El maní acumula décadas de rezago en desarrollo tecnológico e inversión. El rendimiento actual es de unos mil kilos por hectárea, pero con ciertas mejoras varietales y de manejo se podría producir tres mil kilos a un precio de US$ 700 la tonelada.
La producción de maní en Uruguay está reducida a su mínima expresión, y aunque supo ser un cultivo que en el siglo pasado abarcó hasta 20.000 hectáreas, hoy apenas representa 200 o 300 hectáreas, fundamentalmente en Noblía, departamento de Cerro Largo. Tradicionalmente ha estado asociado a la producción familiar de pequeña escala.
Se trata de una leguminosa con una amplia versatilidad en usos y mercados. El Ing. Agr. Francisco Vilaró, docente libre de la Facultad de Agronomía y exinvestigador del Programa Horticultura del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) dijo que el cultivo del maní tiene ventajas competitivas y ofrecería posibilidades de comercialización muy interesantes.
Esta especie tiene una enorme versatilidad de usos aprovechándose de diferentes maneras, además de mercados y destinos muy diferentes”, destacó. “Se puede comercializar de diferentes formas: en cáscara o en grano, tostado para snacks y para diferentes usos industriales en particular aceite, muy valorado en Asia. Se considera que la calidad de este aceite sólo sería superado por el de oliva por sus contenidos de ácidos grasos favorables del tipo oleico u Omega 9. En su utilización en forma snack, por los nutrientes que puede aportar, se lo considera en el grupo de las nueces”.
Ofrece posibilidad de consumo “en países de ingresos altos, pero en países de bajos recursos integra la dieta básica aportando proteína vegetal de calidad.
Al noreste y en tierras arenosas
El maní ha estado asociado al noreste del país, en departamentos como Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo, también algo Paysandú; en suelos arenosos profundos. “En este momento el último bastión es en Noblía, Cerro Largo”.
En ese sentido, Vilaró dijo que “otra característica es el tipo de suelos en que se adapta.
Muchos de “los suelos que se piensa que no sirven para otra cosa que para plantar eucaliptus, pueden ser excelentes para maní, porque es un cultivo adaptado a suelos ácidos, como son los suelos arenosos profundos del norte y otras regiones, con poca materia orgánica. El maní como toda leguminosa produce su propio nitrógeno y es un cultivo rústico, eficiente en la extracción de nutrientes y tolerante a sequías”.
El maní es un cultivo de verano, se planta en noviembre y se cosecha en otoño.
Actualmente, “con los sistemas de producción actual, se producen 1.000 kilos por hectárea por año. Lo que yo planteo es utilizar métodos de cultivo sostenibles en conservación de suelo, laboreo reducido, cultivo de cobertura invernal, e integrando otros cultivos y obviamente en rotación con pasturas perennes, para recuperar fertilidad durante el ciclo de cultivo”, expresó.
“Hay investigación nacional en manejo para conservación de suelos que permitiría implementar un sistema de cultivo sustentable con mejores rendimientos”. Además se debe mejorar la calidad de la semilla y adaptar nuevos tipos varietales que facilitan la mecanización del cultivo (tipo runner). “Con estas y otras mejoras en manejo se pueden producir unos 3.000 kilos por Ha de maní en cáscara, en sistema extensivo, mecanizando todas las etapas del cultivo. A un precio internacional de US$ 700 la tonelada y un costo de producción de US$ 1.200/Há, incluyendo secado, sería un cultivo muy competitivo.
Qué hacer para retomar el cultivo
Consultado sobre qué pasos debe dar Uruguay para retomar la producción del maní a una escala suficiente para atender el mercado interno y eventualmente crecer para exportar, el Ing. Vilaró dijo que se deben “articular diferentes instituciones públicas y privadas que han trabajado y están trabajando y que pueden aportar para armar una cadena organizada, incluyendo la Facultad de Agronomía. Actualmente por ejemplo, Rafael Vidal, a cargo del área de rescate y valorización de Recursos Genéticos en cultivos tradicionales, está ejecutando un proyecto de investigación en esa temática del cultivo.
Hay que “juntar a todos los actores, productores actuales, y otros que puedan estar interesados y armar una mesa donde se aporten las ideas, armar y desarrollar un proyecto nacional que atienda la producción, investigación y comercialización. Hay que hacer un trabajo amplio que implica ajustar prácticas, valorizar variedades criollas locales y la introducción y adaptación del tipo runner, así como considerar la organización de los productores en las etapas de comercialización y oportunidades de mercado”.
Asimismo, se debería levantar restricciones actuales en infraestructura de pos cosecha y packing, para lograr un producto de calidad competitiva.
El maní: un cultivo que no se resigna a desaparecer
Actualmente el área del cultivo se encuentra “en su mínima expresión, apenas 200 o 300 hectáreas, pero a principios y mediados del siglo pasado Uruguay llegó a cultivar 20.000 hectáreas con miles de productores involucrados”, comentó el Ing. Vilaró, pero “tuvo una caída importante por diferentes motivos”.
“En la época que más se plantó fue entre los años 1920 a 1950 y uno de los usos principales era la extracción de aceite”, y recordó que entonces éste fue uno de los rubros más demandados para el abastecimiento de aceite local en un esquema de protección de la industria local y en particular durante la época de la segunda guerra mundial.
Hoy esa realidad industrial cambió, y su consumo es principalmente como snack. El maní que vemos en las ferias y comercios en general, en cualquiera de sus formas, “la mayoría es importado de Argentina, Brasil o Paraguay. La producción uruguaya no alcanza a abastecer el mercado interno”.
“En los años 50 y 60 la economía empezó a abrirse, la industria del maní sobrevivió porque tenía un valor local importante y fue sostenida por la Intendencia de Tacuarembó además de que la antigua Subsistencias comercializaba el aceite. Los diferentes sectores de la cadena lucharon por 10 o 20 años hasta que la competencia de los productos más baratos pudo más”, contó. “En los años 70 y 80 el aceite de soja se vendía a un precio menor, hoy sabemos que la calidad del aceite de maní es superior que el de soja, pero era algo que no lo teníamos claro en aquella época”, añadió.
“La mecanización del cultivo es otro aspecto. En aquella época se hacía un cultivo basado fundamentalmente en mano de obra familiar y se sigue cultivando así en las pocas hectáreas que le dedica Uruguay al maní. Mientras tanto en otras regiones su cultivo se ha mecanizado en todas sus etapas”, nuestro país “no tiene la infraestructura tampoco las variedades adaptadas a la mecanización”.
Estados Unidos y Argentina, son los principales exportadores a nivel mundial del tipo varietal de maní runner, adaptado a la mecanización en todas sus etapas de producción. Argentina y Brasil cultivan varios cientos de miles de hectáreas al año. En este último país coexisten las dos modalidades de cultivo, de pequeña y gran escala, asociado a diferentes tipos varietales.
“En décadas no ha habido incorporación de tecnología en el cultivo, porque al no haber dinamismo comercial no se invirtió y se redujo la investigación”, pero ese retraso que implica una mayor dificultad a la hora de pensar el cultivo “no quiere decir que no tiene perspectiva. Conocemos alguna experiencia exitosa reciente, de producción a escala comercial en producción local de cultivo mecanizado, con variedades del tipo runner”, especificó el Ing. Agr. Francisco Vilaró, exinvestigador del Programa Horticultura de INIA y docente de Agronomía.
TE PUEDE INTERESAR