La Niña hizo lo suyo: provocar precipitaciones por debajo de lo normal, afectando a Uruguay y sureste del continente, y generando pérdidas de cosechas y bajas en los rendimientos, lo que afectó el mercado mundial.
El sur ha sido la zona más afectada por los efectos del año Niña, se han ido extendiendo por todo el territorio nacional. Es una situación crítica, que no lo sería tanto “si no se hubiese efectivizado desde primavera y, lo que es peor, en algunas zonas ya desde mediados de invierno”, dijo el técnico meteorólogo Gabriel Labrador.
Destacó que en los primeros 40 días del año, “la Meteorología como ciencia de la atmósfera ha tenido un comportamiento dinámico y apasionado”, y “en lo que va del verano, las temperaturas del aire al abrigo meteorológico muestran un comportamiento relativo, dentro de lo normal, para máximas y mínimas, con un sesgo creciente de valores más altos desde el sureste hacia el noroeste, según los registros efectuados por las redes de estaciones meteorológicas del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) y agrometeorológicas del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA)”.
Agregó que “en cuanto a precipitaciones, según el análisis de los datos suministrados por la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera (NOAA-Ministerio de Comercio-USA), vemos que la distribución espacial y los valores registrados muestran ciertas discrepancias con el comportamiento normal, que indica la estadística climatológica 1981-2010”.
Esas discrepancias están en que, en los meses de verano, por ejemplo, enero, el comportamiento de las precipitaciones y distribución espacial responde a una variación “con valores mayores hacia el oeste y notoriamente esto no se cumplió”.
Además, los mapas climatológicos muestran que en enero hubo valores de precipitaciones “menores en el sur y en el este, donde también se hizo notar el déficit hídrico”, hasta fines de enero.
“Es decir, en lo que va del período estival, se reforzó el comportamiento normal de menores precipitaciones en el sur y en el este, y hay una clara debilidad de la situación en el oeste, donde en verano suelen ocurrir más lluvias y, sin embargo, se vienen registrando los mayores valores por debajo de lo normal, especialmente en el suroeste”.
“Está claro que La Niña hizo lo suyo, que es provocar precipitaciones por debajo de lo normal, y eso sucedió no solo en Uruguay, también en el sureste de América del Sur, donde diferentes grados y tipos de sequía provocaron pérdidas de cosechas y bajas en los rendimientos en Brasil y Argentina; eso contribuyó al alza de los precios de los cereales y oleaginosas en el mercado mundial”.
Se debilita La Niña, pero el campo precisa lluvia
Las últimas precipitaciones “en general, son beneficiosas, pero sus efectos son dispares dependiendo de la localidad, tipo y estado del ciclo de producción”, además de que están “lejos de revertir los efectos de La Niña, ya que en muchos casos estos son irreversibles”, destacó Labrador.
La buena noticia es que se está dando un debilitamiento de La Niña, pero igualmente esta continúa, “y la evolución a un régimen de precipitaciones normal va a ser lento y no homogéneo con la característica de una normalización más rápida en el noreste del país, y más lenta en el suroeste”.
Las zonas más favorecidas por la distribución espacial de las precipitaciones son, “notoriamente, el norte y noreste del país, por el contrario, el suroeste y parte del centro-sur no han corrido con la misma suerte”, puntualizó.
Desde el punto de vista productivo, Labrador dijo que “si trazáramos una línea diagonal imaginaria entre Paysandú y el Chuy, Uruguay quedaría divido en dos zonas, una zona seca hacia el suroeste y otra húmeda hacia el noreste. En la zona seca se necesita mayor frecuencia de eventos meteorológicos de precipitaciones, más regulares y con mayores volúmenes de agua, ya que hay cultivos que precisan entre 40 y 50 milímetros semanales”, es el caso de la soja en su momento de floración.
Por otra parte, “las pasturas naturales resistentes a la sequía necesitan recomponerse, las praderas forrajeras de trébol rojo, blanco, alfalfa, y otros que hayan tenido la suerte de salvarse de la sequía agronómica, precisan más lluvias para resistir”.
“Las aguadas, como los tajamares, deben llenarse, y no solo generar barro donde animales débiles mal alimentados pueden empantanarse. Está claro que el campo precisa lluvia”, subrayó.
Los vientos
En cuanto al viento, dijo que “dependiendo del tipo de advección, en general, la evaporación es directamente proporcional al aumento de intensidad de los vientos. Si la evaporación aumenta, también lo hace la pérdida de humedad de los suelos”, pero esto sucede dependiendo del tipo de suelos y de la capacidad que estos tengan para retener agua.
“La evapotranspiración depende directamente de la temperatura del aire, humedad, velocidad del viento y radiación solar” y en verano “presenta un comportamiento estacional con valores más altos, incrementándose del sureste al noroeste”.
En general, las horas de sol “varían poco en su distribución geográfica dentro de Uruguay, y las variaciones son más bien de tipo estacional”. De todas formas, “la nubosidad incide directamente, y las áreas más nubladas registran menor cantidad de horas; dado el comportamiento de mayor formación de nubes en el este y noreste, es lógica la disminución de insolación en esas áreas”.
Existe la ley, pero no ha sido reglamentada
Consultado sobre los aspectos legales que regulan la actividad de los meteorólogos y/o de los que trabajan con la meteorología de forma profesional, Labrador dijo que fue votada la Ley 19.158, de octubre de 2013, pero hasta la fecha no ha sido reglamentada.
“Por el momento está legislado solo el manejo de la información meteorológica, pero aún no se tiene la reglamentación, a pesar de que han transcurrido varios años de promulgada la ley”. A su vez, expresó que “la Ley 19.158 establece en su artículo 4: ‘todos los medios de difusión e información oral, televisiva o escrita, información telefónica, electrónica o cualquier otro medio de difusión masiva, que emitan información meteorológica dentro del territorio de la República, deberán señalar la fuente de dicha Información. La reglamentación que dicte el Poder Ejecutivo establecerá las sanciones a aplicar en caso de incumplimiento’”.
Variabilidad climática
Labrador dijo que “el cambio climático existe” y que “es real al igual que la variabilidad climática”, a la vez que destacó la incidencia humana: “es variable según la actividad, al igual que los diferentes grados de responsabilidad”.
“Pero tampoco podemos perder de vista que el clima ha cambiado desde la creación misma de la Tierra, mucho antes de que la especie humana existiera”.
“Por otra parte, sinceramente, creo que las fuerzas de la naturaleza son más poderosas que la acción humana, y tarde o temprano, Gaia nos hace pagar nuestros excesos”.
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