En un escueto comunicado La Mañana adelantaba el 10 que, a las 17:30 horas, se realizaría un homenaje a la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. Con una pluma muy elogiosa, el periódico indicaba: “Juana de Ibarbourou es la poetisa que en la hora actual, desaparecida aunque perenne en el recuerdo, aquella alma exquisita que se llamó Delmira Agustini, simboliza la inquietud lírica de nuestras mujeres que vierte en la diafanidad de sus versos y en el agua musical de su prosa”.
Su obra había adquirido “el prestigio de un consenso emanado de todos los países del habla castellana. Su poesía, la de “Raíz Salvaje” y “Las lenguas del Diamante” (que en este 2019 cumplen 100 años de publicación), tiene una inimitable frescura, tan extraña en el lirismo contemporáneo, que su valor resalta y fluye impresionando tanto como el concepto”.
Se detallaba el programa del evento: en primer lugar, habría una Suite Uruguaya, del compositor Ascone, ejecutada por la Banda Municipal y dirigida por el autor: a) “Amanecer”; b) “Motivo de vidalita”; c) “Pericón”. En segundo lugar, sería el turno de los discursos: el de apertura a cargo del diplomático Carlos Alberto Clulow; el discurso del embajador de México, doctor Alfonso Reyes, y el discurso de Luis Alberto Gulla, en nombre del Comité. Habría un recital de lieders de Juana de Ibarbourou, “cantados por su autora, la señora S. Morales de Villegas, acompañada al piano por la señorita Gianelli Suarez y al arpa por la señorita Botta Viscout”. Seguirían las alocuciones: por un lado, la de José Pedro Heguy Velasco, en nombre del Comité organizador y de los universitarios del Paraguay y, por otro, la de clausura por el poeta Roberto Ibáñez. El acontecimiento concluiría con un himno a Juana de América, del compositor Ascone y con letra de Prunel Alzaibar, “ejecutado por la Banda Municipal y cantado por la gran masa coral de la Palestrina, compuesta de 140 voces, que dirige el maestro Dente, bajo la dirección de su autor”.
Al día siguiente, en la portada una sección estaba dedicada a los festejos que alcanzaron “brillantes proyecciones”. Se insistía que “el acto de la referencia revistió vastas proyecciones”, “asistiendo al mismo una gran concurrencia, entre la cual se encontraba lo más representativo de nuestros círculos literarios y artísticos”. En sus palabras, el señor Clulow “exaltó, en bellas frases, la personalidad intelectual de la autora de ‘El Cántaro Fresco’”.
Por su parte, Alfonso Reyes dijo, al presentar a la poetisa: “Juana en el Norte, Juana en el Sur, Juana en el Este y en el Oeste, Juana donde se dice poesía y Juana donde se dice mujer”. La consideraba como “la dueña de las palabras”. Entretanto, Roberto Ibáñez le entregó un anillo, “símbolo de su unión con el continente todo, y fue otro poeta, don Juan Zorrilla de San Martín, quien, al colocarlo en la mano de Juana, pronunció unas memorables palabras: ‘Este es el signo visible de sus desposorios con América’”, recogía la escritora argentina Victoria Pueyrredon en una publicación de la Biblioteca del Profesor de Español del Centro Virtual Cervantes.
El acto constituyó “un homenaje a sus altos méritos intelectuales y a su obra, cuyo valor indiscutible ha trascendido las fronteras del país, haciéndose acreedora a la más alta justipreciación de parte de la crítica hispanoamericana”.
Hiroshima y Nagasaki
7 y 10 de agosto de 1945
El 6 de agosto se produjo el bombardeo a la ciudad de Hiroshima. Al día siguiente, La Mañana recogía un comentario del Ministerio de la Producción Aeronáutica de Gran Bretaña: “Una de las nuevas bombas atómicas arrojadas sobre una ciudad equivaldría a un intenso terremoto que removería por completo el lugar”. El 9 de agosto fue el bombardeo a la ciudad de Nagasaki. El 10 el periódico publicaba: “Obtuvo buen resultado el ataque a Nagasaki”, “un puerto de mar en la costa occidental de Kyushu”. Además, era terminal ferroviario y tenía una población “de 255.000 almas”. Entre 105.000 y 120.000 personas murieron, mientras que 130.000 resultaron heridas.
Fallecimiento de Joaquín Torres García
8 de agosto de 1949
“Don Joaquín Torres García murió ayer en nuestra ciudad”, destacaba La Mañana el 9 de agosto. A los 75 años, el creador del constructivismo concluía su periplo terreno, “luego de padecer una grave dolencia que fue minando paulatinamente su organismo”. De padre español y madre uruguaya, el pintor nació en el barrio montevideano de la Aguada, partiendo en 1881 con su familia a España y, recién después de transcurridos muchos años, “habría de regresar a nuestra patria”. En ese largo plazo, “fue incansable viajero; luego, de haber frecuentado a la Escuela de Bellas Artes en Barcelona. Tuvo por entonces su época decorativa; pero, pronto triunfó su profunda vocación de pintor nato”. Ensayó la pintura al fresco, decoró iglesias en Barcelona y una sala del municipio de esa ciudad.
Construcción del muro de Berlín
12 de agosto de 1961
“Los funcionarios comunistas de Alemania Oriental amenazan con tomar medidas aún más estrictas que pueden cerrar las rutas de escape a Alemania Occidental y hacer todavía más difícil la situación para las millones de personas que se encuentran bajo dominio rojo”. Así comenzaba el texto de Carl Hartman para la agencia AP que recogía La Mañana. También se mencionaban medidas diplomáticas dentro del campo comunista, para fortalecer el régimen. “Dichas actitudes están comprendidas en los anuncios hechos sobre posible control de refugiados y la redacción de un tratado de paz para Alemania de acuerdo con lo que ha propuesto el primer ministro soviético Khrushchev”.