Sr. Director:
Días pasados se recordó en el ámbito parlamentario la multitudinaria movilización organizada el 16 de abril de 2002 en el Obelisco, convocada por 36 gremiales empresariales, que se agruparon en un movimiento denominado Concertación para el Crecimiento que contó con el apoyo de la central obrera PIT CNT, para prganizar la convocatoria al acto del 16 de abril.
Días pasados la Presidencia de la Cámara de Diputados fue quien realizó el encuentro vía zoom con algunas de las figuras protagónicas de ese evento.
Mi familia y yo participamos en esa entusiasta movida social que juntó a más de cien mil personas, donde se reclamaba con serena organización un cambio en la política económica de aquel entonces, que junto a la explosión del modelo argentino de convertibilidad (1 peso= 1 dólar) nos tuvo también a nosotros a mal traer.
Uno de los slogans convocantes más repetido en aqeulla ocasión fué “de espalda a la producción nacional” y “por un país productivo”.
Dos años después la ciudadanía opera un cambio electoral y gana en primera vuelta (por más del 50% de los votos) el Frente Amplio con el Dr. Vázquez a la cabeza.
Estaba tan fresca esta importante movida social, que aunque fué apoyada por todos los partidos políticos, igual creímos que los nuevos gobernantes iban a direccionar la nave de nuestro estado a un rumbo acorde con aquel sonoro clamor popular.
Nunca nos imaginamos que en esos 15 años se produciría la mayor extranjerización de la tierra a la par que la mayor concentración de la misma. Y ni que hablar de la lenta agonía de la clase media rural a la cual la conducción económica observaba impavida, sin ofrecer ninguna solución.
Aún conservamos el recorte de la prensa de aquel entonces, que reprodujo la proclama de las gremiales y que leyó un locutor profesional. En uno de sus pasajes dice:
“¿De qué inversión está preocupado el equipo económico? Evidentemente no de la inversión productiva, donde cada vez son más los inversores nacionales que se quedan por el camino. Se trata de la inversión especulativa, de la venta de bonos del tesoro y de préstamos para cubrir el enorme agujero producido por este modelo económico. De espaldas a la producción nacional y vestidos de gala para atraer al venerado inversor internacional se quedaron sin visita, mientras asistían impávidos a la agonía del auténtico inversor nacional y de nuestros trabajadores. No es que no nos preocupe el “grado inversor” que refleja – a pesar de las posibles arbitrariedades de las calificadoras internacionales -, la imagen de nuestro país en los circuitos financieros mundiales. Pero lo que está quedando demostrado es que sin el crecimiento y el desarrollo de una economía real, anclada en la producción, son efímeras las preocupaciones del gobierno por cautivar a los inversores. La economía burbuja, la del permanente endeudamiento con los organismos financieros internacionales, la de las importaciones indiscriminadas, la de las desproporcionadas ganancias del sistema financiero, sin un anclaje en la vida productiva real, está agotada…”
¡Cualquier parecido con la realidad del legado que nos dejaron después de quince años de gobierno, es mera casualidad!
J. Walter Pangallo*
* Participante de una de las 36 organizaciones que conformaban la Concertación para el Crecimiento
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