En el marco de un nuevo Día Internacional de la Mujer, La Mañana dialogó con referentes que desde distintos ámbitos apuntan a defender a las más vulnerables, las que trabajan y cuidan su hogar, muchas veces en situación de precariedad económica. Compartimos reflexiones de la presidenta de la Liga de Amas de Casa, Mabel Lorenzo; la abogada vinculada a la defensoría en casos de violencia doméstica, Martha Valfre; la militante social y fundadora de la agrupación Fraternidad Artiguista, Vanesa Sánchez; y con la presidenta del Sindicato Único de Trabajadoras Domésticas, Lucía Gándara.
Si se realiza un repaso histórico del rol de las mujeres en las familias, no es posible pasar por alto el papel de las amas de casa. El jefe de familia -en caso de que hubiese- era el encargado de proveer al hogar que, en general, tenía varios integrantes. La ama de casa, por su parte, era la responsable de mantener la organización de la familia, el hogar físico y dar la contención emocional que los integrantes demandan, entre muchas tareas más.
Hoy el contexto no es el mismo que en los años 40, 50 o 60. Llegó la tecnología, llegaron nuevas oportunidades en mercados laborales, nueva legislación y el mundo se transformó en un lugar dinámico, con más opciones para elegir. Sin embargo, en medio de esta modernidad, las amas de casa continúan cumpliendo un rol fundamental para la organización de la sociedad, en el primer eslabón que es la familia.
Si bien actualmente se ha venido normalizando que existan hombres encargados de las tareas del hogar, las mujeres son las que dominan la escena, ya no solo como amas de casa, sino como jefas de hogares, e incluso combinándolo con trabajo por fuera. En defensa de estas mujeres es que en el año 1995 se creó la Liga de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios del Uruguay (Laccu). Consultada por La Mañana, su presidenta Mabel Lorenzo dijo que el papel de la Liga es reflejar la actitud de las amas de casa frente al mundo.
“Una ama de casa era ‘invisible’, apreciada en comentarios, pero en los hechos pasaba al olvido. La idea de formar la Liga llegó desde Argentina, con Lita de Lázzari, quien, a través de allegados, se acercó a las uruguayas y comentó la labor en su país, nos motivó en pro del mejoramiento de la situación de las amas de casa”, recordó Lorenzo.
Entre las luchas fundamentales de la Laccu se encuentra la obtención de un reconocimiento legal que las habilite a percibir una jubilación por sus años de dedicación al hogar e, indirectamente, a la sociedad en su conjunto. “A la fecha estamos viviendo y sobreviviendo. Si bien no hemos llegado a grandes logros aún, con los medios disponibles -que son de carácter honorario y apolítico- queremos seguir apostando a visibilizar a la mujer”, sostuvo.
Ilustres desconocidas
Desde los inicios y hasta hoy, a pesar de los esfuerzos, siguen sin tener el reconocimiento de la jubilación. “Tener la jubilación significaría ser consideradas como trabajadoras en pos de la familia y la sociedad”, explicó la presidenta. Y agregó: “seguimos sin tenerlo, y seguimos siendo unas ‘ilustres desconocidas’ en ese plano. Normalmente se entiende el papel que hacemos, pero creemos que hace falta una materialización por nuestro esfuerzo”.
Hasta los años 90, el papel de las amas de casa se visualizó con mucha pasión, comentó Lorenzo. Luego ha caído en desuso el utilizar el término “ama de casa” como apelativo de prestigio, se ha deslucido, explicó. “Hemos escuchado comentarios que dicen que debemos tener un nombre más significativo de lo que hacemos, pero creo que no es cuestión de nombre, sino de ver cuáles son las cosas que la ama de casa pone sobre sus hombros de manera anónima, con errores y aciertos. Decide sobre cosas que son muy grandes”, detalló la entrevistada.
Agregó que, sin importar cuán próspera sea una familia, se debe tomar en cuenta lo que aporta a la sociedad una ama de casa, y que hay que ponerle lustre al nombre. Por otra parte, la Laccu ha realizado y participado en varios congresos mundiales, además forma parte del grupo mundial de amas de casa, organización del que Lorenzo fue la secretaria general. Los vínculos con otros grupos son constantes, como por ejemplo con el de República Dominicana, Brasil e Italia.
Además de este rol en la Liga, está vinculada a la defensa del consumidor y trabaja priorizando la importancia de saber los derechos y deberes de los consumidores. “Muchas veces nos quejamos y no sabemos hacerlo de forma efectiva, por eso brindamos la posibilidad de luchar eficientemente por la defensa de quienes somos consumidores. Hemos dado un empujón, en ese sentido, con la creación de esa defensa, facilitando aspectos para saber qué productos ingresar a nuestros hogares”.
