Para el director ejecutivo del Instituto Nacional de Calidad (Inacal), Ing. Gonzalo Blasina, la gestión de calidad nos ha enseñado que “siguiendo los protocolos adecuados podemos hacer las cosas de la mejor forma posible”. Desde 2005 Inacal orienta y coordina el Sistema Nacional de Calidad, que está conformado por el LATU, el UNIT y el OUA.
“La palabra protocolo no era tan del habla diaria, pero ahora todos sabemos lo que es porque hay que cumplirlos en todas las actividades, y esto es un poco lo que nos enseña la gestión de calidad”, señaló Blasina.
El ingeniero químico explicó a La Mañana que “el tema de la calidad es tan antiguo como la civilización humana”, ya que desde siempre estuvo la necesidad de la calidad de la obra humana. “Aristóteles decía que la calidad no es un acto, sino un hábito. Un hábito de hacer las cosas con excelencia y con calidad. Siempre el ser humano ha buscado calidad de sus obras, desde el arte hasta la tecnología. Me vienen a la mente las obras de los ingenieros del Imperio romano que construían caminos, acueductos y murallas que todavía hoy perduran”, subrayó.
El desarrollo mundial de “la calidad” industrial
Blasina recordó que cuando empiezan a desarrollarse las nuevas tecnologías de producción, con las sucesivas revoluciones industriales, surge un movimiento tecnológico de expertos. “Desde la primera Revolución industrial con la máquina de vapor había una necesidad de tener los mecanismos adecuados para que esas máquinas fueran eficaces y eficientes. La calidad de los equipos industriales era una de las claves de que todo funcionara como los ingenieros deseaban”, dijo.
Ya en el siglo XX, destaca Blasina, el rol de las empresas estadounidenses en “el gran desarrollo de la telefonía” durante la década del 20 y su evolución hacia las tecnologías de comunicación actuales. A su vez, remarcó “el liderazgo japonés en la fabricación de electrodomésticos y automóviles”, sobre todo con la crisis del petróleo de comienzos de los años 70, cuando los estadounidenses empezaron a preferir los automóviles japoneses, porque estos eran “más económicos” que los automóviles norteamericanos que consumían mucho más combustible.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, “los japoneses sabían que una de las causas de la derrota había sido la superioridad de calidad del armamento norteamericano. Los industriales japoneses se dan cuenta de que si no apostaban a una muy buena calidad de su producción iban a estar en serias dificultades económicas”, cuenta Blasina. En ese entonces surgen conocidas marcas japonesas de automóviles y de productos electrónicos que impulsaron la calidad de los productos de fabricación nipona en la llamada “revolución industrial japonesa”.
Como ejemplo, el ingeniero relata su experiencia visitando una fábrica de lavarropas en Japón. Empresa que “había iniciado poco después de la guerra, copiando a un lavarropas norteamericano; y en el año 1993 eran los líderes mundiales en fabricación de lavarropas” por la incorporación de tecnología de vanguardia. “Habían pasado de una etapa de copia a una etapa de mejora sistemática, de innovación y de liderazgo en la calidad de sus productos”, explicó.
El especialista aseguró que a partir del mayor desarrollo tecnológico surgió también “más preocupación por la calidad” tanto de los ingenieros como de los consumidores. “Cuando vamos a comprar un bien o un servicio, como clientes demandamos calidad del prestador. Todo producto tiene su especificación y debe cumplir un objetivo. Si compramos un electrodoméstico y es muy eficiente y nos soluciona el problema, lo consideramos de alto nivel de calidad y, al contrario, si se rompe rápidamente y es difícil de reparar, lo consideramos de baja calidad”, destacó.
INACAL y el Sistema Nacional de Calidad
Desde fines de 2005 existe el Instituto Nacional de Calidad (Inacal), que es sucesor del Comité Nacional de Calidad, lanzado el 1° de abril de 1991. “En aquel momento yo era un ingeniero muy joven y acompañé como secretario técnico del antiguo comité al ingeniero Ruperto Long que había asumido en la presidencia del LATU. Justamente en aquel momento se estaba iniciando el Mercosur, y había gran expectativa de incrementar el comercio regional; se sabía que la calidad era una de las variables clave en el intercambio comercial”, comentó Blasina.
Toda persona jurídica de derecho público no estatal se relaciona con el Poder Ejecutivo a través de un ministerio. En el caso del Inacal lo hace con el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), explicó su director ejecutivo. Además, Blasina detalló que cada una de estas “tienen cometidos específicos, y de alguna forma tienen más un interés técnico que político”. Por ejemplo, “la tecnología de la carne en el caso del Instituto Nacional de Carnes (INAC), de la vitivinicultura en el caso de su Instituto Nacional (Inavi), o de calidad en el caso del Inacal”, brindan una “tarea tecnológica” en función de los aspectos estratégicos que hacen al desarrollo empresarial y productivo del país, señaló.
Blasina indicó que “la principal fortaleza de nuestro país es que la mayoría de los profesionales uruguayos están a un muy buen nivel”. Además, Uruguay logró “prestigio” en función de que “ha estado desde sus orígenes abierto al comercio con otros países de la región y de fuera de la región”, y porque “si viene un inversor extranjero sabe que acá hay un sistema jurídico reconocido, donde las reglas de juego se respetan”. Todo eso “hace a la calidad”, sostuvo el ingeniero.
El Inacal orienta y coordina el Sistema Nacional de Calidad, que está conformado por tres actores fundamentales, como el LATU, el UNIT y el OUA. En esta infraestructura de calidad, Blasina subraya el papel del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU) por su “gran tradición tecnológica”, y por ser designado en el rol de Instituto Metrológico Nacional, un órgano encargado de todo tipo de mediciones y calibraciones de la industria y el comercio uruguayo.
Por su parte, el desarrollo de las normas técnicas corresponde al Instituto Nacional de Normalización (UNIT), “uno de los primeros institutos de normalización de toda Latinoamérica”, fundado en 1939. El otro actor que “es muy importante” en este esquema de calidad es el Organismo Uruguayo de Acreditación (OUA). “Acreditar que, tanto los certificadores como los laboratorios, trabajen de acuerdo a normas establecidas internacionalmente, es muy importante para que sean reconocidos en el comercio internacional”, indicó.
Premios y reconocimientos de calidad 2021
Además de ofrecer capacitaciones profesionales para obtener diplomas, por ejemplo, en “habilidades de dirección” y en “gestión hospitalaria”, el Inacal convoca a las organizaciones uruguayas que quieran aspirar a un premio o a un reconocimiento a inscribirse a través de su web inacal.org.uy, donde también pueden postularse como evaluadores y, en función de la formación y experiencia que tengan, podrán ser evaluadores de estos premios y reconocimientos. La fecha de límite para la postulación para ambos casos es el viernes 16 de abril.
Los nueve premios y reconocimientos que se darán este año son:
Premio Nacional de Calidad. Premio Compromiso de Calidad con el Turismo. Premio Compromiso con la Gestión PYMES. Premio Micro y Pequeña. Premio Compromiso con la Gestión. Premio Compromiso con la Gestión Pública. Reconocimiento de Gestión de la Innovación. Reconocimiento Más Valor Cooperativo. Mención en Equidad de Género.
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