Los humoristas. Antología de marcha. Biblioteca de marcha. 224 págs., 1971.
Visto y considerando que por razones de pública notoriedad las Saturnales, Carnestolendas o el Carnaval han quedado confinadas a un espacio virtual, les propongo recuperar un antología del mejor humor nacional. Cabe acotar que dicha obra vio la luz en momentos en los cuales se necesitaba bastante sangre fría para reírse: 1971, año complejo por definición en nuestra breve historia republicana.
Pero más que un viaje al humor, dicha antología nos invita a un periplo por la identidad nacional. Recopilando artículos, desde 1941 hasta noviembre de 1970, aquí encontramos las plumas que han honrado la literatura nacional; desde Juan Carlos Onetti (bajo el seudónimo de Groucho Marx, luego periquito el Aguador), hasta Elina Berro (Mónica).
Y el país que muchos tildan de gris y aburrido florece aquí con un coro de disímiles humores e ironías que quizás no provoquen la carcajada fácil. Pero es aquí que surge la maestría: nos muestra contradicciones del ser nacional y de los diferentes tipos de uruguayos de un modo humano que propende a la superación.
Al decir de Hugo Alfaro: “A veces un destello de la inteligencia alcanza para iluminar una sonrisa, ese estado de gratitud intelectual que proviene de una observación ocurrente cuando también es veraz. En otros casos, se trata de soltar la risa a boca llena y entonces sí, el que ríe más ríe mejor”.
“Por ejemplo, Benedetti trabaja en profundidad su mundo montevideano de empleados públicos y avivados varios. El Hachero trabaja el suyo, cordialmente ubicado en la zona portuaria, el bajo y las canchitas de fútbol. Onetti, Maggi y Wimpi elaboran sus sarcásticas observaciones sobre el carácter nacional, Mónica todo lo ve desde un penthouse de Pocitos, y Gutiérrez desde la trinchera del periodismo, las crónicas y reportajes de Muller operan de un modo bien diferente al de todos los demás, reclaman la cooperación y hasta la complicidad del lector. Agréguese a Maneco Flores, Julio Castro, Carlos del Peral, Ignacio Domínguez Riera, Jorge Sclavo, Mauricio Rosencof, la mismísima María Esther Gilio, cada uno con su estilo propio (y casi todos con más de un estilo). Quien asegure que unos son más humoristas que otros o, peor aún, que este lo es y aquel no, ignora alegremente los laberintos de la comedia humana”.
O sea, la risa está servida. Bienvenidos.
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