a recopilar información sobre los aspectos más disímiles de la sociedad oriental. Comienza a darles forma de un dossier que dirige, también casualmente, al Cónsul británico, Thomas Samuel Hood en febrero de 1825.
Durante muchos años sólo se conoció la versión casi idéntica que envió, adjudicándose la autoría del informe el propio Cónsul a Lord Canning, siendo el insumo básico de inteligencia con el cual operó Lord Ponsomby en la gestión que culminó en la Convención Preliminar de Paz de 1828. Un siglo y medio más tarde el Prof. Juan Pivel Devoto adquiere el original de la extensa misiva que abarca todos los aspectos de la vida oriental: Análisis histórico de la Revolución, Naturaleza de la población y número de habitantes, Partidos políticos en los que se divide la población, Fuerza militar, Estado de la agricultura, Estado del comercio, Estado de las Rentas Públicas, Estado de la Iglesia, Administración de la Justicia y Policía, Política del General Lecor, Consecuencias que resultarían de una invasión de los bonaerenses, Motivos y pretensiones de dicha invasión, será el capitulado final del texto.
El relevamiento de la sociedad es exhaustivo; quizás no tanto por un exceso de celo burocrático sino porque esta esquina ventosa del Atlántico Sur cifra destinos geopolíticos. Y desde mediados del siglo XVIII, el Imperio Británico había definido esta área como objetivo. En 1806-1807 como objetivo militar, veinte años más tarde cambiaron de estrategia pero no de meta.
Pero lo que impacta es su racismo y su desprecio a la causa oriental; he aquí la transcripción de cómo veían a los criollos, nacidos en el país:
“Son valientes pero no sanguinarios, aunque en el vil oficio de la matanza de ganado casi diaria ellos derramen sangre con la mayor indiferencia y valoricen poco la vida humana. Desde su más tierna infancia todos los criollos están acostumbrados al engaño, mentira y la adulación. En su educación no estiman la integridad moral, la verdad y el puntual cumplimiento de cualquier compromiso. Consideran que estas formas son cosas de prejuicios de los europeos, efectos de una simple debilidad de disposición y de una educación supersticiosa…”
Y sobre la causa artiguista y sus seguidores: “Los patriotas aunque unidos en su oposición al gobierno brasileño, están extremadamente divididos en otros puntos. Las clases bajas de la campaña forman la fuerza militar de esta facción y son adictos a la causa del General Artigas y a sus oficiales. Su sistema favorito es la total independencia de todos los otros países, la destrucción o división de todo rango o propiedad y la introducción de la igualdad sobre la base de que todos sean igualmente pobres. Confiesan que prefieren ranchos de paja y barro a las casas de ladrillos y mezcla y a las ciudades, que les gustaría arrasar y destruir todos los signos de riqueza y civilización. Su único deseo es conseguir ganado en abundancia y libertad para matarlo y comerlo a discreción. Son licenciosos y holgazanes, aficionados al vagabundeo y bohemia de la vida militar, pregonan la libertad e independencia entendiendo por éstas la libertad de cometer toda clase de excesos impunemente”.
Si es posible agregar algo a esta serie de vituperios podríamos una esta cita de su jefe, Lord Ponsomby que a llegar a Buenos Aires se expresó de este modo: “es el lugar más despreciable que jamás vi. Me colgaría si encontrase un árbol apropiado, Nadie vio un sitio tan desagradable como Buenos Aires, suspiro cuando pienso que tendré que quedarme aquí… en este lugar de barro y osamentas pútridas, sin carreras, ni caminos ni casas pasables, ni libros ingleses, ni teatro soportable, nada bueno, como no sea la carne… Además, la jactancia republicana con todo su vigor. Intolerable sitio”.
Para los que añoran un mundo en el cual el Río de la Plata estuviese directamente dominado por los británicos, creo que las líneas previas fueron una buena maestra de los hijos de la Isla de los Piratas.
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