Que la legislación sea un hecho
Existe un gran número de normas que contemplan las situaciones de mujeres en materia de acoso laboral y sexual. Pero, según indicó a La Mañana la abogada Martha Valfre, en los hechos, el acceso a esa protección está un tanto frenada. La entrevistada es asesora jurídica en el Inisa, directora de la Academia Uruguaya de Investigación Criminal y Ciencias Forenses, y cuenta con una amplia trayectoria de trabajo con víctimas y agresores de violencia doméstica.
Valfre explicó que cuando se presenta una denuncia los medios probatorios son siempre los mismos y requieren gente que declare. Esto suele ser una complicación en el ambiente laboral, ya que los compañeros de trabajo pueden negarse por miedo a represalias. “En la esfera privada, las mujeres se callan porque tienen miedo de ser despedidas; en la esfera pública, tampoco consiguen testigos porque se pueden dar conflictos”, dijo.
A esto se suma que las mujeres siguen teniendo problemas de acceso al trabajo, lamentó Valfre. Si bien está prohibido pedir un certificado de embarazo negativo, en los hechos se continúa preguntando si tienen hijos o quisieran tener. “Frente a la posibilidad de contratar una mujer u hombre joven, prefieren al hombre. Por otro lado, cuanta más legislación existe vinculada a la maternidad, hace que los empleadores duden en contratar mujeres jóvenes. Esto redunda en que el acceso laboral de las mujeres está siempre saltando murallas”, añadió.
A pesar de que las mujeres alcanzan niveles de estudio más altos y que la deserción se da más en varones, al momento de contratar a un profesional o técnico, siempre se prefiere al hombre, indicó la profesional. “Creo que debemos cuestionarnos qué estamos haciendo. Lo cierto es que con la legislación vigente están todos los derechos dados, pero en los hechos eso no se refleja”, agregó.
Necesidad de un servicio de orientación
Muchas de las mujeres migrantes se emplean en cuidados de enfermos y servicio doméstico. “Si entran en una casa de salud terminan en condiciones más desfavorables que las uruguayas; los empleadores prefieren contratar inmigrantes, pero al momento de darles los beneficios reciben menos. Quizá alguna forma de mitigar esto podría ser con inspecciones, dándole a la mujer un respaldo más allá de la letra de la ley. Debemos cuestionarnos las herramientas de control para ver si las legislaciones se cumplen”, explicó Valfre.
En lo que respecta a la configuración familiar de hogares más vulnerables, en la mayoría de los casos las mujeres son jefas de familia. “Esa mujer tiene que salir a trabajar, porque el servicio pensionario que percibe, muchas veces, no alcanza. La mujer se ve obligada a trabajar, a tolerar situaciones de inequidad, hasta con acoso de por medio. Esto lleva a que la mujer considere que no pueden protestar porque no puede perder el empleo”.
Afirmó que se pueden tener leyes al respecto, “pero las leyes frías no ayudan a nadie. Quizá habría que tener un servicio de orientación a mujeres, donde tengan subsanado el tema de las guarderías, por ejemplo. Sería bueno que el Estado, dentro de las posibilidades, pueda acercarse a esa población y dar ayuda concreta”.
La fortaleza que aflora en los contextos críticos
Vanesa Sánchez es licenciada en Dirección de Organizaciones Civiles, así como fundadora de la agrupación Fraternidad Artiguista y secretaria de la Junta Departamental de Montevideo de Cabildo Abierto. Sánchez se involucró con la realidad en muchos sitios de la capital durante la campaña electoral, y luego de que esta culminara, decidió embarcarse en un camino de ayuda, en especial, a las familias que se sustentan de la recolección de desechos de la usina de Felipe Cardoso que viven a pasos del lugar.
Estas familias son matriarcales, dice, porque se trata de mujeres fuertes debido al rol y trabajo que realizan diariamente, recolectando y clasificando residuos como manera de sobrevivir. “Llevan adelante a su familia y se turnan con los hombres para cubrir horarios. Ellas salen a trabajar cuando dejan a los niños a las escuelas, se preocupan por la educación y están atentas a las necesidades de los chiquilines”, indicó la entrevistada a La Mañana.
