Es máster en Computación y Sistemas de Información y en Negocios y Administración, docente y consultor. Desde hace más de dos décadas contribuye al desarrollo del ecosistema emprendedor uruguayo, del cual destaca que, si bien ha crecido, todavía sigue muy concentrado en Montevideo. En conversación con La Mañana, el especialista analizó la situación actual de los emprendedores y explicó cómo visualiza el futuro del trabajo y cuáles son los cambios que vinieron para quedarse.
¿Qué evaluación hace sobre el ecosistema emprendedor uruguayo?
Ha crecido mucho. Cuando nosotros arrancamos, a fines de los 90, éramos los únicos, y hoy hay más de 50 instituciones que forman parte del mismo. Hay incubadoras universitarias y dentro de ellas distintos servicios, pero también hay instituciones que solamente hacen sensibilización y no acompañamiento.
Lo otro que siento es que está muy concentrado en Montevideo y, cuando salís al interior –nosotros hace cinco años que lo hacemos permanentemente-, lo que encontrás es que hay una falta de profesionalismo y no hay conocimientos sólidos como para hacer emprendimientos de base tecnológica, entonces terminás siempre en proyectos de corte y confección, alimentos, cosas muy básicas.
¿Qué se puede hacer para descentralizar esos conocimientos y que puedan llegar a todo el país?
Eso es un camino largo que tiene que empezar con el tema educativo, o sea, las acciones que se están llevando adelante para que las universidades estén más hacia el interior, de a poco van a ir implicando que haya un mayor profesionalismo, pero no hay soluciones mágicas inmediatas.
Si se quisiera hacer algo de eso, habría que comenzar a crear polos específicos en determinadas partes del país, donde haya empresas que se instalen y que generen una simbiosis con el entorno para poder obligar a que profesionales de Montevideo se trasladen a esas zonas, y son proyectos difíciles de concretar. En Punta del Este se intentó hacer algo como eso, que es un lugar hermoso, y cuesta; imaginate hacerlo, como se quiere hacer, en Rivera o en otros lados.
¿Cuáles son los retos que deben sortear aquellos que quieren emprender en este país en la coyuntura actual?
En la coyuntura actual, uno de los principales retos es la transformación digital, dado que los canales tradicionales han mermado mucho: los locales ya no están abiertos al público, los shoppings tienen menos cantidad de visitantes. Por esto, lo que termina pasando es que el emprendedor que está acostumbrado a hacer los negocios de manera tradicional, sin utilizar las herramientas tecnológicas, no encuentra la forma de conectar con el usuario.
Muchas veces se creen que con tener una página web o un e-commerce alcanza, pero en realidad hay todo un ciclo de desarrollo del cliente, de posicionamiento, de seguimiento, que va mucho más allá de tener el marketplace funcionando. Si no se hace todo ese proceso, sucede que el sitio web no tiene retorno, no llega a nadie y si llega no compran porque no tiene la confianza necesaria. Eso es lo que yo veo.
El desafío hoy es que el emprendedor entienda lo que es la transformación digital y que sea capaz de utilizar las herramientas para que lo conozcan, sepan lo que ofrece y después termine vendiendo.
¿Qué se necesita para ser emprendedor?
Lo primero es tener una convicción muy fuerte de que tú podés hacer lo que querés hacer; tiene que ver mucho con la personalidad, con tener un claro propósito de lo que vas a hacer y a partir de ahí ser muy resiliente, persistente, quizás un poco obsesivo para poder hacer las cosas bien, y así dominar el problema, entender la necesidad del cliente y ser capaz de explotarla y agregarle valor de manera adecuada.
¿Hoy en Uruguay existen oportunidades reales para emprender?
Sí, claro, pero las oportunidades son el resultado de saber satisfacer una necesidad con conocimiento. Hay emprendimientos que son muy básicos, que son a los que todo el mundo apunta, que van desde poner un lugar para comer a abrir una tiendita de venta de vinchas en internet. Después, hay emprendimientos que se basan en innovación, en ciencia, en tecnología, y esos emprendedores tienen una barrera más alta de entrada que es el haber estudiado y generado el conocimiento para entender esos negocios.
Hay muchísimas oportunidades, pero que requieren entender de disrupción digital, de las tecnologías. Si no te basás en esas cosas y te vas a los emprendimientos más tradicionales, tu oportunidad puede estar en que des un mejor servicio, en que tengas una combinación de sabores distinta, pero tu barrera es baja. El conocimiento es lo que te da el diferencial.
¿Cómo visualiza el futuro del trabajo? ¿Qué cambios cree que trajo consigo la pandemia en ese sentido?
El futuro del trabajo lo percibo cada vez más global, deslocalizado, es decir, hoy el trabajador ya no necesita estar físicamente en una oficina y eso abre las puertas del mundo. Significa que, más que antes, tu diferencia competitiva va a depender de que tengas un buen acceso a internet y una buena computadora. Por tanto, si estás en China, en India o en Uruguay, pasa a ser casi lo mismo.
También precisás cada vez más habilidades interculturales, o sea, cómo tenés que tratar con una persona que no es de tu país, y dominar el idioma universal, que es el inglés.
Vamos a ver muchísima más volatilidad de la que ya hay; los buenos técnicos van a cambiar mucho más rápido de un lugar a otro, por lo cual van a aparecer mecanismos de incentivos de retención que hoy no hay.
Por otro lado, algunos temas van a ser más complicados, como las condiciones laborales; todos sabemos lo que es trabajar en la casa de uno y las problemáticas asociadas que se generan.
¿Cree que el teletrabajo vino para quedarse?
Lo que vino para quedarse es la flexibilización, y vamos a ir a un sistema híbrido en el cual va a haber cada vez más dualidad, es decir, modelos en los cuales vos tengas la flexibilidad de ir o no ir dependiendo de en qué estés en cada momento.
Se cayó un mito de que no se podía trabajar de esa manera, entonces, sí vino para quedarse en una medida justa, o sea, no va a ser ni 100% teletrabajo ni 100% presencial, vamos a ir a un modelo de mucha más libertad, con oficinas flexibles que admiten ambas modalidades. El hecho de tener menos trabajadores en forma presencial hace que tengas ahorros de costos y menos huella de carbono por la no movilidad de la gente.
¿Eso traerá aparejada alguna modificación a nivel normativo?
Todos estos cambios llevan a tener que repensar las regulaciones laborales, la relación trabajador-empleado, o sea, ya no estás vendiendo una relación de tiempo de ocho horas, sino que probablemente esté mucho más orientada al logro de objetivos.
A su vez, empiezan a surgir temas que tienen que ver con la salud laboral, con la conexión segura a internet.
Si el Ministerio de Trabajo hoy va a una empresa y encuentra que los trabajadores están en malas condiciones, va a poner una multa o a generar una recomendación. Ahora, ¿va a inspeccionar las casas? ¿Legalmente lo puede hacer? Hay que repensar adecuadamente todo el ámbito regulatorio para esta nueva modalidad.
¿Cómo fue el trabajo en el último año del Centro de Innovación y Emprendimientos de la ORT?
Fue un proceso de transformación, tuvimos que adaptarnos y poner en práctica gran parte de esto que te conté, y nos costó un montón. A mí me cuesta estar solo y no estar rodeado de la energía de los emprendedores. Ellos requieren mayor contención y para eso tuvimos que implementar nuevos canales, como la comunidad de WhatsApp o reuniones virtuales frecuentes.
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