En el año 2017, el gobierno del Frente Amplio anunció con bombos y platillos la firma del contrato con la empresa finlandesa UPM para la construcción de la segunda planta de celulosa en Uruguay. El contrato se negoció en secreto, y los legisladores y ministros fueron meros espectadores. Las condiciones negociadas, de dudosa conveniencia para nuestro país, se llevaron adelante a pesar de la oposición de aquel entonces.
El fin de semana pasado, el gobierno actual anunció con bombos y platillos la firma con las empresas Pfizer y Sinovac para la compra de 3.750.000 dosis de vacunas contra el covid-19, por un costo de US$ 120 millones. Los contratos se negociaron en secreto y los legisladores y ministros fueron meros espectadores.
Es sabido que el negocio de los laboratorios es impresionante, para ellos. ¿Pero podemos afirmar que ha sido un buen negocio para Uruguay?
Pfizer es un laboratorio estadounidense fundado en el año 1849, con sede en Nueva York y con profusos antecedentes en el terreno de la biomédica y desarrollo de vacunas. El costo en origen de sus vacunas contra el covid-19 ronda los US$ 20 la dosis, con una efectividad de 95%, y debe ser almacenada a -71°C.
Sinovac es un laboratorio chino fundado en 1999, con sede en Beijin y con escasos antecedentes en el terreno del desarrollo de vacunas. El costo en origen de sus vacunas contra el covid-19 ronda los US$ 30 la dosis, con una efectividad de 50,4%, y debe ser almacenada a -20°C.
Gamaleya es un laboratorio ruso, fundado en 1891 por un discípulo de Pasteur, con sede en Moscú. Es un centro de investigación de epidemiología, con múltiples antecedentes en el desarrollo de vacunas y con una mención internacional en el desarrollo de la vacuna contra el ébola, que ayudó a salvar miles de vidas en África. El costo en origen de sus vacunas contra el covid-19 ronda los US$ 10 la dosis, con una efectividad de 92%, y debe ser almacenada a -20°C.
El costo en origen de las demás vacunas, de otros laboratorios de reconocido prestigio internacional, rondan entre los US$ 5 y US$ 8.
Analizando estos datos, que son de libre conocimiento, nos preguntamos cuáles fueron los beneficios que obtuvo Uruguay con estas negociaciones.
La vacuna de Pfizer ha sido adquirida por Israel, Canadá, Chile, Reino Unido, Estados Unidos, etc., o sea, los países más ricos, y ahora por Uruguay. La vacuna de Gamaleya ha sido adquirida por la mayoría de países de América del Sur, México, casi ningún país de Europa, algunos de Asia, India y Egipto. La vacuna de Sinovac ha sido adquirida por Turquía, Indonesia, Singapur, y ahora también Uruguay.
Si ponemos en la balanza solamente la calidad puedo entender por qué se adquirió la de Pfizer. Pero por más que lo intente, no lo logro hacer con la de Sinovac que, además de ser la más costosa, es a todas luces la menos efectiva.
Luego de un breve análisis de costos, pienso que el país se podría haber ahorrado alrededor de US$ 40 millones, sin perder eficiencia, efectividad, calidad y respaldo científico. Con US$ 40 millones le damos a las pymes el oxígeno que necesitan para subsistir, reactivar así la economía y generar miles de puestos de trabajo. Con US$ 40 millones le damos asistencia a las instituciones privadas de salud desfinanciadas (por el sistema perverso al que están sometidas), generando tranquilidad y un servicio de calidad a los uruguayos.
Así como con UPM, se me ocurre que algunos han hecho con las vacunas un buen negocio con Uruguay.
Jorge Rodríguez
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