En el marco de los 30 años del Instituto Nacional de la Juventud (INJU), su director se plantea incentivar la participación juvenil plural, con el fin de que la opinión de los jóvenes, sin importar su filiación política, esté reflejada en el gobierno. Por otra parte, el jerarca en entrevista con La Mañana lamentó que las iniciativas legislativas en empleo juvenil “no han tenido los resultados que se buscaban y estamos lejos de solucionar el problema”.
¿Cuáles son las prioridades que se marcó para este período?
Hay dos cosas que son esenciales. La primera es generar un canal de participación juvenil para que la opinión de los jóvenes esté representada en el gobierno. La segunda, incidir en la agenda de los distintos ministerios para que esa voz esté reflejada en las políticas públicas. Eso implica que no todo lo que tiene que ver con juventud va a pasar por el INJU; hay muchísimos programas que impactan en la vida de los jóvenes que no los debe ejecutar el instituto, por ejemplo, los educativos.
Con el cambio de gobierno, ¿qué cambió en el INJU?
El 2020 fue un año de mucha evaluación hacia adentro y un desafío de poner al instituto de vuelta en la agenda pública y en la primera línea de gobierno, porque había quedado relegado a un segundo plano. También fue un año para sentar los cimientos de una nueva visión y en un momento muy especial, porque está cumpliendo 30 años.
¿Por qué dice que había quedado en un segundo plano?
Era un instituto que estaba lejos de las discusiones de fondo de los temas de los jóvenes, tenía poca participación juvenil y escasa impronta en la agenda pública. Por eso empezamos un camino para generar nuevos espacios de participación, que es una de las líneas de acción fuertes para este quinquenio.
En 2021 se va a concretar un ámbito de diálogo con múltiples organizaciones juveniles, con la premisa de la pluralidad, porque la clave de un instituto de juventud es que sea un espacio plural donde haya lugar para todos los jóvenes, sin importar el sector político o la zona de proveniencia. Hemos empezado a entablar espacios puntuales en temas como ruralidad y desarrollo ambiental.
¿En los períodos anteriores no existía esa pluralidad?
En los últimos años muchos jóvenes no se sintieron parte del INJU y nuestra meta es cambiar eso. Además, el instituto no tiene que representar la opinión de su director ni de un partido político, o sea, tiene que reflejar la perspectiva de los jóvenes del Uruguay. Queremos apostar a una estructura más moderna y más representativa del tiempo actual.
Otra apuesta fuerte en la participación juvenil es el lanzamiento de un programa de formación para jóvenes, que lo haremos en abril, para contribuir en la generación de agentes de cambio. Esperamos que la convocatoria sea masiva y, en esta primera edición, aspiramos a formar a una comunidad de 300 jóvenes y a través de ellos promover transformaciones en todo el país.
Va a ser un proceso de varios meses de trabajo. Tenemos socios colaboradores, organizaciones sociales que se están sumando a la propuesta, y queremos que se terminen financiando proyectos de jóvenes que surjan de ese programa.
El INJU también atiende a jóvenes de contextos vulnerables. ¿Cuáles son los planes a desarrollar en ese sentido?
Como instituto estamos bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social, cuyo cometido prioritario es atender a la población más vulnerable. Es por esto que vamos a nuclear tres programas que hasta ahora eran independientes, en uno mucho más grande, para acompañar a jóvenes de contextos más vulnerables, tratando de promover proyectos de autonomía personal, haciendo foco en lo educativo y lo laboral.
El objetivo es impactar, a lo largo de un año, en 1600 jóvenes. En una primera etapa se va a desarrollar en Montevideo, Canelones, San José, Cerro Largo, Rivera, Tacuarembó, Artigas y Salto. Estamos terminando de cerrar acuerdos con otras organizaciones del Estado, entre ellas, la Secretaría del Deporte, el Inefop y el Sodre, que son nuestros aliados estratégicos en este plan.
¿Por qué es necesario para el país tener un instituto de juventud?
Históricamente, y más en los últimos años, ha habido una crisis de representación, o sea, si uno ve fenómenos que se han dado en el mundo, crisis en los movimientos sociales, tienen que ver con esa lejanía que tiene la ciudadanía de las instituciones de gobierno, no solo de los partidos políticos. En los jóvenes eso es algo mucho más evidente si uno analiza datos estadísticos.
Para mí, la clave de tener un instituto fuerte tiene que ver con acercar a los jóvenes a las decisiones, a las políticas, y eso es fundamental para cerrar brechas de participación y representación que a veces se dan en los gobiernos.
¿La tarea del INJU se vio afectada por la pandemia?
Notoriamente, ha sido un desafío constante el trabajo con los equipos, sobre todo, porque la participación tiene mucho de encuentro y es difícil generar programas que apuesten a esto sin espacios de diálogo personales.
Uno de los planteos que usted hizo el año pasado fue reformular la ley de empleo juvenil. ¿En qué está ese proceso?
En este contexto de pandemia, con las consecuencias económicas y sociales que está teniendo, el empleo es uno de los principales desafíos que tiene el país en términos generales. En los jóvenes es más evidente, dado que el desempleo juvenil ronda el 30%, lo que implica que se necesitan soluciones específicas.
Uruguay ha tenido varias iniciativas legislativas en empleo juvenil y la última es de hace pocos años. Es una ley que plantea estímulos para que tanto el sector privado como el público contraten a jóvenes. Lamentablemente, si uno analiza el impacto de la norma, no ha tenido los resultados que se buscaban y estamos lejos de solucionar el problema.
Por eso, nosotros el año pasado empezamos con esta apuesta, se la planteamos al ministro de Trabajo (Pablo Mieres), al Inefop, y logramos conformar una mesa de trabajo dentro del Poder Ejecutivo para analizar posibles transformaciones. Entendemos que es esencial contar con el sector privado para dinamizar la economía y lograr la contratación de jóvenes.
Todo eso está en análisis. La evolución de la pandemia ha marcado la urgencia y algunas discusiones de este tipo han quedado atrasadas, pero sé que es una prioridad del ministro de Trabajo y ya hay algunas líneas avanzadas. Aparte, como toda iniciativa legislativa, también tendrá su tiempo de evaluación en el Parlamento.
¿A qué otros desafíos deben enfrentarse hoy los jóvenes?
Hay un desafío importante que tiene que ver con la salud mental, que se ve muy marcada por la pandemia, en particular, en la etapa adolescente-joven, donde son necesarios espacios de socialización. En ese aspecto creo que vamos a tener unos años complicados pospandemia. Por eso es menester fortalecer nuestra línea de apoyo a jóvenes en situación de vulnerabilidad social, planteándonos en el nuevo programa un mayor alcance de población.
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