Los charruas-minuanes en su etapa final. Oscar Padrón Favre. TIERRADENTRO EDICIONES, 174 págs., 2004.
Un texto excepcional para comprender en forma cabal nuestro pasado. A partir de la reelaboración de trabajos previos, don Oscar Padrón nos acerca una visión desmistificadora sobre la temática indígena, demarcando claramente el peso de ciertas versiones ideologizantes y recuperando la sana tradición que es ir directamente a las fuentes documentales.
“La idealización del charrúa nómade y del gaucho también transhumante –pilares de una identidad ficticia cargadas de ocultamientos– supuso el olvido por ese conglomerado humano que, sobre todo a partir del siglo XVIII, fue ocupando la tierra, afincándose en ella –unos blancos, otros indígenas o negros y muchos, a la postre, mestizos –llegando a constituir la verdadera matriz de nuestro ser colectivo”.
“Ese antepasado, que siendo estanciero, capataz, puestero, peón o agregado, levantó su rancho o casa de piedra en el casi desierto: que enfrentó, resistió y no pocas veces pagó con su propia vida los ataques de los indígenas de las tolderías, de los portugueses o de las partidas de salteadores y hombres sueltos, el que a pesar de todos esos riesgos amansó ganados, cultivó la tierra y empuñó las armas cuando se lo pidió el rey, la patria o la divisa, que tuvo, aún en la soledad de nuestros campos, esposa e hijos, fundando los linajes de los numerosos pagos, que constituyeron las verdaderas piedras sillares de nuestra población nacional”.
Y Padrón devela otro ocultamiento clave en nuestra historiografía: “El silencio casi absoluto por la etnia indígena que sí había jugado un papel protagónico, la de los guaraníes-misioneros. Poco importó, por entonces, estudiar lo que representaron en el Río de la Plata las Misiones Jesuíticas, su fundamental papel militar durante toda la revolución; la actuación decisiva de los indígenas misioneros en la formación económica y demográfica de nuestra campaña, que constituía un valioso y numeroso contingente humano (de muchos miles) al nacer el estado Oriental. No se estudiaron sus importantes saberes artesanales, sus hábitos de laboriosidad y sedentariedad, unidos a su fuerte adhesión al culto católico, tampoco las más que visibles huellas de su presencia en el tan numeroso como marginado pobrerío rural”.
“Una etnia indígena que no era exclusivamente “uruguaya”, que practicaba la “perniciosa superstición” católica y que de manera más que visible mostraba su permanencia en infinidad de individuos y rasgos culturales, sumaba demasiados defectos para ser reivindicada por entonces”.
“Pero ese ocultamiento, junto a la paralela consolidación del charruismo, en realidad se inscribía dentro de un proceso más amplio y arraigado de desconocimiento del país real. Se enmarca dentro de la ideología de “civilización o barbarie”, de fuerte influencia en la dirigencia urbana del siglo XIX y buena parte del siglo XX, que hizo gala de una ignorancia y desprecio absoluto por la columna vertebral de nuestra formación nacional, por la sociedad rural, la sociedad “gaucha” (término estigmatizante impuesto a ella por dichos ilustrados). Precisamente, rastrear el periplo vital de los indígenas nómades supone, al mismo tiempo, profundizar en el conocimiento del proceso de la formación de nuestra sociedad rural”.
La obra del licenciado y profesor Padrón Favre es recomendable en su totalidad, el presente texto diría que es imprescindible para toda persona con genuinos intereses en la historia de nuestra patria.
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