Quienes viven allí dicen que se les hace difícil conseguir trabajo por el lugar donde viven y están estigmatizadas por ser de la usina. “Hay personas que tienen preconceptos de ellas, pero no es así porque son familias que están bien constituidas, que se preocupan por los niños. Es gente humilde que pelea el día a día, son mujeres muy fuertes”, aseguró Sánchez.
Organización para salir adelante
La agrupación Fraternidad Artiguista está esperando que desde la IM se los atienda, ya que desean ayudar a las mujeres del barrio a hacer una cooperativa de trabajo que les permita reciclar la basura y, al mismo tiempo, generar aportes para formalizar el trabajo en la usina. Al no ser parte de un organismo, la seguridad del vertedero es muy estricta con no dejarlos acceder a recolectar, de manera que usan la violencia, muchas veces, para retirarlas del lugar. Incluso se han generado accidentes de tránsito debido a que las personas corren por la calle cuando un policía la retira en malos términos.
Hay personas que tienen preconceptos de las mujeres recolectoras de la usina Cardoso, pero son familias que están bien constituidas, que se preocupan por los niños
Se necesita el espacio para que puedan empezar a clasificar, la organización ya está armada por parte de Fraternidad. “Esto no solo implicaría un desafío para ellas, es para la sociedad. Cuanto menos se entierre la basura, más oportunidades de reciclar se tienen y la usina crece menos. Está organizado, solo se necesita el lugar para comenzar a trabajar”, detalló.
Sánchez explicó que estas mujeres están cansadas de promesas que se quedan en el camino. “Me aboqué a trabajar con ellos porque sentí que estaban olvidados; no es el Montevideo olvidado, es el que duele. Esto está pasando a 15 minutos del centro de la capital, y no es de ahora, sino que hace cuatro generaciones que están ahí, y la ayuda se quedó en gritos silenciosos durante años”.
La entrevistada dijo que está reclamando ante el PIT-CNT y la IM ya que al no estar sindicalizadas no las escuchan. “Ellas podrán ser pobres económicamente, pero no en derechos”, sostuvo.
Sindicato en acción frente a situaciones abusivas
El 99,4% de los afiliados al Sindicato de Único Trabajadoras Domésticas (SUTD) son mujeres, es el único con esta condición dentro del territorio nacional. En el año 2006, con la Ley 18.065 que regula el trabajo doméstico, los derechos de las empleadas comenzaron a tener mayor importancia, luego, en 2008, se las llamó a participar del consejo de salarios, siendo este un hecho histórico.
Sin embargo, con el advenimiento de la pandemia al país, se dieron algunos pasos hacia atrás que implican un esfuerzo mayor en la lucha por parte del SUTD. Muchas trabajadoras fueron enviadas al seguro de desempleo de manera “poco legal”, y se dieron despidos abusivos, según comentó a La Mañana, Lucía Gándara, presidenta del sindicato. Aunque también hubo empleadores que sí mantuvieron el pago del salario como corresponde.
Las dificultades se vieron reflejadas en los aumentos de los salarios, que debían ser de un 7,92% y fue de 4,27%, luego de 3,5% y, el último, de 3%. “No se están cumpliendo con algunos derechos que hemos firmado en convenios. Hay compañeras que han sido enviadas al seguro y las obligan a ir a trabajar, o empleadores que salen de vacaciones y no hacen los siete días de aislamiento, dejando en riesgo a la trabajadora”, dijo Gándara.
“No hay sororidad en el trabajo doméstico”
“Podemos asemejar la pandemia a la crisis del 2002, porque muchas trabajadoras mujeres quedaron desempleadas y se hicieron domésticas, ahora está pasando lo mismo. Quiero destacar que las leyes son para todas: nacionales y extranjeras, y el salario mínimo por 44 horas semanales es de $22.403. Exhortamos que no se pida menos, para que no se produzca el trabajo desleal por la necesidad de tener un peso en el bolsillo. Que se acerquen a los sindicatos si tienen algún problema”, puntualizó Gándara.
La sindicalista sostuvo que no se les da el valor que corresponde, porque van a los trabajos para que otras mujeres salgan a trabajar. “Si nosotras no fuéramos a cuidar a sus hijos, a sus adultos mayores, a organizarles el hogar, ellas tampoco podrían salir a trabajar. No se les da la misma igualdad a las otras mujeres, no hay una sororidad. Es mentira que haya sororidad si se trata de trabajo doméstico”, aseguró.
Otro aspecto que remarcó la entrevistada es que la mayoría de los dirigentes sindicales son hombres porque las mujeres se quedan en sus hogares. “En nuestro rubro no tenemos fueros sindicales, todo el trabajo que hacemos es voluntario”.
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