Lo que hoy aparenta ser un pueblo no tiene nada en común con el valioso conjunto de relaciones sociales y económicas, y los modos de producción que existían aquí hace cien años, una red local de complejas interdependencias basadas en el capital y los recursos locales, con sólidas conexiones (¡el ferrocarril! ¡El río Hudson y el canal de Champlain!) con otros pueblos que funcionaban de forma similar, e incluso con algunos mercados de las grandes ciudades. La pregunta que me hago es: ¿cómo podemos regresar a algo que se parezca de algún modo a ese tipo de sociedad de alto rendimiento? La respuesta es: a través de un trauma. Un conjunto de circunstancias que interrumpirá las soluciones fáciles y deshonestas que han determinado el deficiente estado de nuestros acuerdos actuales. Pueden estar seguros de que esto se avecina; ya está en marcha: el colapso de la producción de petróleo debido a los costes insostenibles del “milagro” del esquisto, el fin del crecimiento industrial tal y como lo hemos conocido, los límites de tomar prestado a cuenta de la producción futura, la bancarrota generalizada de los hogares, el desempleo y el consiguiente desorden social que todo ello conllevará.
Esa realidad nos obligará a reorganizar la vida norteamericana, empezando por la forma en que habitamos el territorio. Pueden apostar que tres cosas la impulsarán: la necesidad de producir alimentos localmente, la necesidad de organizar las actividades que apoyan la producción de alimentos localmente y la necesidad –como cuando se empieza cualquier cosa– de comenzar a una escala pequeña y manejable. Se producirá de forma natural, es decir, sin que ningún comité de expertos, sabios o comisarios lo dirija, porque la necesidad será evidente. Esto es lo que va a ocurrir para devolver la vida a nuestras pequeñas ciudades. Cuando las grandes cadenas de tiendas se ahoguen en sus redes de suministro rotas, las más alertas identificarán un beneficio y averiguarán cómo obtener y vender artículos de primera necesidad reconstruyendo las redes locales de suministro y venta al por menor.
James Howard Kunstler en American Conservative
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